Elena Otra Vez El Amor

Capítulo Especial. Hora De Pensar En Mí.

Vivir con miocardiopatía nunca le había importado demasiado, ya que gracias a sus padres Kevin siempre fue un niño feliz, aunque pasara largos períodos en el hospital. Y como adulto, tuvo la libertad y la confianza de sus padres para elegir que quería estudiar, de independizarse o elegir salir con una mujer dieciséis años mayor que él. 

En Kevin Lans, en el preciado hijo de mi amiga, había encontrado otra vez el amor y solo anhelaba un futuro con él. 

 

— Siento llegar tarde. — Me disculpé con Salvador, sentándome en una silla de la mesa que ocupaba en un café. Salvador me dedicó una sonrisa. 

 

— Lamento haberla hecho venir sin avisarla con antelación. — Se disculpó él y le negué dejando el bolso en la silla de al lado. 

 

— Siempre acude cuando lo necesito, lo mínimo que puedo hacer es lo mismo. — Respondí y cuando me quedé a la espera de saber el motivo de su llamada, se mostró tímido. 

 

— Quería entregarle esto. — Salvador deslizó por la mesa hasta mí un sobre dorado y me mostré curiosa. 

 

— ¿Puedo abrirlo? — Pregunté, acercando la mano para cogerlo y Salvador asintió apartando la suya. 

 

— Por favor. — Cogí el sobre y saqué de dentro una invitación de boda. En ella aparecían dos nombres, el de el hombre frente a mí y el de Martina. 

 

— ¡Oh, por Dios! ¿Sea atrevido a pedirle matrimonio? — Le pregunté pese a la obviedad y asintió aún más avergonzado que segundos atrás. Sonríe entonces admirando la invitación, conmovida de ver que quien se había convertido en uno de mis más grandes amigos y apoyos, hubiera dado aquel paso. 

 

— Quisiera que estuviera allí. — Comentó Salvador y dejé la invitación para colocar las manos en mi regazo y confirmarle mi asistencia. 

 

— Estaré encantada de ir. 

 

— Por supuesto, Kevin también está invitado. — Señaló y dejó sobre la mesa otra invitación, la cual observé. — ¿Se la entregará? — Me pidió y asentí simplemente. — ¿No ha pensado en aceptar la propuesta de Kevin de vivir juntos? — Se interesó Salvador cogiendo entre sus manos su taza con café. 

 

— Siempre he creído que para Abril era mejor que las dos vivieramos solas. — Negué y suspiré. 

No estaba arrepentida de haberme mantenido en aquella decisión por cuatro años por el bien de Abril, pero si lo estaba de no haber dado aquel paso tan importante con Kevin. 

 

— Si no estoy en lo equivocado, su hija cumplió ya la mayoría de edad. — Salvador alzó su brazo para llamar a un camarero. 

 

— Sí. Hace poco que lo hizo. — Me sentí orgullosa, y por la sonrisa de Salvador entendí que nada me impedía ya dar el paso. 

 

— Es hora de que piense en usted. — Dijo y cuando se dirigió al camarero que se acercó, busqué mi teléfono móvil en el bolsillo de mi falda, viendo que tenía un mensaje de Kevin. 

 

«Llegaré un poco más tarde».

 

A su aviso lo acompañaba varios emojis llorando y sonreí. Salvador tenía razón, Abril era ya mayor y tras un año que dedicó a pensar sobre su futuro, estudiaría en la Universidad y viviría la mayor parte del año en una residencia de estudiantes, nada me impedía ahora pensar en mí.

Accedí decidida al chat de mi hija y le escribí. 

 

«¿Te parece bien sin vivo con Kevin?».

 

Le envié el mensaje y dejé el teléfono en la mesa, mirando la invitación de boda de Salvador. 

 

 

Me incliné con Salvador al despedirnos y al verlo mancharse saqué mi teléfono de camino al coche, accediendo al mensaje de Kevin para responderle. 

 

«No importa. Te estaré esperando».

 

Bajé el teléfono parándome en un paso de peatones y al escucharlo sonar acudí a él. 

 

«Eso me da motivación para trabajar duro e ir rápido».

 

Sonreí por su respuesta. 

 

«Hay algo que me gustaría que habláramos. Así que esfuérzate para acabar y llegar pronto».

 

Le pedí a través de un mensaje y su respuesta no se hizo desear. 

 

«¿Algo malo?».

 

«No, pero quiero decírtelo en persona, lo sabrás cuando nos veamos, ¿de acuerdo?».

 

Al mandarle aquel mensaje comprobé que los coches se habían detenido y otras personas cruzaban la carretera, me apresuré a hacerlo también y alcanzar el otro extremo de la calle antes de volver a mirar el móvil de camino a mi coche. 

Kevin me había mandado un okey, con un emoji de corazón y me permití derretirme de amor antes de guardar el teléfono en el bolsillo de mi falda.

 

 

Pasadas las once de la noche observé la pantalla de mi teléfono, no había vuelto a contactar con Kevin, pero no me cabía duda de que llegaría por muy tarde que se le hiciera. Bajé el teléfono para mirar el río junto a el que lo esperaba. 

 

— Elena. — Lo escuché entonces llamarme y me giré para verlo fofocado e inclinado sobre sus rodillas. Sonreí y me acerqué al tiempo que recuperó la postura. — Llego muy tarde... — Se giró para mirar el cine en el que íbamos a ver una película y luego me miró a mí. — Lo siento. 

 

— Estás hasta sudando. No tenías que haber corrido. — Sonreí y le quité unos cabellos de la frente. 

 

— Quería haber llegado antes. — Suspiró y subió hasta su hombro el asa de la cartera de dibujo que llevaba. — Lo lamento, Elena. 

 

— El trabajo es importante. Podremos ver la película otro día. — Le negué y quedé embobada cuando me sonrió con la misma dulzura del primer día. 

 

— Elijamos para la próxima vez un día que no trabaje. — Comentó con gracia y me tendió su mano libre. 

 

— ¿Cuándo es eso? Desde que trabajas para Angela no tienes tiempo ni de descansar. — Hablé agarrando su mano para caminar con él de regreso por donde llegó. 



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En el texto hay: familia, romance, amor

Editado: 30.04.2024

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