Elena: De amigos a rivales

Capitulo 4

~Elena~

¿Cómo carajos acabé uniéndome a la banda?

Cualquier otra chica hubiera estado encantada de estar dentro de Astrum, y darían hasta su alma por estar en mi lugar, pero no era mi intención, aunque los apreciara.

Y el idiota de Alec me dejó hundirme, sabia cuanto odiaba la presión.

Miré la hora en mi reloj de muñeca, estaba en el autobús, de camino a una entrevista de trabajo, no sería malo, solo necesitaba dinero por el momento…

De vendedora de zapatos, así comenzaría mi inicio.

Día uno en el trabajo

<<!Ya me quiero ir!>>

Solo llevaba veinte minutos y ya quería irme de la tienda, pasé la entrevista, me había ido demasiado bien, seguro porque el gerente le parecía una cara adecuada para la venta.

Los zapatos eran un encanto, los contemplaba mientras los acomodaba en el aparador.

––Al menos me hacen descuentos por trabajar aquí…––me decía para animarme. Salía hasta las siete de la noche, y apenas eran las diez de la mañana, quería llorar, pero me animaba la idea de mi paga, el viernes iría a inscribirme a la universidad que escogí y las comisuras de mis labios se elevaron.

Jamás se es tarde para estudiar, me solía decir mi madre.

––¡Bienvenido! ––saludé cuando entró un cliente (mi primer cliente) saqué mi encanto de persona para poder vender o me echarían. Pero la sonrisa desapareció cuando vi quien era.

––Así que lograste encontrar trabajo––Dijo Alec con una sarcástica risa, quitándose una gorra roja.

<<Ay no…>>

––La gente rica como tú jamás lo entendería, a ti te pagan todo, yo debo obtenerlo por mi cuenta––dije con voz quejumbrosa. ––¿Y qué haces aquí? Solo vendemos zapatos para mujer––

––¿Me estas echando? ¿A un cliente? ––decía fingiendo un sollozo. Me acerqué para sacarlo de la tienda, solo me estaría jodiendo como siempre lo hace. ––Oye, oye. Si me echas deberé quejarme con el gerente––decía tras un gesto burlista.

––¡Cállate! Solo vienes a molestarme––grité cansada––¿No tienes que ir a clases? ––pregunté gruñendo.

––Hoy nos dieron libre––respondió con indiferencia. Por la diferencia de estatura, no lo estaba moviendo ni un poco––Me alegra que te estes esforzando por tu cuenta, vales mucho––dijo de repente con seriedad.

––¿Qué cosa? ––pregunté sorprendida, dejando de tirar de su brazo.

––Que no buscas tipos con dinero para que te mantengan––dijo tras darme una palmada en la espalda. ––Muchas chicas se acercan a nosotros por popularidad y dinero…o sexo, en este momento no confío en las chicas, pero si en ti––y me sonrió tenuemente, aunque casi parecía que se lo decía para sí mismo.

––Actúas raro––musite tras mirarlo fijamente hasta que se armó un escándalo: un grupo de fans había entrado a la tienda, como un pandemonio.

Mi jefa había salido preocupada, temiendo que fuera un robo, pero luego de acomodarse los anteojos, reaccionó como el grupo de chicas que rodeaban a Alec, emocionadas, pidiéndole fotos y autógrafos.

Yo torcía la mirada con aburrimiento.

––¡Elena, no habías dicho que el cantante de esa banda popular era tu amigo! ––me dijo de repente la gerente con ojos prismáticos. ––¿Cómo era…? ––

––Astrum––dije con indiferencia.

––Sí, esa misma––su sonrisa se ensanchaba más. ––Bueno, sigue así. Cielos, esto le dará fama a la tienda––decía emocionada hacia su oficina.

––Bueno, me voy––dijo el rubio acomodándose los anteojos, me sonrió mientras se retiraba de la tienda con un gesto burlón. Se detuvo en seco en la puerta y se giró para verme, no entendí su mirada, su porte era seria y confiable; se había puesto la gorra de nuevo para que no lo reconocieran rápido y se fue.

––¡Alec! ––grité enfadada cuando llegué al departamento, tirándole mi bolso en su cara, dándole justo al blanco.

––¡Ay! ¿Por qué hiciste eso, idiota? ––Preguntó mientras se frotaba la frente. ––¿Quieres pelea?

––¿Por qué no has arreglado la habitación? Llevo ya un mes aquí, y sigo durmiendo en tu cama…contigo––decía con nervios mientras lo señalaba inquiridoramente. ––¡Pervertido! ––

––¡¿A quién llamas pervertido, idiota?! Te di posada gratis––Refuto gruñendo. Me callé porque era cierto lo último, sin embargo…

––¿Pero porque debemos compartir cama? ––Pregunté rendida, cayendo de rodillas.

––¿Qué tiene? Me parece divertido––dijo guiñándome el ojo, su tono había sido lascivo.

––¡Idiota! ––le tiré esta vez una maceta que logró esquivar, mi rostro se había puesto rojo.

––No tengo otra cama, así que o duermes conmigo, o el sofá––dijo Alec cruzando los brazos frente a mí. Lo miré desafiante.

Por fin me acosté en la cama, estirándome con gusto, mientras que el rubio se acomodaba de mala gana en el sofá, escuché como le pegaba a su almohada entre gruñidos.

Día 2 en el trabajo

Estaba contenta tras el mostrador, mirando un sobre grande y amarillo, leía los papeles de matrícula para la universidad, se podía sentir mi felicidad en el aire.

Las siete de la noche, por fin mi turno acabó.

––Buen trabajo hoy, Elena––me dijo mi compañera chocando palmas conmigo. Llevaba más tiempo que yo trabajando y era buena persona. ––Así que por fin matriculaste, me alegra por ti––

––Gracias, estaba esperando este día––dije orgullosa de mis papeles, lista para empezar en dos semanas, ser medica era mi sueño, volver a mi amado pueblo y atenderlos.

––Estoy segura de que lo lograrás––me dijo mientras terminaba de ponerse su abrigo. ––¿Qué opina tu amigo famoso? ––preguntó con curiosidad, era la única mujer cuerda que no me hostigaba por conocerlo ni vivir con él, además de guardar el secreto, a ella le daba igual la banda.

––Le parece fabuloso––respondí con gesto flemático, desde luego que me apoyaba, y que me esforzara por mi cuenta, sin pedirle dinero, gruñí a lo bajo, ya que por un lado era tacaño al decirlo.




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