Trás despedí a Angela a la salida de tomar nuestro café, caminé hasta mi coche con la mirada en la pantalla de mi teléfono móvil. Quería ver a Kevin y le escribí para saber si podía hacer una pausa para vernos. Su respuesta no tardó en aparecer y me paré junto a mi coche para leerlo.
- {Estoy terminando un diseño. ¿Puedes venir a mi apartamento?}. - Su mensaje fue acompañado de un emoji sonriente y mi cara reflejó una sonrisa igual.
- {Si}.
Al entrar en el apartamento de Kevin fui más que consciente de lo pequeño que podía resultar mi modesto piso.
- ¿Que pasa?. - Me preguntó Kevin que se paró a mi lado y me miró. Aun con la nariz congestionada, pero con mucho mejor aspecto.
- Esto es enorme. - Le respondí y una sonrisa de alivio surcó su rostro. Sonreí y lo ví caminar hasta una mesa de dibujo frente a un enorme ventanal, debía tener unas privilegiadas vistas de la ciudad si no fuera por que las cortinas estaban echadas.
- Angela insistió en que me mudara aquí si quería salir de casa. - Me comentó y entendí que no quería que su preciado hijo perdiera las comodidades que tenía. Se sentó en un taburete y me miró. - ¿Que te parece esto?. - Me acerqué para mirar su dibujo y él también lo hizo. Había diseñado un conjunto femenino.
- Tienes talento. - Lo alabé y sonrió, borrando la sonrisa cuando señalé el escote del boceto. - Pero sería mejor si lo haces más reducido. Para las mujeres es incómodo tener que estar ajustándonos el escote por temor a mostrar demasiado.
- ¿En serio?. - Se extrañó y recogió una goma para borrar y modificarlo. - Las chicas de la Universidad piensan distinto. - Lo miré a la cara mientras rehizo su diseño, y me ví sorprendida cuando terminó y me miró.
- ¿Mejor?. - Preguntó y al verme perdido en él, sonrió e hizo girar el taburete con ruedas para besarme en los labios. - ¿A ido todo bien?. - Se interesó después y negué.
- La verdad es que no. Mi hija me a dicho que soy una cualquiera por salir con un universitario. - Le conté y sus ojos mostraron culpabilidad.
- Lo siento. - Se disculpó por ello y me sorprendí. - A todos los problemas que tienes con tu hija, yo solo le añado más.
- No tienes la culpa. - Negué y cuando acerqué mi mano a su cara para devolverle el beso de unos segundos atrás, me lo correspondió. Su mano se cerró en torno a mi muñeca e hizo que mi cuerpo diera contra el suyo sin dejar de besarnos hasta que estuvimos sin aliento.
- Elena. - Me llamó y me aparté rápidamente de él, llevándome los dedos a los labios. Kevin sonrió y se levantó para cogerme la mano y hacerme ir con él.
- Kevin. - Le reclamé cuando pasamos por detrás de una pared de columnas, a un pequeño pasillo con dos puertas y me detuve para no llegar más lejos. - No e venido a eso. - Le avisé y mi declaración le arrancó una risa.
- No te llevo a mi habitación a lo que crees. - Respondió y volvió a tirar de mi, en esa ocasión consiguió llevarme hasta su habitación. - Solo quiero que veas esto. - Me dijo tomándome de los hombros y poniéndome delante de una cómoda, sobre ella había un dibujo mío hecho a lápiz y debidamente enmarcado. Verlo me llenó de pudor.
- ¿Lo has hecho tú?. - Le pregunté mirándolo y Kevin me asintió.
- Después de besarte en el aparcamiento de la empresa de Angela, no podía dejar de pensar en ti y te dibujé. - Aventuró metiéndose las manos en los bolsillos del pantalón y sonrió admirando su obra. - Aunque eres más guapa en la realidad, me gustó. - Se volvió para mirarme y sonreí apenada.
- Gracias. - Le agradecí y negó sin saber de que debía de ser agradecido. - Gracias por hacerme sentir querida. - Kevin sacó entonces las manos de los bolsillos y se acercó a mi para quedar lo más juntos posible. Observé como sus ojos se cerraron cuando quiso alcanzar mis labios con los suyos.
- Kevin... - Puse mis manos en su pecho antes de que me besara pero no evité el suave contacto de su beso, el cual me obligó a corresponderlo sin miedo y lo incitó a quitarme el abrigo, al tiempo que su cuerpo me guió en la dirección exacta a la cama. Caí en ella sin el abrigo y me perdí en la suave y descarada sonrisa que sus labios me brindaron, tomando el borde de mi brusa para elevarla y quitármela, haciéndome quedar en sostén. Siendo la primera vez que me exponía de esa forma frente a él, ya que la ropa había permanecido puesta en nuestro primer y único encuentro.
- ¿Estás nerviosa?. - Me preguntó cuando debió de ver la incomodidad que eso produjo en mi y le negué.
- No son nervios. - Hablé, echando rápidamente mi cara aun lado cuando se inclinó y me besó el vientre sin pudor alguno.
- ¿Que es entonces?. - Me pidió saber a medida que sus labios se iban desplazando por mi cuerpo y sus manos tomaron las mías.
- Tienes veintitrés años y yo casi cuarenta, ¿que crees que es?. - Le comuniqué y no esperé que se colocara sobre mi al hacerme tumbarme de golpe en la cama.
- No lo sé. - Sus ojos me miraban con fascinación y sus manos buscaron con éxito fundirse con las mías. - Eres perfecta, Elena. - Habló, y no pude mas que desear serlo para él.
- Te quiero, Kevin. - Le confesé y adoré la expresión de sorpresa y agrado que tomó su cara, unidas al sonrojo que esta mostró.
- También te quiero, Elena. - Correspondió a mi declaración y cuando se inclinó para besarme me aferré a sus manos.
Abrí los ojos viendo en la mesilla de noche un peluche de un perro marrón, junto a un reloj que marcaban las 21:41 de la noche y me moví bajo la sábanas de la cama de Kevin. Sin proponérmelo había acabado entregándome de nuevo a él. No encontré a Kevin en el otro lado de la cama, pero si mi teléfono móvil y lo alcancé para comprobar que tenía varias llamadas perdidas de Adam.
Vestida y con el teléfono y abrigo en las manos entré en el salón del apartamento, viendo a Kevin en la cocina.