- ¿Quien es ese chico?. - Le pregunté a Abril cuando estacioné el coche en la puerta de casa.
- Mi novio. - Me respondió abriendo la puerta y queriendo bajarse.
- ¿Tu novio?. Apenas tienes trece años y ese chico parece mayor que tú. - La increpé por lo que no llegó a bajar del coche y me miró molesta. - No me gusta.
- Tampoco me gustó que abandonaras a papá y lo hiciste pese aque te pedí que no lo hicieras. - Su ataque me sentó como un cubo de agua fría y una sonrisa asomó en sus labios. - Ninguna tendremos lo que queremos.
- Abril. - La frené del brazo cuando estaba por bajar del coche y se soltó rudamente de mi mano.
- Papá me a contado que la otra tarde fuiste a verlo a su despacho y que lo rechazaste cuando intentó que volvieráis. - Me contó y bajé mi mano. - Tenías que estropearlo todo. - Me acusó, mucho antes de poder decir algo y bajó del coche cerrando la puerta de un portazo. Me llevé la mano a la cara y la observé correr hasta la puerta de fuera.
- Abril. - La llamé y rápidamente cogí de la guantera del coche las entradas que había comprado a primera hora de la mañana y salí del vehículo. - Abril, espera. - Le pedí acercándome a ella y tendiéndole las dos entradas, que ella miró con indiferencia.
- Son para año nuevo, había pensado que podría llevarte y pasar el día juntas. - Le dije mostrándole una sonrisa.
- Ni siquiera son del grupo que me gusta. - Me respondió.
- Oh. - Miré las entradas y luego a ella. - Puedo cambiarlas, solo dime que grupo te gusta. - Abril dejó escapar un suspiro cansado.
- Olvídalo. Papá ya me a comprado las entradas que quiero e iré con Claudia. - Me dijo y se marchó hacia la verja de casa, me quedé mirándola hasta que entró a través de la verja exterior sin ni siquiera volverse para mirarme.
- ¿Que le has dicho sobre la otra tarde?. - Le pregunté a Adam por teléfono, sentada en mi coche y con las entradas aún en la mano.
- ¿Que crees que le e dicho?. - Me devolvió la pregunta y no esperé para responder yo a su pregunta.
- Que si no estamos juntos es porque yo no quiero. - Lo escuché esbozar una sonrisa.
- ¿Y no es acaso cierto?. - Me preguntó y apoyé la mano con las entradas en el volante. - Los tres seríamos una familia feliz si te dejaras de jugar y volvieras a casa.
- Eres increíble... - Me reí dando también con mi cara en el volante y colgué la llamada cuando pasé de la risa al llanto. Realmente no sabía que podía hacer para volver acercarme a mi hija, mi corazón sentía que no podía más y tan solo quería ver aquel pésimo día acabado. Lloré hasta que un golpe en el cristal me hizo dejar de hacerlo y ví la sonrisa de satisfacción en la cara de mi ex marido, estaba justo como él quería, devastada. Adam abrió la puerta y cuando lo hizo dejé de llorar, su mano se aferró a mi nuca atrayéndome a él y dejé caer las entradas para pararlo antes de que me llegara a besar.
- No seas tonta, Elena. - Me acusó y lo empujé, cerrando rápidamente la puerta y arrancando el coche me marché de allí.
Pasé el resto del día escondida en mi piso, sentada en el suelo junto a la cama y llorando, era cuanto quería y lo que hice aún si eso provocaba que tuviera un aspecto horrible mañana en el trabajo.
Solté sobre la mesa del trabajo mi bolso y miré la oficina a mi izquierda.
- ¿Donde están todos?. - Pregunté por la soledad del lugar y miré en la otra dirección, estaba completamente sola. Metí la mano en mi abrigo y saqué el teléfono móvil comprobando la hora y porque no, la fecha. Estábamos a treinta de diciembre y eran las siete y nueve minutos, dejé el teléfono en la mesa y me senté después en la silla que arretiré, la hora de entrada era a las ocho por lo que simplemente me recosté sobre la mesa y cerré los ojos.
- Elena. - Me llamaron y abrí los ojos viendo como mis compañeros de trabajo se acoplaban a su puesto de trabajo. - Elena. - Insistieron en despertarme y di un vote de la mesa. Salvador sonrió a mi lado. - Buenos días. ¿No se fue a casa ayer?.
- Si. Pero e llegado demasiado temprano hoy y me e dormido. - Le di una explicación mientras me llevé la mano a la cabeza.
- ¿Le duele la cabeza?. - Se interesó Salvador por el gesto de dolor que se mostró en mi rostro.
- Un poco. - Bajé la mano y me levanté, quitándome el abrigo.
- Elena. - Me volvieron a llamar y miré al fondo de la oficina a Martina, en la puerta de su despacho.
- Voy. - Respondí dejando el abrigo en el espaldar de la silla y observé como Salvador dejó para mi sobre la mesa, una botellita de zumo. Lo miré con sorpresa.
- Tómeselo, le sentará bien, es zumo exprimido de las naranjas que me envía mi madre desde el pueblo. - Sonreí a Salvador.
- Gracias. - Le agradecí y cogí la botella mirándola. - No sabía que su familia vivía en un pueblo. - Lo miré para verlo asentir orgulloso de sus raíces y sonreí también.
- Mis padres son agricultores allí. Si gusta algún día la puedo llevar de visita, no hay nada que relaje más el alma que pasar una tarde en conexión con la tierra. - Se ofreció y no estuve segura de entender su invitación.
- ¿Quieres ponerla a trabajar?. - Le preguntó Hugo que se acercó su silla a la mesa de Salvador y le robó de un lapicero un bolígrafo.
- No, claro que no. - Salvador se apresuró a hacérmelo saber. - Me refería aque allí es todo distinto a la ciudad y su movimiento diario. - Se mostró nervioso y suspiró sus siguientes palabras. - No se si me explico. - Sonreí y Hugo tomó la iniciativa.
- ¿Que tal si organizamos el viaje de después de año nuevo para ir a tu pueblo?. - Propuso y al observar que Martina me miraba a través del cristal de su despacho, los dejé hablando solos y fui hacia allí.
- Lo siento. - Me disculpé nada más entrar y me incliné ante los demás allí presentes.