Dejé sobre la mesa del bar mi vaso de agua con gas y sonreí incómoda al ver la mirada de un compañero sentado enfrente.
- ¡Tan aburrida bebiendo esa basura en medio de una celebración!. - Me dijo y su voz se elevó por sobre todas las demás del local.
- Después tengo que conducir hasta casa. - Respondí sin dejar que su visible estado de embriaguez me afectara.
- Babuchadas. - Exclamó poniéndose en pie y cayendo casi sobre Salvador que se sentaba a su derecha. - Perdona. - Se disculpó Víctor poniéndole la mano en el hombro para apoyarse y cayendo luego desplomado en la silla. Un claro síntoma de hipo salió de su garganta y Salvador evitó que cogiera su vaso de cerveza.
- Creo que a bebido de más, señor Víctor. - Le avisó Salvador y aunque Víctor levantó el dedo indice a la altura de su cara para debatirle aquello, el hipo lo impidió.
- Tengo que ir al baño. - Se levantó de nuevo y caminó pasando por detrás de Salvador y del resto de nuestros compañeros que ocupaban ese lado de la mesa. Salvador esperó hasta verlo adentrarse en el pasillo donde estaba los aseos para mirarme.
- Mañana no se podrá levantar. - Le pareció gracioso y a mi también, pues emití una sonrisa sonora y paseé luego la mirada por el resto.
- Debería de irme ya. - Comenté finalmente con Mary sentada a mi lado y ella me miró. - Mañana tenemos mucho que hacer y prefiero tener la cabeza fresca. - Me excusé poniéndome en pie y cogiendo luego mi bolso y abrigo del espaldar de la silla.
- Gracias por haber venido. - Me agradeció Mary que sostuvo la bufanda que cubría su cuello y sonrió. - Gracias también por el regalo.
- No a sido nada. - Respondí gratamente y observamos aún grupo de universitarios que entraron alborotadores por la puerta del bar.
- También me voy ya. - Habló Salvador poniéndose en pie y cogiendo su chaqueta, para inclinarse y mirarme después. - ¿Salimos juntos?. - Le asentí y me puse mi abrigo mientras lo esperé dar la vuelta a la mesa.
- Nos vemos mañana. - Nos despidió Mary doblemente, ya que su mano también lo hizo.
- Ten cuidado al regresar a casa. - Le pedí y al ver que Salvador me esperó, caminé con él. Los dos salimos por una puerta de vidrieras y Salvador metió rápidamente las manos en los bolsillos de su chaqueta.
- Esta noche hace frío. - Dijo y asentí.
- Han dicho que seguramente nevará antes de que amanezca. - Le conté lo que había oído en la radio de camino al bar. - ¿Quiere que lo lleve a casa?. - Me ofrecí y negó al momento.
- Tengo mi coche aparcado a la vuelta de la calle. - Me indicó la calle y al mirar casi por instinto, mis pupilas debieron de dilatarse al ver a Kevin casi de espaldas hablando por teléfono, mientras se agitaba para combatir el frío de la noche. - Nos vemos mañana. - Se despidió Salvador y lo miré asintiendo.
- Claro. - Respondí con una sonrisa y cuándo se marchó, volví a mirar a Kevin que se le quedó mirándolo al pasar por su lado y se volvió después, cruzando su mirada con la mía como si todo lo demás desapareciera y fuéramos los únicos en existir. Mi corazón se aceleró al descubrir que fácilmente podía gustarme el hijo de Angela, pensar en ello me hizo reaccionar e ir rápidamente para mi coche mientras luché por encontrar su llave en mi bolso, cayéndose estas al suelo cuando por fin di con ellas.
- Ni siquiera ibas a saludar. - Escuché a Kevin que se incorporó a mi lado con mis llaves y se las cogí.
- Tengo prisa, disculpa. - Le respondí sin atreverme a volverlo a mirar a los ojos y girándome para introducir la llave en la cerradura. Tan rápido abrí la puerta subí al coche y estaba por cerrar cuando miré a Kevin, su expresión era la de un gatito que dejas tirado en la calle, con hambre y frío. - ¿Que haces por aquí?. - Le pregunté incapaz de dejarlo sin más.
- E venido con unos amigos. - Respondió y observé el bar donde yo había estado.
- Ya veo... - Le sonreí cordialmente.
- ¿Que hacías tú?.
- Es el cumpleaños de una compañera. Pero se me estaba haciendo aburrido siendo la única sin beber y ya me iba a casa. - Le contesté como si nada y se mostró divertido por mi historia. - Me voy ya. No bebas demasiado. - Fui a cerrar la puerta, pero su mano me lo impidió.
- ¿Quieres que tomemos una copa juntos?. - Me ofreció y soltó la puerta a la espera de una respuesta.

Sentada en un sillón miré aún chico de aproximadamente la edad de Kevin que cantaba sobre un escenario.
- ¿No te parece que canta bien?. - Me preguntó Kevin que dejó sobre una mesa dos tazas de chocolate caliente.
- ¿Chocolate?. - Pregunté cogiendo mi taza mientras que se sentó en otro sillón.
- Con un chorrito de licor. Es la bebida estrella de este local. - Me respondió acomodándose y sosteniendo la taza entre ambas manos, le sonreí.
- ¿Vienes mucho por aquí?. - Le pregunté y sonrió él también apoyando su mentón sobre la palma de su mano y alzó las cejas de forma adorable.
- ¿Vas a investigar para contárselo a Angela?. - Me asintió y utilizó su otra mano para señalar al chico del escenario. - Es amigo mío desde que estábamos en el jardín de infancia y vengo a veces a verlo.
- Amigo tuyo. - Miré aún más curiosa al chico que había dejado de cantar y se inclinaba agradecido con los clientes del local, que se deshicieron en aplausos. Luego se incorporó y antes de abandonar el escenario, dirigió una mirada a nosotros.
- Espero que no te importe que te lo presente. - Habló Kevin cuando su amigo caminó hacia nosotros y me apresuré a dejar la taza en la mesa.
- ¿Que tal e estado?. - Preguntó este a Kevin, dándose los dos un apretón de manos.
- Has desafinado. - Le soltó Kevin que me miró y preguntó. - ¿Verdad?.
- Para nada. - Respondí e inmediatamente eso hizo endulzarse su rostro. Entendí que solo le bromeaba a su amigo al tiempo que lo hacía reparar en mi.