Elementum Ii: Aqualius

Capítulo 8

Aqualius se acercaba al cuerpo de Brigit como si de un imán se tratara cuyo poder de atracción lo atraía instantáneamente y en el momento en el que sentía que perdía cualquier control de su cuerpo por aquella criatura que era la única capaz de nublarle el juicio y hacer cosas inimaginables, hasta podía notar como su propio poder se le descontrolaba y estaba seguro de que la temperatura del comedor habría bajado varios grados centígrados, en el momento en el que sus labios casi rozaban los de ella, sintió que alguien más acababa de entrar en Plactarium.

— ¡Buenos días pequeña! —la voz de Ventus hizo que Brigit abriera los ojos y a su pesar Aqualius no estaba, giró la vista y volvía a estar al otro lado de la mesa, como si nada hubiera pasado y metiendose un nuevo cucharón de cereales.

— Buenos días —contestó Brigit con poca emoción, más bien podría dar la sensación de que acababa de despertarse.

— ¿Por qué hace tanto frío aquí? —preguntó Selena entrando en el comedor con un par de bolsas aunque la gran carga la traían el resto.

Aqualius no supo que responder, Brigit le miró y sonrió complicemente.

— Tenía calor —respondió Brigit adelantándose.

— Pues ya tendrías bastante, ¿No tendrás fiebre, no? —Selena se acercó a su hija y le puso una mano en la frente— ¡Estás helada! —gritó absorta haciendo que todos la miraran y Aqualius más concretamente.

— Estoy bien mamá —lo cierto es que se sentía un poco cansada, pero para nada tenía frío.

Selena la miró inquisidoramente y luego miró a Aqualius fijamente como si con esto tratase de averiguar algo.

Sentir la mirada acusadora de Selena sobre sus hombros le hizo bajar la vista al tazón de cereales, del que volcó de nuevo otro contenido para mantener la boca llena y así no poder conversar.

¿Intuiría algo Selena?, ¿Por qué sino le miraría de aquel modo?

Brigit y Aqualius se miraban de vez en cuando mientras todos se movían por el comedor colocando las cosas. Aqualius no podía dejar de observarla, sobre todo cuando ella se mordía el labio y en un momento dado sintió el roce del pie de Brigit en su pierna provocando que cerrara los ojos ante aquella sensación placentera de calor que le recorría.

— Brigit, tu temperatura corporal es demasiado alta, ¿Seguro que te encuentras bien? —le preguntó Forgos preocupado haciendo que ella pegara un bote de la mesa y se sonrojara.

— Si papa, solo me duele la cabeza un poco, nada más.

— Aqualius, te agradecería que la vigilaras por si le sube la temperatura más de lo debido —le terció a su hermano que en ese momento se mordió la lengua ante la actitud de ¨Brigit tras ser “descubierto”.

— Por supuesto. —contestó rápidamente. Si su hermano supiera que esa subida de temperatura solo se debía a él mismo jamás hubiera dicho que la vigilase.

— Estaré en mi habitación —Brigit lo dijo para todos, pero solo miraba a Aqualius cuando lo dijo y éste asintió con la cabeza mientras la veía darse la vuelta dándole una más que gustosa vista de su trasero bien formado embutido en esos pantaloncitos cortos que lo único que provocó fue un endurecimiento de sus partes masculinas.

En aquel momento pensó que se sentiría hacer el amor con una mujer, y la sola idea de poseer a Brigit le enloqueció.

— Voy a ir a Platorius —anunció de pronto levantandose.

Si no se iba de allí inmediatamente iba a seguir a Brigit hacia su habitación y si lo hacía sabía que nada ni nadie podía pararle para hacer lo que deseaba fervientemente con ella.

— No se si es seguro —respondió Theras.

— Necesito algunas cosas de allí —lo cierto era que lo tenía pensado, pero no había tenido tiempo desde que había estado allí.

— La entrada está bloqueada y la única forma de acceder es en cambio de fase —le respondió su hermano.

— Necesitaré desbloquear la entrada si quiero recuperar algunas cosas —meditó Aqualius.

— Llevamos todo a Ágora —intervino Forgos.

— ¿La fuente que había en mi estanque también?, ¿Y la pecera? —no sabía que sus hermanos habrían podido tener esa consideración.

— Si —respondió Ventus— Theras y yo llevamos todas tus cosas a Ágora. Forgos pensó que te gustaría tenerlas cuando volvieras y las llevamos allí porque Plactarium aún no estaba preparada.

— Gracias —palmeó el hombro de Forgos primero y después del resto de sus hermanos— Iré entonces a por ellas.

— Avisanos si necesitas ayuda —exclamó Forgos antes de que se marchara.

Tendría que volver a construir el estanque para colocar la fuente, pero él necesitaba estar rodeado de agua siempre y si se pensaba quedar en Plactarium aunque aún no lo tenía demasiado claro, tendría que tener un nuevo estanque para permanecer en equilibrio constante.



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En el texto hay: fantasia, romance, romance adulto

Editado: 06.09.2018

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