Por fin estaba de vacaciones de la universidad.
Vacaciones, luego de tanto esfuerzo y sacrificio.
Logré pasar los bloques y las practicas mejoraron.
Astrum me dio bonificaciones por mis canciones y con eso logré reunir para varios semestres. Me sentía libre ya que tenia los gastos del apartamento.
Alec me rogaba que volviera con él, pero yo no quería, tenia en mi mente a dos increíbles chicos, mi corazón no de decidia por uno…
Julio era quien me vibraba más, Alec era más romántico.
Suspiré mientras terminaba de acomodar los zapatos de promoción en el acaparador.
Recibí una llamada de mis padres, hacia meses que no los veía y los extrañaba.
Si me unía a la banda, ganaría dinero suficiente para costear mis cosas, miré la tienda dubitativa hasta que alguien me sacó de mis pensamientos.
––¡Es tu culpa! ––chilló Leslie entre lágrimas, dándome golpecillos con sus pequeñas manos.
––¿Y? ¿Ahora que hice? ––pregunté tras voltear los ojos y apartándola de mí.
––¡Julio me rechazó! ––sollozó entre mis brazos, mis intentos de apartarla fallaban. ––¡Rosa y tú lo tienen atado! ¡Bruja! ––
––No me metas en ese lío. Siempre tiene a Rosa en su mente––dije de soslayo, en el fondo rabiaba que no la abandonara, era terco.
«¿Qué hizo Rosa para eso?» Pensé con leves celos.
Recordé que desde que conozco a la banda, Leslie siempre era apegada a Julio.
––Ya, ya. Están los gemelos, te gusta su atención––la molesté tras darle caricias en su cabeza. ––O Iván.
––¡No bromees! ––exclamó tras secarse las lágrimas.
Por suerte era la única dependiente en la tienda, sino Leslie hubiera sido quemada en redes, no les agradaba a mis compañeras…
––¿Y que pasó? ––pregunté mientras regresaba a la caja.
––Le di un beso y me apartó, dijo que no era correcto, que solo era su amiga.
––Entiendo, él- ¿Cómo que le disté un beso? ––y la fulminé con la mirada.
––¡Porque lo amo! ––declaró con el ceño fruncido.
Yo la miré como si hubiera dicho que besó a un unicornio.
––¡¿Amor?! ¿Tú sabes lo que es el amor, Leslie? Tú te enamoras más rápido que el WiFi en casa de mi abuela.
––¡No es cierto! ––respondió ofendida, cruzándose de brazos. Parecía una galleta enojada.
––Sí es cierto. ¡Hace dos semanas decías que querías tenerle bebés a Iván!
––¡Fue una metáfora! Solo bromeo con él como de costumbre.
––Pues fue una muy gráfica, por cierto…
Ella intentó pegarme de nuevo con sus manitos de algodón, pero la esquivé como ninja cansado.
––¡Tú no entiendes! ¡Julio me miró diferente esa vez que le pasé el cable del bajo! ¡Había chispa!
––Probablemente era estática, Leslie. El bajo no da electricidad, pero tú sí das pena.
––¡Bruja! ¡Rosa y tú me lo alejan a propósito!
––¡Yo solo me le acerco cuando habla, no cuando duerme como tú!
––¡No lo estaba viendo dormir! ¡Solo estaba… admirando su postura de descanso!
––Ajá. ¿Y por qué tenías la cámara prendida?
––¡Era para TikTok!
––¡¿Y qué, ibas a subirlo como "El ángulo estético de Julio dormido vol. 1"?!
Nos miramos unos segundos. Leslie frunció el ceño, yo apreté los labios… y luego soltamos la carcajada al mismo tiempo.
Ella terminó tirada en el sofá de la tienda, abrazando una caja de zapatos, y yo me senté en el mostrador, sacando un caramelo de menta de mi mochila.
––Julio es un caso perdido, Leslie ––le dije mientras chupaba el dulce––. Entre Rosa, tú y mi corazón confundido, va a terminar metiéndose a monje.
––¿Monje de qué? ¿Del rock?
––¡Imagínatelo! "Hermano Julio de las cuerdas sagradas".
––Amén.
––Y castidad.
––¡NOOOOO! ––gritamos las dos al mismo tiempo, tapándonos la boca de puro susto.
Una señora que entraba a la tienda se detuvo y nos miró como si vendiéramos locura en lugar de zapatos. Yo solo le sonreí como si todo fuera parte de un musical.
––Bienvenida, ¿quiere zapatos o chismes?
La señora se retiró indignada y solo imité su gesto.
«¿Porque Leslie vino aquí de igual forma?» me pregunté al verla en el sofá, tratando de calmarse. No éramos amigas realmente.
Y entonces, como si el universo dijera: `` ¿Crees que ya es suficiente caos? JAJA, espera esto``, la campanita de la puerta sonó.
––¡Hola! ––canturreó Rosa, entrando como si flotara sobre una nube de perfume caro y ego desmedido.
––Nooo ––susurré para mí––. Dios mío, reinícienme. Me bugueé.
––¡Rooosa! ––gritó Leslie, sentándose como resorte––. ¡Julio me rechazó!
––¿Otra vez? ––respondió Rosa con una ceja arqueada y media sonrisa de lástima profesional. Ya se conocían por lo visto––. Ay, amiga, es que tú no entiendes los códigos no verbales. Yo sí sé leerle los ojos.
––¿Y qué decían sus ojos? "Auxilio, ¿Rosa me observa mientras duermo? `` ––dije entre dientes, sin poder evitarlo.
––No, querida Elena ––respondió Rosa, volteando hacia mí con esa sonrisa que podría derretir cera, pero congelar la amistad––. Decían “estoy cansado de niñas inmaduras… necesito algo más... maduro. Estable.”
––Ah, entonces te estaba mirando a ti como quien ve una ensalada sin aderezo. Mucha pinta, poco sabor ––dije mientras tomaba el escáner de precios como si fuera una espada láser Jedi.
––Ay, qué graciosa eres, Lena. Siempre tan... creativa ––dijo, estirando la palabra como si “creativa” fuera sinónimo de ridícula––. ¿Y tú qué tal con Alec? Me dijeron que anda rogando por ti como si fueras la última empanada en una feria.
––Y tú lo andas mirando como si fuera la empanada con más salsas ––le rebatí, señalándola con el escáner.
––Por favor. Alec no es mi tipo. A mí me gustan los chicos auténticos. Como Julio. Tan... profundo.
––¿Profundo? El otro día se quedó mirando una pared pensando que era una pintura moderna.
––¡Exacto! Tiene alma de artista. Lo superficial no lo distrae. Por eso... quizás no te ha escogido ––me dijo con esa dulzura que se siente como papel lija.
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Editado: 10.08.2025