Asentí en agradecimiento a la camarera que nos sirvió unos cafés y miré a Kevin Lans, el hijo de mi amiga y jefa, era un universitario de veintitrés años, media melena desigual y unos cálidos ojos pese a haber sido asaltado por mi en plena calle.
- Gracias por aceptar parar un momento para tomar algo. - Inicié la conversación y él simplemente asintió.
- Angela me dijo que tenías mi cartera. - Me respondió calentando sus manos con la taza de café.
- Oh. - Lo recordé y recogí del asiento mi bolso, buscando en él hasta dar con ella. - La encontré tirada en el suelo pero ya te habías ido. - La dejé sobre la mesa y la deslicé hacia él. - Iba a dejársela a tu madre en su despacho, pero te e visto y no quería perder la oportunidad de hacerlo en persona y disculparme nuevamente por el incidente.
- Está bien, ya lo hizo ayer y no es realmente necesario ya que no salí herido. - Habló y me sentí más relajada de que fuera así su reacción. Sonreí y cerrando mi bolso comenté.
- No habría sabido quien eras de no ser por tu documentación de identidad. No te pareces en nada a tus padres, ni a la foto que Angela tiene de ti como bebé en su mesa. - Lo miré a tiempo de verlo sonreír apenado.
- Le e dicho mil veces que quite esa foto. - Me hizo saber y sonrió. - Era un bebé realmente feo.
- Bueno, quédate tranquilo, ahora eres un muchacho bien apuesto. - Sonreí y la expresión de asombro en su cara, me hizo apresurarme a aclararle. - No digo que el bebé de esa foto fuera feo. Sinceramente tiene unos cachetes adorables. - Hice la intención de apretar mis propias mejillas y Kevin se rió. Bajé mis manos complacida por la espontaneidad de su delicada risa y las apoyé en mi regazo. - ¿Estudias moda como tu madre hizo?. - Le indiqué la carpeta de dibujo que llevaba y él la observó sobre su asiento.
- Siempre e crecido entre telas y bocetos, así que me pareció lo más adecuado. - Asintió y me miró.
- Ahora comprendo porque Angela está tan contenta con su hijo. - Cogí mi taza y apunté. - Cualquier madre lo estaría si su hijo sigue sus pasos y además la visita semanalmente. - Bebí del café y sonrió ampliamente.
- Si no lo hago me quitará las tarjetas. - Respondió y me advirtió. - No le digas que es el único motivo por el que soy constante en esas visitas. - Juntó sus manos a forma de rezo y me reí, por lo que sonrió gentilmente.
A la salida del café casi fui arrollada por una bicicleta, si no llega a ser porque Kevin tiró de mí.
- ¿Estás bien?. - Me preguntó Kevin y lo miré frente a mi, dándome cuenta de que sus manos estaban firmes en mis brazos y el espacio entre nosotros había dejado de existir.
- Si, creo que si. - Respondí y Kevin me sonrió, bajando sus brazos.
- Me alegro. - Dijo volviéndose para coger su bicicleta que había dejado aún lado de la puerta del café. - Vamos juntos. - Me propuso acercándose con la bicicleta y miró en la dirección en la que debíamos de ir. - Has dejado tu coche por allí y mi Universidad está en la misma dirección. - Explicó caminando apenas unos pasos para darme tiempo de asentir y caminar con él. Me subí el aza de mi bolso y metí la mano dentro, para sacar mi teléfono y comprobar que no tenía ninguna notificación de Abril. - Angela me dijo que ayer fue tu cumpleaños. - La suave voz de Kevin me hizo mirarlo, y asentir.
- Si. - Respondí guardando el teléfono en mi bolso.
- Treinta y nueve. - Comentó empujando su bicicleta y mirándome. - Angela también lo dijo y que te había conseguido una cita.
- ¿Que más dijo?. - Quise saber molesta y Kevin sonrió por ello.
- Eso fue todo. - Miró al frente y agradecí en silencio que así fuera sido.
- No me había dado cuenta antes de que llamas a tu madre por su nombre. - Le comenté y asintió parándose en un paso peatonal, mirándome para ver si yo hacía lo mismo.
- Dice que soy muy grande y si la llamo mamá en público la haré parecer vieja. - Me sorprendí abriendo mucho mis ojos y Kevin sonrió. - No sabía que Angela tenía una amiga tan divertida. - Expresó su agrado y miró la carretera. Hice yo lo mismo y observé luego a Kevin, me gustó ser alabada de aquel modo por un muchacho a el que casi doblaba la edad.
- Gracias por devolverme la cartera. - Me agradeció Kevin cuando llegamos hasta donde dejé el coche.
- A ti por hacerme pasar un rato agradable. - Le respondí parándome y sonriendo.
- También a sido agradable para mi. - Contestó subiendo en la bicicleta y mirándome antes de irse. - Felíz cumpleaños. - Sonrió y se marchó entonces.
- Es un muchacho encantador. - Me tomé el gusto de alabar a Kevin frente a su madre, cuando esperaba con ella en la cola de la cafetería de la empresa. Angela sonrió y pude notar como su orgullo de mamá se agrandó.
- Que no te engañe. - Me respondió avanzando en la cola y sonrió. - Es igual de adulador y descarado que su padre. - Di apenas un paso detrás de ella y la miré curiosa.
- ¿Damián era adulador y descarado?. - Sonreí. - Definitivamente no conocí al mismo Damián que tú. - Confirmé y Angela sonrió.
- No le diré que has dicho eso. Sabes que te aprecia, le partiría el corazón. - Habló Angela totalmente en serio y se hizo atrás para pegarse a mi y peservar de los demás lo que estaba por enseñarme en su teléfono móvil. Su dedo deslizó por la pantalla un total de cinco fotos profesionales de su hijo, posando con ropa casual en un set de grabación.
- Oh Dios. Tan guapo, ¿seguro que es hijo de Damián?. - Exclamé exageradamente a propósito y Angela apagó su teléfono lanzándome una mirada de advertencia.
- Muy graciosa. - Junté las manos e incliné la cabeza pidiéndole disculpas en silencio. Angela me negó y avanzó hasta el mostrador. Sonreí y me situé a su lado.
- Dos cafés con nata. - Ordenó Angela que tendió su tarjeta en el mostrador y una de las chicas la cogió.