Había sido impulsiva y pedido a Kevin vernos esa misma noche en mi piso, era el único lugar donde sabía que no me encontraría a Angela. Me observé en el espejo del baño y me di la vuelta, me había pasado más de dos horas pensando que ponerme y acabé por usar una camisa y una falda ajustada, nada ostentoso.
- Demasiado corta quizás. - Me dije bajándome por detrás la falda sin demasiado éxito y asustándome cuando sonó el timbre. - No te asustes, Elena. Solo es Kevin Lans. - Me calmé a mi misma y salí del baño, apagando la luz y cerrando la puerta para acercarme a la entrada principal. Al abrirla ví a Kevin con las manos en los bolsillos de su abrigo y mirando curioso a un costado.
- Vives en un sitio muy raro. - Me dijo al mirarme y no lo entendí hasta que sacó una tarjeta de su bolsillo. - Tu vecina me a dado esto. - Se la cogí viendo que era la propaganda de un bar nocturno y lo miré entrar sin esperar a ser invitado.
- No deberías de coger cosas de desconocidas. - Le avisé asomándome al pasillo sin ver a nadie.
- Recuerdo que eras una desconocida cuando me paraste con tu coche. - Me replicó y lo miré tras entrar y cerrar la puerta. Sonrió al ver mi cara y se puso a quitarse los zapatos.
- Nunca fui una desconocida, te paré porque eras hijo de mi amiga. - Le dije subiendo el escalón y yendo directa al fondo. - Ponte cómodo. - Le indiqué el sofá al verlo entrar detrás de mi y admirar lo poco de valor que había en el pequeño pero cálido salón.
- Esto es pequeño. - Se sorprendió quitándose el abrigo.
- También me pareció pequeño la primera vez que entré. Pero después de dos años se puede decir que me e acostumbrado. - Le contesté rompiendo la tarjeta y tirándola en una papelera junto a una mesa de dibujo.
- Si vengo a menudo puede que también me acostumbre. - Lo miré viéndolo dejar su abrigo en el espaldar del sofá y acomodarse luego la camisa blanca que llevaba.
- Creo que eres la primera persona que viene después de Abril. - Le conté acercándome y tomando asiento en el sofá. Sobre la mesita había dejado preparada una botella de vino y la cogí mirando a Kevin. - ¿Te gusta el vino?. - Observé que su mirada estaba en otra parte de mi y al bajar la mía, ví que la falda se quedaba extremadamente corta al sentarme. - ¿Debería cambiarme?. - Pregunté mirándolo de nuevo y reaccionó.
- No hace falta. - Sonrió sentándose a mi lado y quitándome la botella. - No suelo beber vino pero es una noche especial. Nuestra primera cita. - Kevin me miró y aunque no había pensado en nuestro encuentro como una cita, sonreí con agrado.
- Lamento no haberte respondido el otro día. - Aproveché para disculparme y lo vi negar.
- Supongo que fuí demasiado impulsivo al decirte que te extrañaba. - Habló mirando la botella y la hizo girar en sus manos.
- Kevin... - Lo llamé y al mirarme lo besé brevemente en los labios, apartándome asustada cuando la botella se rompió al caer de sus manos al suelo.
- Lo siento. - Se disculpó apenado y sonreí.
- También te echaba de menos y me alegraba recibir tus mensajes. - Le hice saber y mi declaración lo hizo ignorar la botella rota, para volverse hacia mi y poner sus manos en mis hombros para hacerme caer en el sofá.
- Bien, porque me estaba muriendo por volver a besarte desde aquella noche en tu coche. - Me reconoció poniéndose sobre mi y pegando su boca a la mía.

Era la primera vez que mantenía relaciones sexuales desde mi divorcio y finalmente, podía asegurar que me había vuelto completamente loca para estar haciéndolo en el sofá y con el hijo de Angela. Con la falda subida y las piernas flexionadas, apreté contra mi el cuerpo de Kevin y exhalé una asfixiante bocanada de aire.
- Angela me matará. - Reflexioné con la mirada en el techo y Kevin que me besaba el cuello se rió incapaz de continuar. - No es gracioso.
- Menos gracioso es que me hables de ella ahora mismo. - Me respondió mirándome, con sus labios manchados de mi labial y una expresión de lujuria en su mirada. Acerqué mi mano a su boca y se los limpié con las yemas de mis dedos. - Si te preocupa lo que Angela diga deberías de habernos detenido antes. - Me agarró la mano poniéndola contra el sofá y cruzando sus dedos con los míos.
- ¿Como hacerlo?. - Le pregunté cuando sus caderas empezaron a moverse y giré mi cara, viéndonos reflejados en la pantalla de la televisión y no pude más que reconocer lo que ya sabía. - Me es imposible decirte que no.
- Elena. - Me llamó, agarrándome del contorno de la cara y besándome cuando me hizo mirarlo, no supe porqué mi nombre sonó tan bien en su boca.

- Si sigues suspirando voy a pensar que lo e hecho fatal. - Escuché a Kevin cuando suspiré por milenésima vez frente al espejo del baño y lo miré parado en la puerta, con su abrigo puesto y dulzura en su rostro. Era el mismo hombre con el que había hecho el amor y verlo me llenó de pudor.
- No pienses eso. - Le pedí y sonrió acercándose, me pasó el brazo por la cintura y se colocó detrás de mi, apoyando suavemente su mentón en mi hombro.
- ¿Puedo quedarme a pasar la noche?. - Pidió y me perdí en la imágen que los dos reflejábamos en el cristal. - Elena.
- No sería apropiado y esta noche ya e hecho muchas cosas que no lo son. - Me negué y vi como asintió bajando su mirada.
- ¿Te arrepentirás de lo que a pasado mañana por la mañana?. - Quiso saber y no supe que responderle, sus ojos volvieron a subir hasta el reflejo de los míos y sonrió. - Será mejor que me vaya. - Me besó entonces en la mejilla y al ir hacia la puerta, me sentí mal por dudar y dañarlo.
- Kevin. - Lo llamé girándome y se paró mirándome. - Me a gustado. - Sonrió y asintió tiernamente por varias veces.
- A mi también. - Levantó su mano a modo de despido y salió yendo hacia la puerta principal. Suspiré y me volví a mirar en el espejo.