Dejé sobre una mesa de mi despacho un catálogo de las joyas y me senté en una de las sillas junto a Damián.
- Algunos amigos irán a casa para celebrar el cumpleaños de Angela. - Me contó Damián sosteniendo una taza de café y lo miré extrañada. - ¿No te a avisado?.
- Trabaja tanto que debe de habérsele olvidado. - La excusé antes de sonreír y asegurarle. - Pero iré encantada.
- Eso espero. - Damián miró entonces el catálogo y también lo hice, para abrirlo y pasar las páginas hasta la joya que mejor representaría su amor por Angela.
- Este, a Angela le encantará por ser elegante pero nada ostentoso. - Señalé la foto de un colgante, un solitario en forma de corazón y me sentí gratificada cuando la cara de Damián expresó que le gustaba.
- Angela puede ser la presidenta de Lans y andar todo el tiempo entre lujos, pero es muy sencilla. - Asintió Damián hablando con amor y admiración por su esposa.
- Eres el amor de su vida, la verdad es que le gustará cualquier cosa que le regales tú. - Le hice saber colocando mis manos en mi regazo y no pudiendo más que admirarlos. - Habéis permanecido juntos desde el instituto y conseguido que vuestro amor no se apague y que sea aun más grande. Os envidio tanto. - Sonreí orgullosa de ellos y Damián dejó la taza de café para llevarse la mano a la nuca.
- Para, o acabaré tan ancho que no caberé por la puerta al salír. - Dijo avergonzado y no contuve una pequeña risa.
Paré mi coche afuera del Instituto de Abril a la hora de la salida y me quedé mirando a los alumnos, viéndola correr hasta el vehículo. Me había escrito para recogerla e ir a comer juntas, y no podía sentirme más felíz por haber recibido su mensaje.
- Hola. - Me saludó al subir al coche y sonreí viéndola dejar atrás su mochila.
- ¿Como te a ido?. - Me interesé por su día y la vi mirar afuera, antes de coger el cinturón de seguridad y volverse hacia mi para rogar.
- ¿Podemos irnos?. - La ví ponerse el cinturón apresurada.
- ¿A pasado algo?. - Le pregunté extrañada y negó.
- Solo quiero irme. - Respondió y aunque no me la creí, me acomodé en el asiento para arrancar el coche y sacarlo a la carretera cuando tuve oportunidad. Abril respiró entonces aliviada.
- ¿Vas a decirme lo que te pasa?. - Le pedí preocupada pero prestando atención a la carretera.
- Nada. - Repitió y apreté las manos en el volante.
- Abril. - La llamé y antes de poder hablar, ella repitió con tono molesto.
- Ya te e dicho que no es nada.
- Está bién. Pero espero que puedas contarme cuando te pase algo. - No pude más que conformarme y la miré para verla con la mirada al frente, y la cara tan maquillada que había ocultado el golpe que tenía junto a su ojo izquierdo. - ¿Por qué usas tanto maquillaje?. Te dañarás la piel si sigues haciéndolo. - Le advertí volviendo la mirada al frente y guardando silencio cuando no respondió.
- Tengo mucha hambre. Vayamos a comer. - Abril volvió a iniciar una conversación y sonreí.
- ¿Puedes aguantar?, quería que fuéramos primero a comprarte un vestido. - Le respondí y aunque no la miré, si ví que ella lo hizo conmigo extrañada.
- ¿Un vestido para que?.
- Me gustaría que me acompañaras al cumpleaños de una amiga. - Le expliqué y la miré esperando que no se negase.
- Debería de ser papá quien te acompañe a ese tipo de cosas. - Se aferró al cinturón de seguridad molesta de que no lo hiciera.
- Angela y tu padre no tienen buena relación. - Admití deteniendo el coche en un paso peatonal y la miré. - ¿Vendrás?. Significaría mucho para mi que la conozcas y nos vendrá bien pasar tiempo juntas.
- Tu amiga es la madre de Kevin y por eso papá y ella no se llevan bien, ¿verdad?. - Su respuesta no fue la que esperaba, pero me complació que asintiera y añadiera. - Iré.
- Gracias, cariño. - Acerqué mi mano a su cabello y se lo aparté de la cara, viéndola quedárseme mirando. - Quiero recuperar todo el tiempo que hemos perdido y que me hables de tu novio.
- Mamá. - Me apartó la mano avergonzada y la volví a poner en el volante.
- Al menos dime como se llama. - Le pedí y me echó la cara, aferrándose de nuevo al cinturón de seguridad.
- Se llama Brayan. - Dijo tan solo.
- ¿Brayan tiene apellido?. - Abril me miró incómoda por mi interrogatorio y le expliqué. - Soy tu madre, Abril. Necesito y quiero saber con quien pasas tu tiempo, más si es un novio.
- ¿Y lo siguiente que vas a preguntar si respondo es si me beso con él?.
- Oh, por Dios. ¿Lo haces?. - Exclamé sorprendida y temerosa de que hubiera pasado esa línea, teniendo apenas trece años.
- ¡Mamá!. - Abril perdió la incomodidad para reírse en reacción a mi respuesta y quise preguntarle de nuevo, pero me ví obligada a poner el vehículo en movimiento.
- ¿Te has besado con Brayan?. - Le pregunté una vez en marcha y con la mirada en la carretera.
- Si, pero no quiero hablar de eso contigo. - Se negó y cuando la miré, la vi sacar su teléfono móvil y ponerse los auriculares para evitar que siguiéramos hablando de ello. Por lo que volví la mirada al frente y me quedé pensando en lo poco o nada que ese Brayan me gustaba.
Miraba los vestidos colgados de una tienda del centro comercial y observé a Abril que se mantenía pendiente al teléfono móvil.
- Abril. - La llamé consiguiendo que me prestara atención y le pedí. - Elige el que más te guste.
- ¿Cualquiera?. - Preguntó y le asentí.