Paré mi vehículo a un lado de la carretera y mis labios se curvaron en una inesperada sonrisa, cuando ví caer los primeros copos de nieve que habían anunciado en la radio.
- Está empezando a nevar. - Dije y al mirar a Kevin sentado en el asiento de al lado, lo encontré con la cabeza ligeramente apoyada en el cristal de la puerta y parecía haberse quedado durmiendo. Verlo me arrancó una sonrisa aún más satisfactoria que la nieve y me permitió mirarlo abiertamente, sin miedo a ser descubierta, al menos hasta que sus ojos se abrieron y se posaron en mi con somnolencia.
- Me e dormido. - Susurró y cerró de nuevo los ojos para respirar profundo e incorporarse a continuación.
- Debes de estar muy cansado para dormirte así. - Kevin me miró y sonrió agradado. - Si estudias y trabajas al mismo tiempo, deberías de tomar un descanso de vez en cuando. No está bien que te sobrecargues y si enfermas podrías preocupar a tu madre. - Su sonrisa se tornó chistosa y sentí que había dicho alguna idiotez.
- Si enfermo... - Kevin se giró en el asiento y observé su mano que se posó en mi asiento. - ¿Te preocuparías por mi?.
- Claro... - La respuesta salió sola de mi boca y Kevin se recostó de costado en su asiento.
- Ojalá enfermara entonces. - Exhaló y aunque lo ví sonreír, me perdí en el parpadeo de sus ojos y en la calidez que estos desprendieron cuando el cuerpo de Kevin se echó sobre el mío, su mano se ajustó a mi cuello y sus labios me besaron. Debía de estar loca, fueron mis pensamientos al no rechazarlo aquella vez y corresponder a su pausado beso, lo que lo incitó a empujarme hacia él y seguir besándome.

En el interior de mi coche, bajo los primeros copos de nieve, en la noche al treinta y uno de diciembre di un paso adelante que sería difícil de volver atrás.
- Kevin... - Lo aparté suavemente de mi con mi mano en su pecho, cuando el deseo por vivir me pedía tomar un poco de aire.
- ¿Quieres saber cuando me empezaste a gustar?. - Me preguntó sin retroceder su cuerpo del mío y la curiosidad de mis ojos, le dieron mi respuesta. - El día que casi me atropellas. - Sonrió y regresó a su asiento, lo que fue un alivio para mi corazón que latía desesperadamente rápido.
- Apenas si cruzamos dos palabras ese día. - Le dije colocando mis manos en el volante y mirándolo.
- No fue en ese preciso momento. Ese día fui a comer a casa de mis padres y Angela recibió una llamada tuya. - Se sacó el teléfono móvil de su chaqueta y lo escuché hablar. - Tras colgar me estuvo hablando de ti y me enseñó fotos de cuando las dos ibais al instituto. - Miré su teléfono cuando lo giró en dirección a mi y ví que había fotografiado una vieja foto en la que su madre y yo aparecíamos con el uniforme escolar.
- ¿Te gusto por unas viejas fotos?. - Le reclamé, quizás esperando haberle gustado por algo mas que unas fotos cuando no tenía más de dieciséis o diecisiete años, vistiendo con uniforme. Kevin negó y mirando su teléfono pasó la foto, mostrándome otra donde las dos todas contentas vestíamos de animadoras. Me sentí tan avergonzada que quería matar a Angela por ir mostrando aquellas fotos. Kevin no se detuvo y al pasar de nuevo de foto, apareció la misma pero en esa ocasión la había recortado y solo aparecía yo. - Por Dios, borra eso. - Exclamé y cuando por instinto quise coger su teléfono, Kevin lo apartó de mi y me sonrió.
- No lo haré. - Miró su teléfono y lo ví hacerle zoom. - Eras y sigues siendo guapa. - Su voz sonó atrevida y me miró haciéndome estremecer.
- Angela tenía razón. - Kevin se mostró extrañado.
- ¿En que?. - Quiso saber dejando de lado su móvil que bajó hasta su regazo.
- En que eres un descarado y un adurador. - Le solté y alcancé su móvil quitándoselo. Lo primero que ví al mirar la pantalla fue una foto suya en un estudio, estaba completamente desnudo a excepción de unos boxer de una marca bien conocida. Lejos de apartar la mirada, cubrí mis labios con mis dedos y solo reaccioné cuando Kevin me quitó el teléfono. - ¡Espera!. - Le pedí y lo ví mostrarme de nuevo su foto como si aquel fuera mi deseo. En aquella ocasión tampoco aparté la cara, pero levanté mi mano cubriendo la pantalla de su teléfono. - No quiero verte desnudo. Solo que borres mis fotos. - Kevin se rió y negó.
- No lo haré. - Apartó su móvil de mí y se acomodó en el asiento.
- No puedo dejar que tengas esas fotos. Me avergüenza que anden por ahí. - Le dije y miré en la parte trasera del coche al escuchar sonar mi teléfono móvil dentro de mi bolso.
- Con lo que te e mandado estamos iguales. - Me avisó Kevin y lo miré.
- ¿Como tienes mi número?. - Le pregunté y agarré mi bolso.
- Se lo pedí a la chica que me estuvo tomando las medidas contigo. - Respondió mientras que busqué en mi bolso, pero Kevin me asaltó con un breve beso en la boca. - Me voy ya.
- ¿Ya... ?. - Pregunté, descubriendo que no quería que se fuera y cuando Kevin me sonrió dulce, entendí que era lo mejor o esa noche traspasaría todas las líneas y no sería capaz de mirar a Angela a la cara por la mañana. - Vete. - Kevin asintió y se apartó de mi, para abrir la puerta y salir del coche.
- Buenas noches. - Me deseó asomándose y le asentí simplemente. Kevin cerró entonces y lo observé pasar por delante del coche corriendo, cuando lo ví subir a la acera e ir hacia el edificio de apartamentos en el que vivía, suspiré y me toqué los labios.
- ¿Que has hecho, Elena?. - Me reclamé y dejé el bolso en el asiento de al lado para sacar el coche a la carretera e irme a casa.

Por la mañana, suspiré esperando un café en la máquina del pasillo.
- Tiene mala cara. - Me avisó Salvador que se paró a mi lado monedas en mano y sonreí sabiéndolo.
- No e pasado muy buena noche. - Le respondí y al estar listo mi café, fue el propio Salvador quien me lo entregó. - Gracias. - Le agradecí sosteniéndolo sobre mis dedos para evitar quemarme demasiado.