El fin de semana posterior a San Valentín, no tuve escusas para retrasar por mas tiempo lo que había evitado. Dejar mi humilde piso donde había vivido por dos años, para hacerme de nuevo a la idea de compartir casa y cama con Adam.
- Usa el lado que prefieras. - Me concedió Adam que arrastró mi maleta hasta el armario.
- ¿Donde está Abril?. - Le pregunté dejando de mirar la cama para acercarme y dejar en ella la bolsa de viaje que traía.
- A dicho que iba a salír con su novio. - Respondió Adam y lo miré para verlo abrir el armario y comentar. - Sofí a despejado para ti un lado del armario.
- No me gusta que Abril salga con ese chico. - Le hice saber.
- No creo que estemos en posición de prohibirle salír con él. - Adam se acercó y volví la cara al frente cuando se paró detrás de mi, posando sus labios en mi cuello.
- Adam, déjalo. - Quise que parara y moví el hombro para obligarlo a hacerlo.
- ¿Vas a ser así todo el tiempo?. - Preguntó colocando sus manos en mis piernas y arrastrando con ellas hacia arriba mi falda.
- Adam. - Me giré empujándolo para hacerlo parar y sonrió.
- Hace mucho que no estamos juntos y te tendré en la misma cama, no pretendas que sea de piedra. - Habló y cuando me senté en la cama, añadió. - Dios, Elena. Tienes cuarenta años y hemos estado juntos muchas veces, como para que actúes como una jovencita. - Sonreí molesta por su reclamo y agarré mi bolsa de viaje sin levantarme.
- Si eso te molesta puedo irme a la habitación de invitados. - Le avisé y Adam se vio aun mas molesto que yo.
- ¿Es ese tu plan?. - Se inclinó para quedar su cara a la altura de la mía y sus cejas se alzaron al preguntar. - ¿Quieres irte a otra habitación y fingir que intentas arreglar nuestro matrimonio, para que Abril te perdone?. - Me quedé callada sin saber como desmentir sus palabras, lo que hizo a Adam sonreí y apartarse de mi. - Cenemos esta noche fuera. E reservado mesa en un restaurante nuevo que te gustará.
- De acuerdo. - Acepté y al inclinarse pegando sus labios a los míos, lo correspondí preguntándome si realmente hacía bien en querer darle otra oportunidad solo por recuperar a Abril.
Bajé mi nuevo teléfono móvil colgando la llamada sin ser respondida por Abril.
- No responde. - Hablé preocupada de no haberla visto en todo el día, pese a encontrarme en casa.
- Debe de estar entretenida y no habrá escuchado el teléfono. - Respondió Adam sentado frente a mí y con la mirada en la carta del restaurante en el que estábamos, situado en una de las plantas superiores de un edificio. - Mándale un mensaje de texto para que te escriba cuando lo lea y vamos a cenar. - Asentí y volví a mirar el teléfono para escribirle a nuestra hija.
- {Escríbeme para saber que has llegado bien a casa}. - Le envié el mensaje y solté el teléfono en la mesa para mirar por el ventanal junto a el que estábamos sentados. Desde allí podía ver el edificio en el que Kevin tenía su apartamento.
- ¿Que quieres cenar?. - Me preguntó Adam y me ví obligada a mirarlo.
- Lo que elijas estará bien. - Le respondí cogiendo mi copa de vino y bebí de él, viendo a Adam asentir conforme y entregarle la carta a la camarera.
- Traenos dos entrecot de ternera. - Ordenó y esperé a quedarnos solos para preguntarle.
- ¿Hasta que hora la dejas estar en la calle?. - Adam me miró como si no tuviera derecho de reprocharle nada.
- No tiene hora de llegada. Simplemente confío en ella para que no llegue demasiado tarde. - Contestó para coger su copa de vino y cambiar el tema. - Tu padre está bastante contento con las ganancias que las joyas están dando. - Contó antes de beber de su vino y no pude evitar sonreí con agrado.
- Nunca dudé de que fueran a tener buena acogida. - Respondí y Adam asintió dejando la copa.
- Siempre has tenido buena intuición para ello. - Apoyó los codos en la mesa y se agarró las manos. - Quien sabe, puede que cuando yo ascienda a presidente, pueda entregarte el puesto de vicepresidente. - Sonrió y reposó su mentón en sus manos para asegurarme. - No te arrepentirás de haber regresado a mí.
- Si está contigo es por vuestra hija y no por ti. - Escuchamos y al mirar ví a Angela parada junto a la mesa al lado de la nuestra.
- Angela. - Me sorprendí.
- De haber sabido que dejaban entrar a cualquiera fuera reservado sitio en otro restaurante. - Habló Adam que bajó sus manos y Angela sonrió molesta.
- Puedo decir lo mismo. - Respondió Angela y Adam emitió una sonrisa sonora.
- ¿Vas a compararnos?. - Le preguntó antes de lanzarle un ataque que me lastimó más a mi que a ella. - ¿Que clase de madre permite que su hijo salga con una mujer que casi le dobla la edad?. - Me miró sabiendo la crueldad de sus palabras. - Como madre deberías de avergonzarte por permitir que tu hijo seduzca a tu amiga.
- Basta, Adam. - Le pedí pero me sorprendí cuando Angela se acercó cogiendo mi copa y lanzando el vino a la cara de Adam.
- Que vas a hablar tú de vergüenza, cuando engañas a tu mujer y utilizas a tu hija para obligarla a volver contigo. Puedes tener más años que mi hijo, pero no eres más hombre que él. - Angela soltó la copa de golpe y reprimí una sonrisa de satisfacción viendo a Adam con la cara manchada de vino.
- Angela. - La llamó Damián que se acercó sin saber que pasaba y Angela lo agarró del brazo.
- Nos vamos. - Le dijo y me miró antes de hacerlo. - Llámame más tarde o mañana. - Le asentí y al verla irse, observé que todas las parejas que compartían las demás mesas nos miraban y me sentí avergonzada.