Elisa

Jamás será igual.

 

La madre de Elisa estaba tan pálida que su esposo la llevó a la cama. Incluso tuvieron que llamar al médico.

 

—No dejes que nada suceda a nuestra pequeña.

 

—Te lo juro por mi alma, cielo. 

 

—Necesito estar con ella.

 

—El médico te ha puesto un sedante, necesitas descansar.

 

—Ella me necesita. Perdimos tanto tiempo, fuimos terribles padres.

 

—Lo sé, pero Elisa está bien, voy a enviarla fuera de la ciudad unos días. En cuanto a la forma en que nos portamos con ella, una vez que esto se resuelva nos esforzaremos más por seguir creando nuevos lazos con nuestra hija.

 

— ¿Crees que es seguro enviarla fuera?

 

—Tenemos a los mejores agentes de fuera del país y ella debe irse de aquí.

 

Aunque al principio se opuso, finalmente accedió a marcharse. Sebastián había pedido un día para encargarse de algunas cosas. Con algunos datos que seguía recolectando, había elaborado un perfil. A diferencia de otros casos donde las acciones les llevaban a elaborar un perfil para encontrar al responsable, esta vez necesitaban hacerlo para intentar conocerlo más y quizás, anticiparse a su próximo golpe.

 

Había entregado la información a la policía, su conversación con los oficiales había sido buena, el apellido Morales estaba asociado a obras de caridad y ayuda directa al departamento de policía. Sabía entonces que contaba con todo su apoyo. Y si eso no bastara, su posición en el FBI así como el apoyo que le brindaban sus superiores en este caso, eran motivo suficiente para que las autoridades locales colaborasen. 

 

Los días fuera de la ciudad comenzaron a ejercer el efecto deseado. Elisa estaba bastante más relajada. La primera semana sufría terribles pesadillas y pasaba horas consolándola hasta que dormía de nuevo. Deseaba darle la opción de crear nuevos recuerdos, que al cerrar sus ojos acudieran a ella momentos de paz y dicha. Elisa era lo más importante en su vida, su hermana del alma y le dolía verla vivir cada día como si no hubiese más, su resignación a morir en manos de su ex marido era abrumadora. 

 

La segunda semana dormía de corrido y durante el día nadaba en la piscina. Ahora mismo ella se asoleaba mientras él tomaba nuevas decisiones. Y por eso no había querido angustiarla con las amenazas hechas a sus padres, el mismo Alejandro se lo había dicho. El no tenerla a la mano y controlada había sacado de quicio al imbécil de Manuel .

 

—Mañana quiero regresar.

 

—No lo sé, Eli.

 

—Mira, han sido los mejores días, pero no puedo vivir de esta ilusión solo para no acabar muerta. Trabajas en el FBI y has cazado a los suficientes psicópatas como para saber que Manuel no va a rendirse. No va a dejarme ir.

 

—Le mataré...

 

—Necesitas hallarle primero Sebastián y si sigo oculta no vas a poder.

 

—Lo sé y me tiene furioso tener que sacarte de este remanso de paz para llevarte al infierno.

 

Elisa colocó sus manos entre las de Sebastián. Eran inmensas y al envolver las suyas a modo de protección se sintió segura como no lo había estado en años.

 

—Ya no estoy sola.

 

—Te amo Eli. Eres mi hermana y amiga.

 

—Te amo igual Sebastián y sé que me protegerás aunque me asuste muchísimo el costo final.

 

 

Al día siguiente mientras conducía de regreso junto a Elisa escuchó la llamada y aceleró. Había en casa de la familia Morales un inmenso despliegue policial, tres oficiales caídos y caos total. 

 

—No entres.

 

—Debo hacerlo.

 

—Elisa....

 

Antes que pudiese detenerla Elisa corría hacia la casa. 

 

Por más que Sebastián lo intentó fue tarde.

 

El desgarrador grito de Elisa estaría en su mente por siempre.



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En el texto hay: peligro, acosador, romance drama

Editado: 08.11.2018

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