Elisa

Pena por ella

 

Sebastián sabía que su padre estaba alterado.

 

— ¿Desde cuándo lo sabe?

 

—Desde que tenía ocho años.

 

— ¿Y tú?

 

—Me enteré hace algunas horas, aparentemente...

 

Mientras le contaba todo lo que su tío le había dicho a Elisa durante su infancia, Sebastián veía como su padre pasaba de la incredulidad al dolor por su ahijada, a la furia contra Alejandro.

 

—Vete a casa papá.

 

— ¿Seguro?

 

—Seguro. Elisa va a dormir toda la noche.

 

—De acuerdo.

 

Sebastián estaba furioso con sus tíos, con las enfermeras que despertaban a Elisa cada dos horas para verificar sus signos vitales, con él mismo. Tendría que haber hecho algo para evitar que las cosas llegaran a ese punto, por evitarle una infancia tan miserable. Sabía que Elisa estaba siempre sola pero jamás imaginó que no fuese deseada por sus padres, mucho menos que el tío Alejandro se lo dijera cuando era apenas una niña de ocho años.

 

Al recordar sus visitas a la empresa de su tío, sentía ira. ¿Cómo podía pensar heredarle a él por sobre ella? Tras dos días de hospital fue dada de alta, Sebastián se quedó con ella mientras terminaba de recuperarse. Al joven Marco le habían detenido con cargos de asalto agravado, fue condenado a tres años de cárcel y su madre abandonó la casa durante el proceso, sentía demasiada vergüenza para quedarse allí. Una semana después mientras Elisa terminaba de vestirse pensaba cuanto deseaba evitar aquella tarde, era el último día libre de Sebastián y ella entraría a la Universidad poco después.

 

—Hola pequeña. ¿Cómo te sientes?

 

—Bien aunque apenada por el atraso que sufriste. Además las cosas van a cambiar mucho.

 

—Lo sé peque, pero son cambios buenos. Vas a entrar a la Universidad.

 

—Y papá intentará emparejarme pronto pues ya que los planes de que lo nuestro funcionase no le salieron, está decidido a que le dé nietos. Pero sabes tan bien como yo que mi apellido es una carga. 

 

—Exageras.

 

—Pero bueno, mejor cambiemos el tema. 

 

Elisa estaba inusualmente triste, sabía que estaba apegada a él pero ignoraba que fuese tan serio.

 

—Te voy a extrañar Sebastián.

 

—Yo también pequeña, pero siempre voy a estar a una llamada de distancia. Después de lo que te sucedió, papá y yo nos sentimos culpables por no haber intervenido antes.

 

—Ya les dije que mis padres son así y no cambiaran. Me acostumbré a ello y no duele mucho. Además ya en la universidad me distraeré bastante.

 

— ¿Qué hay del tío Alejandro?

 

—Él y mamá están bastante felices de que me vaya. Al fin estarán solos. Planean que rente un departamento para mi sola

 

—Lo vas a disfrutar pequeña, ahora por Dios vamos a comer, me mata el hambre.

 

 



#28599 en Otros
#2332 en No ficción

En el texto hay: peligro, acosador, romance drama

Editado: 08.11.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.