Elementos (borrador)

DESCUBRIENDO EL UNIVERSO

Mackenzie

Mi nombre es Mackenzie y tengo 18 años, creerán que estoy loca cuando les digo que los cuentos con los que me iba a la cama se volvieron reales, porque desde los tres años, más o menos, mi abuela me contaba sobre un dios, su nombre era Catiosamani, era el dios del todo; mi abuela decía que él nació de la gran explosión, para ser más específica, del big-bang, que cuando vio que el universo estaba tan oscuro y sin vida decidió crear todo para que fuera grandioso.

El universo que el creo al principio se componía de más de un millón de planetas, en todos ellos había vida, creyó que él debía estar en un planeta el cual fuera para todos aquellos que quisieran visitarlo y aprender de él, así fue como creo el planeta cero, un lugar donde el viviría en paz y con las personas que quisieran estar con él, al ver que no había muchas personas y que estaba tan solo creo a una criatura, la cual podía cambiar de forma a su antojo, su nombre era cambioumaurio.

Durante toda mi infancia crecí con todas y cada una de las historias de mi abuela, desde la leyenda de la primera gran guardiana, hasta la historia de la grande y poderosa hechicera Calipsa, quien casi destruye el universo; pero mi favorita entre todas ellas era la historia en la que el gran dios del todo decide entregar su dones más preciados de la creación a los seres que habitamos el universo, mi abuela la llama la leyenda del pequeño cambioumaurio.

Flashback de cuando tenía cinco años o algo así.

 

-Abuela puedes contarla solo una vez y ya.

-Mackenzie ya es tarde debes dormir mañana tienes clases.

-Solo quiero escucharla una vez más.

-Está bien pero solo esta y te duermes.

Asentí con la cabeza porque escuchar esa historia me hacía que se me pusieran los pelos de punta, era una gran historia, tan entretenida como los libros que mi abuelo me había regalado un año antes se quedaban muy cortos.

-Bueno, un día de tantos el grande y poderoso dios del todo estaba hablando con  su más fiel compañero, cambioumaurio y le dijo, “querido amigo lo he estado pensando y creo que es momento de entregar a todas las personas de mi creación mis dones, para que sepan cómo usarlos, que te parece si les envió a una elegida entre tantas, ella será la guardiana de estas personas, entrenara a los elegidos y les enseñara a manejar el don asignado a cada uno de ellos, para así al final cuando llegue mi hora ella pongan en orden el universo y yo pueda irme en paz”, a lo que su compañero le contesto, “Señor mío, no creo que sea prudente, ellos apenas están aprendiendo como es su vida en cada uno de sus planetas, así que entregarles tales regalos sería un desperdicio, porque no tendría la idea de cómo hacerlo que se debe con sus dones, además no creo que usted se valla, porque pues es el dios del todo al final de cuentas”, pero el gran dios del todo estaba en desacuerdo con la pequeña criatura, así que él le dijo “Si crees que eso sería un desperdicio entonces serás el guía de esta guardiana y le enseñaras como entrenar a cada uno de los elegidos para que puedan controlar sus dones, además recuerda querido amigo que cuando un fruto cae ahí uno nuevo para tomar su lugar”, entonces el pequeño se tragó todas sus palabras y acepto ser el guía de todas las guardianas, al gran dios se le hacía que era un castigo digno para el pequeño, así que ahí es donde está el cambioumaurio, cuidando y guiando a cada guardiana, pero bueno es hora de dormir porque mañana tienes escuela- mi abuela se levantó de la cama y antes de salir de mi habitación apago las luces y luego cerró la puerta.

Fin del flashback

Mi nombre es Mackenzie pero mis amigos me llaman Ken, lo sé es raro que te llame como un muñeco de Barbie. Cuando recién cumplí 18 años mi madre y mi abuela se habían estado comportando muy raro no sabía a qué se debía, un día de tantos yo volvía estar en la casa de una amiga, me asome por la ventana y ahí estaban mi madre y mi abuela sentadas en un sofá de la sala, no sabía si me estaban esperando o solo estaban ahí, para hablar de lo que haría con mi futuro, de ahora que deje la escuela; en fin, saque mis llaves de una bolsa de mi pantalón y entre a la casa.

-Te estábamos esperando Mackenzie- me dijo mi abuela al entrar en la habitación.

-Bueno abuela ya llegue así que para que me esperaban- me senté en el sofá frente a ellas.

-Veras querida, recuerdas las historias que te contaba la abuela antes de ir a dormir.

-Lo recuerdo madre pero que tiene que ver eso con lo que me quieren decir.

-Bueno hija es complicado decirlo y aún más entenderlo, pero tú eres una de ellas.

-¿qué es lo que quieres decir madre?

-Que eres una guardiana como tu abuela y yo, de hecho vienes de la dinastía de guardianas más antigua jamás conocida por el hombre y ahora debes de cumplir tu tarea y encontrar a cada elegido.

-Madre es en serio, me estás diciendo que soy una guardiana y que tendré que salir por el mundo o tal vez el universo buscando a personas que no se si existan o por lo menos que estén conscientes de que tienen un don especial, recién cumplí 18 años y sería mejor buscar una buena excusa sacarme de la casa.

-Mackenzie, conserva la calma y escúchame bien eres una guardiana y no lo puedes cambiarlo, así que debes e convencerte de eso.

-Pero abuela, esos son cuentos de niños para mandarlos a la cama y que no tengan pesadillas.

-Entonces no me crees- mi abuela se levantó del sofá y luego hizo que yo me levantara de mi asiento, me tomo del brazo y me llevo a la cochera.




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