Elisa

En el presente

 

El ruido de Elisa saliendo del baño le trajo de nuevo al presente, desde aquella conversación ella había actuado distante, contestando en monosílabos cuando no estaba durmiendo a causa del tratamiento.

 

El pronóstico era bueno, a pesar de lo duro que se veía al inicio. Pensando en darle unos días para asimilar todo lo que habían hablado, se marcharía a una feria ganadera después de instalarla en su casa. 

 

Una vez que se abrió la puerta y sin esperar por la autorización de la enfermera, la tomó en brazos y la acostó cuidadosamente.

 

—Me marcharé a una convención tan pronto te lleve a tu casa, estaré de regreso en un par de semanas. Eso dará tiempo de que salgas de aquí Elisa y quisiera que entonces hablemos. Piensa en lo que te comenté sobre mis sentimientos.

 

—De acuerdo.

 

La salida fue esa misma tarde, a pesar de que la enviaban a casa debía mantener cierto grado de reposo. Antonio la puso sobre la cama, dejó a su alcancé el teléfono en caso de emergencia y se marchó. 

 

Mauricio se quedó con ella.

 

Casi al atardecer bajó a la cocina de Elisa, preparo un bocadillo y fue a buscarla para que comiera algo junto con el medicamento que debía tomar. 

 

Con cuidado colocó todo en una bandeja y fue a despertarla.

 

—Hola cariño.

 

—Hola. Gracias por lo que han hecho por mí.

 

—Con todo gusto pequeña.

 

—¿Y tú hermano?

 

—Fuera de la ciudad en una feria ganadera. Me quedaré aquí los días que quedan para que seas dada de alta.

 

—No es necesario

 

—Claro que sí. Ahora comete esto para poder darte los medicamentos

 

.Una mañana Elisa le escuchó hablando con Antonio, Mauricio creía que ella dormía así que habló allí mismo. Aunque bajó la voz ella pudo escuchar nítidamente.

 

—Está bien, la he mantenido en cama, solo la dejo levantarse para ir al baño.

 

Silencio

 

—Si..... Ajá.... 

 

—De acuerdo y cuídate.

 

Tras colgar con Antonio la vio muy seria.

 

—Mi hermano regresa pronto.

 

—Me dijo que siente cosas por mi pero a veces le temo.

 

—Confia en él, cree en sus sentimientos.

 

Pero Elisa no pudo tranquilizarse, estaba convencida de que su actitud era motivada por la culpa por lo sucedido a su salud los días anteriores. Al final del décimo día el médico llegó a casa de Elisa aprovechando que estaba visitando los ranchos vecinos.

 

Le dio de alta solo aconsejándole que evitara exponerse a bruscos cambios de clima. Dos días después estaba acabando de guardar su ropa limpia mientras pensaba en los giros que había dado su vida. Por un lado ansiaba ver a Antonio y esperaba que el cambio fuese real, no tenerle cerca aquellos días había aumentado sus ganas de verle y explorar a donde le llevaría una relación con ambos. Por el otro extrañaba a Mauricio pero comprendía que al cuidarla aquellos días había descuidado su trabajo en el rancho.

 

Añadiéndole tensión a aquello, no hablaba con Ignacio o Sebastián desde que llegó a Turrucares y la asustaba pensar en lo que sucedía allá. Probablemente el guardián que Sebastián tenía sobre ella le informaba que estaba sin problemas y por eso debía estar agradecida, Manuel no iba a encontrarla.

 

Por otro lado sin ella en la ciudad, Sebastián e Ignacio podrían trabajar mejor sabiéndola a salvo.

 

Estaba tan absorta en sus pensamientos que no se dio cuenta que llamaban a su puerta y por la forma en que la estaban aporreando, quien la buscaba llevaba largo rato allí.

 

Imaginando que era Mauricio quien la visitaba abrió la puerta sin fijarse, para encontrarse cara a cara con Antonio, quien se suponía, estaba fuera de la ciudad.

 

— ¿Por qué demonios abres la puerta sin fijarte por la mirilla? ¿Y por qué demonios tardaste tanto?



#31209 en Otros
#2686 en No ficción

En el texto hay: peligro, acosador, romance drama

Editado: 08.11.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.