Casi un mes habrían pasado desde lo ocurrido, incluso en aquellos días de Julio la anécdota de Sebástian y su elemento recién nacido era sonada por todos lados y la verdad este ya comenzaba a aburrirse de ser el centro de atención, al menos tenía a sus amigos que lo valoraban más por su persona que por aquella historia narrada como leyenda.
Tras finalizar las clases del día y mientras de fondo Ryan limpiaba no solo los pasillos sino ahora hasta el techo de cada rincón de la academia, los cuatro conversaban durante el camino hasta sus respectivas habitaciones.
—Ya me tiene por el copete el profesor Azariel y sus cosas —bufaba Wyatt.
—Lo peor es que viene examen otra vez el otro mes —añadía Sun-Shin.
—Sun, te preocupas mucho, los temas a evaluar son sencillos —opinaba Sebástian—, de hecho ahora que tengo un elemento puedo hacer lo que antes no podía por esa desventaja.
—Tampoco creas que por casi un mes de tener un poderes vas a saber más de lo que nosotros en como cuatro conocemos —respondió Luna burlona—, además no tiene nada que ver un elemento con memorizar las cosas que el profesor Azariel nos mande.
—No como tal pero sí tenía problemas en varias otras y el ser sin poderes a lo mejor sí afecta a las ganas de aprender sobre estos, pero ya me ando encargando de enseñarle a usarlos, a fin de cuentas le debo algo por haberme ayudado desde el principio, ¿sí o no?
—Sí, y te agradezco mucho por ello —sonrió—. Además, ¿De qué nos preocupamos? Solo son evaluaciones, ni que otra cosa interesante fuera a pasar durante ese tiempo —dijo burlón mientras caminaban cada vez más cerca de las puertas de sus habitaciones.
En algún lugar por mientras, un uniformado de azul caminaba a través de un enorme pasillo blanco con celdas a cada lado, donde hombres y mujeres tras aquellos cristales que les separaban del pasillo y vestidos con lo que parecía un spandex negro si capucha lo insultaban. Aquél hombre se limitaba a ignorarlos mientras caminaba de un extremo a otro revisando las habitaciones aquellas y, lo más importante, a los que se supone debían habitarlas.
Caminó un tramo más hacia adelante y a su derecha pudo observar a una mujer que dormía en su cama. Por solo molestarla, el uniformado creó una bola de nieve y se la lanzó a la mujer por la rendija en la que les pasaba la comida, misma que se levantó de la cama agarrotada y mirando enfadada al sujeto al sentir el gélido impacto caerle sobre el rostro, mismo que se reía de ella y le alegaba "por dormilona".
—Pues no quisiera saber qué te hizo el nuevo —le bufó la mujer desde su posición.
El guardia se limitó a bajar el tono de su risa al escuchar aquellas palabras.
—¿De qué otro hablas? Sé que por tu condena has estado aquí por como diez años pero no es tampoco para que ya estés quedando loca.
—Loco tú que estampaste al pobrecito nuevo contra la pared tal que la rompiste —alegó señalando detrás suyo.
Con un vuelco en el corazón, el guardia volteó a ver a la celda frente a la chica, y lo que observó le hizo sentir que su alma se iba a sus pies: la pared estaba destrozada, por el aspecto de los restos que permanecían parecía que la habían congelado hasta dejarla tan frágil que un golpe o lo que sea que hicieron fue suficiente para abrir un hueco enorme en esta que, para aquellos que se encargaban de mantener a los presos dentro, mostró una perturbadora imagen resplandeciente de la montaña en la que estaban junto con la ciudad de Enemeia a lo lejos junto con una mancha blanca que sabían era la Ee.
El guardia corrió a toda prisa hacia el cuartel principal de la prisión para reportar la fuga de aquél prisionero.