Elisa

Te amo

 

En la cocina, el Galeno explicaba a Antonio sobre Elisa.

—Ha sido muy afortunada, sin embargo temo un poco por su salud mental. La he atendido más veces de lo que una sola persona en este pueblo lo ha necesitado.

—Lo sé doc., pero no ha sido mi culpa. A decir verdad si en mis manos está, el bastardo que le ha causado esto desaparecerá.

—Lo sé, ella me recuerda a una hija mía que vivió en el extranjero.

— ¿Vivió?

—La asesinó su ex esposo. Nadie nunca se preocupó por ella en la forma que lo hacen Mauricio y tú. Si a mi hija la hubieses amado como amas a Elisa, quizás aún viviría.

— ¿Cómo sabe que la amo?

—Es demasiado obvio. Solo ocúpate de tenerla a salvo.

Pat estaba entrando a la cocina sin imaginar que el doctor estaba allí. En lugar de marcharse como siempre se acercó a él.

— ¿Aún sigue en pie tu propuesta de matrimonio?

— ¿Claro que sí pero causó este cambio de actitud?

—Elisa. Con ella aquí no debo preocuparme más. Me siento vieja y cualquier persona puede encargarse de la casa, pero del corazón enfermo de mi niño solo podía encargarme yo. Con ella aquí puedo irme en paz.

Antonio se sentía realmente mal, su actitud había arrastrado a muchos inocentes. Sin dudarlo dos veces se acercó a la mujer que era casi una madre para él y la abrazó fuertemente.

—Gracias por quererme.

—No me pagues mal, haz feliz a esa joven.

—Lo haré. Ahora los dejo a solas, Elisa me necesita.

Iba saliendo de la cocina cuando Mauricio corrió a informarlo que Sebastián y Ignacio estaban aterrizando en aquel momento.

—Pero si son casi las dos de la mañana...

—Lo sé, ellos prefirieron hacerlo a una hora en la que no hay vecinos despiertos.

—Voy a avisarle a Elisa. Envía a nuestros hombres a descansar, imagino que el conato de incendio fue causado por el imbécil ese, de esa forma nos sacaba de la casa de Elisa.No creo que intente nada más por ahora.

—De acuerdo.

Elisa estaba viendo televisión cuando un sonriente Antonio entró a la habitación.

—Tenemos visitas, cielo.

— ¿visitas?

—Sebastián y Ignacio están aterrizando.

Elisa saltó de la cama y perdió un poco el equilibrio.

—Tranquila fierecita, fuera está bastante frio, mejor ponte un abrigo.

—De acuerdo.

—Espero que seas así de modosita cuando estemos casados.

Elisa que había empezado a conocer su lado juguetón, decidió devolverle la pelota.

—Mientras sigas pensando que estás al mando, nuestro matrimonio funcionará a las mil maravillas.

— ¿A las mil maravillas, ehhh? Ven para que te muestre quién es el jefe.

Imágenes de Manuel sujetando una correa llegaron a su mente, él constantemente le mostraba quién estaba a cargo.

— ¿Mostrarme? ¿Algo así como pegarme?

Aquello le hizo detenerse en seco. Elisa no jugaba, estaba lista para salir huyendo. Antonio debía recordar ser aún más cuidadoso al dirigirse a ella.

—Pequeña, mis manos sobre tu cuerpo solamente te darán placer.

—Lamento parecer un conejo asustado.

—Necesitas tiempo para sanar por completo y aun así siempre sentirás temor ante algunas circunstancias. No puedo prometerte que nunca maldeciré o que algunas veces me molestaré pero no temas, enfréntame cuando creas que estoy equivocado.

Sin pensarlo dos veces la atrapó y la puso sobre la cama. Con mucho cuidado se colocó sobre ella.

—Si no estuviese Sebastián allá abajo ...

—Sabes, creo que Mauricio no me quiere cerca.

— ¿Por qué dices eso?

—No ha venido a verme, sé que puede parecer

exagerado pero lo siento así.

—Tranquila princesa, ya verás que no hay nada que temer.

En cuanto Ignacio atravesó la puerta supo porque su ahijada estaría a salvo. El hombre que se hallaba con una mano en su cintura mostraba una pose de macho dominante.

Aunque estaba delgada y con obvia tensión en su rostro, se veía aún más hermosa que antes de llegar a Turrúcares.

—Hola cariño.

—Tío Ignacio.

Antonio observaba a Elisa abrazar a Ignacio, era obvio cuanto amaba a su padrino. Por lo que se había enterado de la infancia de Elisa, aquel sujeto era el responsable de que sus padres no la abandonaran en un internado.

Poco después entró Mauricio, Elisa dio un paso hacia él, pero él simplemente la ignoró y volvió a ir fuera. Elisa no podía manejar aquello así que se disculpó con Antonio y Ignacio, luego subió a la recamara que estaba usando.

—Díganle a Sebastián que suba a verme, me siento muy cansada.

—Elisa...

—Ahora no puedo Antonio

Ignacio observaba aquello con una furia contenida. No le gustaba que este sujeto, Mauricio, fuese capaz de romperle el corazón a Elisa. Antonio vio en los ojos de aquel sujeto determinación, mataría a Mauricio si este dañaba a Elisa.



#31209 en Otros
#2686 en No ficción

En el texto hay: peligro, acosador, romance drama

Editado: 08.11.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.