Amber
Me despierto en el cuarto de Dylan recordando la pesadilla que tuve y fue más extraña que las otras. Me levanto y me voy a mi cuarto directo al baño. Mientras me ducho, por mi mente pasa lo que vi en el estudio de la casa de Nora. Dentro de la habitación secreta habían muchas cosas que podrían ser de los Allen, además podría haber alguna foto de mi padre, pero lo que me dejo inmóvil fue un cuadro colgado en la pared con la cabaña de mis sueños. Debo averiguar con lo que tome que significa ese cuadro y ver si en algún álbum hay alguna foto de mi padre. Tengo que decirle a Dylan lo que vi, además tenemos que sacarle la información a Nora.
Me arreglo para otro día de universidad, Ian se quedará en casa ya que él no empieza todavía. Recuerdo nuestra conversación ayer en la cocina.
— Te ayudo ¿Que tienes pensado hacer? — me pregunta llegando.
— Panqueques — le digo con una enorme sonrisa, es lo que nos gusta a ambos.
— Amber hay algo que quiero contarte — me dice de repente asegurándose que no venga nadie.
— Dime, que sucede.
— Hay un chico en la universidad del que tienes que tener mucho cuidado — me dice haciendo que deje la mezcla por unos minutos para mirarlo.
— ¿Quién es? — le pregunto, pero niega con la cabeza.
Y en ese momento entró Alex buscando algo y volvió a salir, pero no retomamos la conversación. Luego le preguntaré quién es el chico del que debo cuidarme.
Me visto y me coloco mi collar, los aretes y tomar la mochila para bajar a desayunar. En mi mente vuelve el sueño de anoche. Esta vez fue muy extraño. Dylan corrió junto al señor de siempre cuando teníamos 13 años, justo antes del accidente. Ambos entraron a la cabaña y minutos después que parecieron eternos escuche el grito nuevamente y fue cuando desperté.
Baje a desayunar y veo que Dylan aun no baja, su celular está en la mesa lo tomó y lo enciendo, lo dejó allí mientras preparo mi desayuno y el de él.
El celular de mi hermano comienza a sonar varias veces, extrañada camino a tomarlo para revisarlo, pero Dylan llega corriendo y lo toma.
—¿Quién te escribe tanto y tan temprano? — le pregunto alzando un ceja.
— Una chica con la que salí hace tiempo — veo que apaga el celular y le paso su plato.
— ¿La pelirroja? — le pregunto, pero ignora mi pregunta y comienza a comer. Se siente extraño, pero lo ignoro no quiero presionarlo.
De camino a la universidad me dice que tiene una importante prueba al final y que llegará tarde a la práctica.
— Tranquilo le digo a Ian que venga por mí o pido un taxi.
Salimos cada uno a sus clases. Las mías son cada vez más interesantes, respondo más preguntas que mis compañeros y Marcus no deja de alabarme cada vez que respondo bien. Al final de la última clase salgo en busca de aire, tenía mucho rato que no sentía que me asfixiaba y en mi salida tropiezo con el chico fuego de la fiesta “Tyler” que mira con el ceño fruncido, pero yo sigo mi camino.
Una vez fuera tomó aire por la boca varias veces intentando controlar mi respiración, pero ponen una mano en el hombro y hace que gire asustada.
—¿Te encuentras bien? — Es Steve y respiro un poco más aliviada.
— Si, solo que sentía que me asfixiaba junto con un pequeño hormigueo en mis manos — le digo entre jadeos tratando de que mi respiración se normalice.
En eso Marcus llega corriendo y entre jadeos me dice.
—¿Estás bien? Saliste corriendo cuando terminó la clase — se calla y le sonríe a Steve.
—Hey, Steve amigo mío, que bueno verte por fin— le dice Marcus y los miro extrañada de que se conozcan.
—Si por fin nos vemos — ambos se estrechan la mano y se giran a verme de nuevo.
—¿Está bien? — pregunta Marcus.
—Si lo estoy no te preocupes— le respondo y se despide de nosotros para irse.
Hablo con Steve por un buen rato y sin darme cuenta camino a su lado hasta que llegamos a su auto, me detengo al darme cuenta que no le avise a Ian para que me venga a buscar.
— Disculpa debo llamar a Ian para que venga a buscarme — le digo dando un paso atrás para irme de nuevo al edificio.
— Te llevo, no tengo ningún problema — detengo el paso y lo miro a los ojos, son del color azul que siempre los trae.
Acepto y me subo al auto con él y lo pone en marcha. Le aviso a mi hermano para que no se preocupe.
— ¿Por qué tus ojos cambian de color? el otro día los llevabas gris ¿usas lentes de contacto? — le pregunto y él hace una leve sonrisa.
— Es algo normal cuando dominas un elemento o más — dice y me mira por segundos — tú también lo puedes llegar hacer en cualquier momento.
— Me gusta mi color de ojos y no creo poder cambiarlos.
— Y son muy bonitos — y ese comentario me hace sonrojar — pero a veces el cambio no es voluntario, una vez que se cambian con el elemento que lo hizo siempre será así cada vez que tomes ese elemento.