Elena [vancouver #2]

Capítulo 2. Los dilemas de Elena

Ángel.

— Dime, por favor, que no es otro reportero en cubierto — supliqué.

Ana me miró con una sonrisa implantada en su rostro y negó, divertida. La maternidad le había sentado bien y se veía radiante, me sentía un poco mal por haberla traído antes al trabajo sin dejarla disfrutar meramente bien de su bebé pero necesitaba a mi secretaria de vuelta.

Ella es muy alta, tanto que casi consigue igualar mi estatura, que va por el metro ochenta y tantos centímetros. Su cabello es castaño y generalmente presume un estilo Bob que consigue acentuar su rostro ovalado; sus ojos son pequeños y redondos, de un tono miel cercano al amarillezco.

— No, sin embargo, no sé si quiera recibirlo — miró su carpeta y sus mejillas se tornaron rosadas —. Freedy Early quiere verlo.

— Oh — tecleé algo en mi ordenador y dejé caer mi espalda en el respaldo de la silla giratoria en la que estaba sentado. Ana se recargó sobre una pierna, incómoda —. Dile que pase.

— ¿En verdad?

— Si, Ana, en verdad.

Ella asintió, dudosa, y salió de mi oficina, dejándome mullido en el leve sonido de la lamparilla del techo. Me sentía extrañado por el hecho de que Freedy Early, el que alguna vez fue mi mejor amigo, quisiera verme y más después de la escenita que armó junto con Elena el día de mí — casi — boda.

De alguna manera él fue considerado al detener aquella locura, lo reconocía, y confesarme toda la verdad acerca de mi supuesto hijo le sumaba puntos. Pero eso no significaba, ni de cerca, que pudiésemos volver a ser amigos. Era demasiado para mí.

El sonido de alguien intentando abrir la puerta alteró mi paz mental.

Ana entró junto con Freedy pisándole los talones. Él lucía bien, con el cabello engominado y vistiendo pantalones de mezclilla oscura con una camisa de a cuadros. No tenía la facha del desvergonzado que era, ni siquiera algún rastro de disculpa en el rostro, solo estaba ahí... normal Mi secretaria movió sus manos con nerviosismo y huyó prácticamente de ahí.

— Entonces... — inicié con voz boricua, Freedy se volvió hacía mí —. Siéntate, supongo que tienes algo que decirme.

Tomó asiento frente a mí robóticamente. La incomodidad y el nerviosismo se percibían en el aire; miles de resoluciones golpearon mi cabeza, intentando prepararme para lo que Freedy tenía que decir, más ninguna me pareció lo suficientemente buena.

Lo conocí cuando él estaba en la universidad y yo en el proceso de entrar a una, mi padre daba patrocinio a la carrera en ese entonces por lo tanto, se alegró bastante al encontrar alguien con la excelencia académica de Freedy. Ambos tuvieron varias reuniones de preparación tanto en mi casa como en la empresa, Freedy y yo pasamos tanto tiempo uno con el otro que terminamos siendo buenos amigos. Después de eso sucedió el accidente de mis padres que terminó con sus vidas y la estabilidad emocional de mi familia, especialmente de la de Elena, quien vivió con su fantasma durante años.

A mí tampoco me tocó una buena parte, si te soy honesto. Como hermano mayor y heredero lo suficientemente responsable en ese entonces — al menos por la ley — tomé riendas del asunto y decidí hacer a un lado mis propias ambiciones personales al igual que mi faceta de adolescente asustado. Mi abuela Cecil fue de gran ayuda con mi motivación junto a la de mis hermanas, Beltrán y Straling en su parte dentro de la empresa.

Durante todo ese tiempo Freedy estuvo ahí... alentándome.

Recordar cómo alguna vez fue mi amigo me produjo torticolis, ahora que lo veía, parecía un extraño, sin rastro de aquel casi hermano que fue un día.

— Sé que te ha tomado por sorpresa mi visita — dijo él lentamente mientras colocaba una de sus piernas sobre su rodilla. Salí de mi trance emocional de recuerdos de forma abrupta. Otra vez estaba teniendo mis famosos momentos Ángel.

— Te concedo eso.

— Esto es difícil para mí, si te soy honesto — no me miró o intentó hacerlo —. No tengo cara después de cómo me comporté, pero no daré más vueltas al asunto. Quería disculparme

No lo negaré, me tomó por sorpresa.

Pese a su traición al meterse con mi ex prometida Jane Keller y llevarme al bordo de la cima, a casi obligarme desposar a una mujer que no amaba... sus disculpas eran lo que menos me esperaba de ese hombre.

— ¿Ante qué? — pregunté lentamente —, exactamente.

— Por todo, supongo — concluyó. Sus manos no dejaban de moverse y comenzaba a estresarme, pero no comenté nada al respecto —. Cometí muchísimos errores, lo reconozco, pero no puedes culparme: me enamoré de Jane cuando estaba contigo. El día que la dejaste fue el mejor para mí. Pensé... — musitó las últimas palabras torpemente —. Pensé que ella lo dejaría hasta ahí, muy tarde me di cuenta que no. Te odié por eso, por tenerla pese a que no la querías más. Por ser la razón para que ella no se quedase conmigo, no me dejase amarla...

Encogí los hombros restándole importancia. Su presencia me abrumaba, pero no exactamente porque tuviese algo demasiado extraño para mi comprensión con la odiosa de Jane Keller sino por lo que alguna vez vivimos como camaradas. No me interesaba en lo más mínimo la vida de esos dos pobres infelices. Tenía a Gwren y a mi familia, no necesitaba nada más.

— Créeme cuando te digo que eso no me importa en lo más mínimo — ladeé la cabeza, acentuando mis palabras —. Lo he dejado en el pasado. Si te sirve de consuelo, no guardo rencores ni contigo ni con Jane.

Al menos no del todo lo hacía.

— Hice mal al ocultar lo del bebé hasta las últimas circunstancias también — sonaba sincero, dios, ¿cómo podía verse tan arrepentido y a la vez disfrutar del recuerdo? —. Si no hubiera sido por Elena, yo...

— Eso también es pasado — corté antes de que pudiera terminar. Seguía cabreado con el asunto, joder eso era poco decir, pero no quería lucir inmaduro. A la mala había aprendido que los golpes y el alcohol no eran mis mejores aliados al estar echando humo por las orejas. No quería volverlo a echar a perder. Apreté los labios en un intento por actuar normal —. Pero sería mejor para ambos que dejaras a mi familia en paz como a mí. No importa cuán en pasado esté lo que hiciste, tú y yo ya no podemos ser amigos.




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