Bajé mi teléfono mirando su pantalla, aunque sabía que Abril no me respondería no podía evitar llamarla cada noche.
- ¿Llamas a Abril?. - Me preguntó Angela y la miré salir al porche trasero de la casa de su padre, en bata y con dos tazas humeantes. Asentí dejando el teléfono junto a mi en el sofá de exterior y cogí una de sus tazas cuando me la ofreció, viendo que se trataba de un té caliente.
- No quiere responder a mis llamadas desde año nuevo y tengo miedo de ir a verla a la puerta del Instituto. - Le conté apoyando los brazos en mis piernas y calentando mís manos con el calor de la taza.
- ¿Has hablado con su padre?. - Me preguntó y negué emitiendo una sonrisa irónica.
- Mi hija no quiere hablar conmigo y yo no quiero hacerlo con su padre. - Bajé la cabeza y respiré hondo. - Soy un fracaso. - Reconocí.
- No lo eres. - Me respondió Angela y miré como dejó su taza en la mesa de exterior frente a nosotras. Luego me pasó un brazo por sobre los hombros y me aseguró abrazándome. - Solo estás pasando un mal momento y los malos momentos pasan de largo tarde o temprano.
- Deberías de odiarme. - Le expuse y me miró recelosa.
- Eres mi única y verdadera amiga en este mundo, ¿que haría sin ti?. - Negó dejándome de abrazar y recuperó su taza. Sonreí y le recordé.
- Estuvimos muchos años separadas y te fue bien.
- Si llamas bien a pasarme el día en el despacho y tomar café sola en la cafetería. - Bebió de su té y observé el mío.
- Lo siento, Angela. - Me disculpé de nuevo cogiendo la bolsita del té por su cuerda y moviéndola dentro de la taza. - Kevin no es más que un niño, puede permitirse ser impulsivo y cometer errores, pero yo debería de haberlo evitado a toda costa. - Suspiré e hice aún lado mis manos con la taza para hundir la cara en mis brazos y llorar.
- No seas tonta. - Escuché a Angela al tiempo que frotó mi espalda y me dio en ella unas palmaditas preguntando. - ¿Quien puede frenar los sentimientos?. Si no, mírate. Esta mañana te has molestado porque Alexandra estaba cerca de Kevin. - Su voz pasó de ser de consuelo a divertida y me obligué a parar de llorar para mirarla molesta. - ¿Que?. - Preguntó cómo si nada.
- No estaba celosa. - Mentí dejando la taza y moviéndome para sentarme más profundo en el sofá.
- Entonces no hará falta que te diga quien era ella y que importancia tiene en la vida de mi hijo. - Comentó Angela que con taza de té en mano, imitó mi postura. La miré y sonrió sabiendo que estaba interesada en saber. - Es la nieta de un socio de mi padre, cuando se reunían para negociar de forma informal siempre se los llevaban y jugaban juntos. Eran una parejita adorable y no dejan de serlo.
- Eres cruel. - La acusé y se rió.
- Quédate tranquila. Kevin la ve como una prima o hermana. - Bebió de su té y me sentí mejor después de escucharla. Escuché entonces sonar mi teléfono y lo cogí viendo que Adam me había enviado una fotografía. - ¿Adam?. - Angela a mi lado se sorprendió más que yo y dejó la taza en la mesa. Accedí al chat y al ver la foto me quedé extrañada, ya que éramos Kevin y yo en la tienda de corbatas donde estuvimos para buscar un regalo para mi padre.
- ¿Por que tienes esa foto?. - Le pregunté a Adam nada más respondió a mi llamada.
- Me la acaba de pasar nuestra hija para que te prohíba volverla a llamar. - Me respondió Adam con pasividad en la voz y no tardó en preguntar. - ¿Tan desesperada estás que ahora sales con niños que tienen la edad de Abril?.
- No tiene la edad de nuestra hija y además, no es asunto tuyo, Adam. - Le contesté parada en el jardín a el que había bajado para llamarlo, me volví para ver si Angela seguía allí y la encontré con Damián que la cubrió con una manta compartida. Sonreí por ellos y dejé de mirarlos. - El lunes pasaré a recoger a Abril después de las clases, díselo. - Le pedí a Adam.
- ¿Y que le dirás?. Que dejaste a su padre para andar con un niño. - Se burló y escuché su posterior risa.
- Sabes que de los dos tú eres el que saldría perdiendo si le dijera la verdad sobre eso. - Me llevé la mano a la cabeza y le rogué. - Solo dile que estaré en la puerta para recogerla.
- Elena. - Recurrió a mi nombre cuando estaba por colgar y guardó silencio, antes de hablar. - Vuelve a casa. Eso arreglaría tus problemas con ella y, bueno, esta vez sería distinto para nosotros. - Sonreí y me reí por un momento, aunque lo que realmente deseaba fuera llorar por escucharlo atreverse a utilizar a nuestra hija para hacerme volver.
- Vete al infierno, Adam. - Le pedí y colgué la llamada. Suspiré pasándome la mano por la cara y caminé después de regreso al porche.
- Si te está dando problemas puedo tomar acciones legales. - Escuché a Damián cuando subía y lo miré sentado con Angela en el sofá, envueltos en la misma manta. Negué a su propuesta.
- Tomar medidas contra su padre, solo hará empeorar mi relación con Abril. - Le respondí y me incliné ante ellos. - Me voy a dormir. - Me enderecé para ir directa hacia la puerta cristalizada y dejarlos solos.
Me detuve en el pasillo al ver a Kevin parado junto a la puerta de la habitación que venía usando, con la espalda contra la pared y la mirada en su teléfono móvil. Sonreí y retomé mis andares hasta llegar a él.
- Has pasado todo el día con fiebre, deberías de estar descansando. - Le recomendé y se incorporó al pararme frente a él.
- Quería enseñarte algo. - Respondió y miró la pantalla de su teléfono. - Me enamoré de esta Elena, no de la que tenía uniforme escolar. - Explicó girando su teléfono para que pudiera ver una foto mía en una cafetería, no tenía más de año y había sido sacada por Angela. - Me gusta la Elena que tengo delante de mi. - Las palabras de Kevin me hicieron mirarlo y no reprimir una sonrisa.
- Adulador. - Lo acusé realmente agradada por sus palabras, pero aún más por sus sentimientos, lo que hizo a Kevin cruzar los pasos que nos separaban y besarme en los labios.