Como no esperaba ir a cenar a casa de mis padres, y nuestra relación casi había pasado a ser nula y fría, no había comprado ningún regalo y por ello me pedí la tarde libre. Pasar por casa y no llevar nada sería la antesala a una mala noche que quería evitar a toda costa.
- No vayas entonces. - Me dijo Kevin mientras mirábamos corbatas en una tienda del centro comercial cercano a la empresa.
- Mi hija estará allí, no puedo no ir. - Respondí y coloqué una corbata en su cuello, incliné a un costado la cabeza al ver lo bien que le sentaba y sonreí. - ¿Hay algo que al hijo de Angela no le quede bien?. - Lancé una pregunta a los cielos y dejé la corbata donde la cogí. Kevin hizo un gesto de molestia y apartó su mirada de mi. - ¿Que?. - Pregunté en ascuas.
- Deja de verme como el hijo de Angela. - Exigió y miré las corbatas.
- ¿Como haré eso?, eres su hijo. - Hablé, en un impulso había quedado con él para comprar los regalos de mis padres.
- Elena. - Me llamó y escuché dos voces pronunciar mi nombre, por lo que miré casi aterrorizada a la segunda persona y automáticamente sonreí de cara al exterior. - Hace mucho que no te veía. - Me ví asaltada por Amanda, ella era la madre de una de las amigas de Abril, una falsa amiga que no tardó en darme la espalda cuando me quedé sola.
- Mucho. - Respondí y miré a Kevin cuando ella también lo hizo.
- ¿Y este apuesto muchacho?.
- Es el hijo de una amiga. - Respondí colocando de forma afectuosa mi mano en el brazo de Kevin para contarle una mentira. - Quería comprar a su padre una corbata y lo estaba aconsejando. - Kevin me miró con sorpresa y sonreí mirando a Amanda que se echó a reír.
- Ya estaba yo pensando en que te habías buscado un novio que podría ser tu hijo. - Sus palabras me taladraron la cabeza y no pude más que sonreí. - Tengo que irme, me a gustado coincidir contigo.
- También a mi. - Me incliné y Amanda que imitó mi gesto se alejó de nosotros, suspiré aún con mi mano en el brazo de Kevin y lo miré cuando movió su brazo para hacerme quitar la mano.
- Feliz año nuevo, Elena. - Me deseó Kevin y pasó por mi lado para irse.
- Kevin. - Lo llamé siguiéndolo y tomé su mano fuera de la tienda, soltándolo tan pronto conseguí que se parara. - No podía decirle otra cosa. - Me excusé y junté mis manos a modo de súplica. - Lo siento. - Lo ví contener la curva de una sonrisa en sus labios y me sentí más tranquila, por lo que bajé las manos y le propuse. - Vayamos a otro sitio.

- ¿Vino?. - Miré a Kevin a mi lado y como su mano aferró la mía. Luego asintió y me hizo seguirlo dentro de una tienda de vinos.
- A mi padre le encanta que le regale vinos. - Me explicó y nos detuvimos dentro.
- Cierto. Le regalé una botella cuando acabé mi divorcio. - Hablé y aunque mis dedos intentaron soltarse de la mano de Kevin, fue realmente imposible hacerlo y solo pude dejarme llevar por él.
- ¿Que tipo de vino le gusta a tu padre?. - Me preguntó mientras miraba las estanterías repletas de botellas de vino debidamente etiquetadas. Y yo simplemente me perdí en la dulzura de su rostro. - Elena. - Su cara se volvió hacia mi y me sonrió al ver que él había captado por completo mi atención. Tosí apenada de verme como una chiquilla en su compañía y respondí a su pregunta.
- Le gusta los vinos fuertes. Adam siempre le llevaba una botella cuando íbamos a cenar. - Miré los vinos y seleccioné una botella. - Creo que esta estará bien. - La cogí y se la mostré, para darme cuenta que ahora era yo quien había captado su atención. - ¿Que pasa?.
- ¿Aun lo amas?. - Me preguntó, y fue la única persona que me hizo aquella pregunta en los dos años que llevaba separada.
- ¿Por qué debería hacerlo?. - Le pregunté y observé la botella de vino que sostenía. - Me engañó y seguramente lo hizo tantas veces a lo largo de nuestro matrimonio, sin yo saberlo. - Levanté la mirada hasta Kevin, sus ojos dulces me miraban intrigados. - Eres joven, no deberías de estar perdiendo tu vida y tu tiempo conmigo. - Desprendí con firmeza mi mano de la suya. - Creo que esto a sido un error.
- No veo que sea algo tan arriesgado como para perder la vida. - Respondió y me sonrió al tiempo que sus manos se pusieron en mis hombros, moviéndome hasta hacerme dar con la espalda en la estantería. - Si lo intentamos y no funciona me iré bien lejos y nunca más sabremos el uno del otro. Pero déjame mostrarte otra vez el amor. - Habló y sonrió antes de inclinar su cabeza y besarme en los labios, no dejándome más opción que sumergirme en el amor.

Paré mi vehículo frente a la mansión de mis padres y miré casi con angustia la grandes escaleras que llevaban hasta la puerta principal.
- Puedes hacerlo, Elena. - Me animé y saqué la llave, recogiendo luego del asiento del copiloto mi pequeño bolso blanco y dos bolsas. Dejé el coche y antes de que yo pudiera hacerlo una mano cerró la puerta por mi, en su dedo anular ví la vieja alianza de bodas que Adam y yo habíamos usado y lo miré molesta de verlo usarla aquella noche. - Gracias. - Le agradecí cuando él también me miró a mi.
- Estás hermosa. - Me dijo acercándose tanto que me ví obligada a dar contra el coche, sosteniendo las bolsas delante de mi. - ¿Te has puesto así porque sabías que iba a estar aquí?. - Me preguntó e intentó tocar mi cabello, pero golpeé su mano.
- Estoy aquí por mi madre y Abril, nada más. - Le dejé claro y girándome caminé para pasar por detrás del coche y subir las escaleras. Dentro una chica del servicio me recogió las bolsas y me indicó la sala.
- Los señores se encuentran esperándola. - Le asentí y al ver a Adam adelantarse a mi, lo seguí. Mi madre fue la única que se levantó al verme entrar y se acercó para recibirme en sus brazos, me sentí reconfortada al apoyar mi barbilla en su hombro y realmente oprimida, al ver que Abril no sólo no se levantó, si no que permaneció con la mirada en la pantalla de su teléfono móvil.