Minutos después la casa era un caos total, todos empezaron a buscarla con desesperación. Pero las horas pasaban y no había señales de ella. Casi a las 6 de la mañana uno de los trabajadores dio la voz de alerta. Una pequeña maleta estaba en el suelo, a su lado unas marcas de neumáticos.
—La tiene.
—Si. El problema es que no sabemos hace cuánto tiempo.
Todos es casa estaban preocupados por Mauricio. Durante los nueve días que Elisa llevaba desaparecida no comía mucho, apenas dormía. No es que para Antonio fuese sencillo pero intentaba descansar para poder estar alerta y listo, en caso de tener que ir por ella.
Ignacio y Sebastián habían montado un puesto de comunicaciones en la sala de la casa, hombres entraban y salían las 24 horas. Ignacio tenía a mucha gente trabajando en encontrarla.
—La tenemos, Jefe.
— ¿Cómo?
—El chip.
— ¿Chip? <<Preguntó Mauricio>>
—Hace unos meses, cuando Elisa fue atendida por su neumonía, le pedí al médico que instalara un chip. La dormimos y se le puso en menos de diez minutos.
—Papá, ¿Elisa sabía del chip?
—No. Pensé que se molestaría, planeaba hablarlo con ella la noche que llegamos al rancho de Antonio y Mauricio.
— ¿Si tiene un chip, porque hemos tardado nueve días en hallarla?
—El problema es que ella no lo sabía y no lo había activado, lo tiene en el brazo entre el músculo y la piel. Es pequeño como un grano de arroz.
— ¿De qué forma se activa?
—Debe presionarlo. Imagino que ocurrió por accidente. Movilizaremos todas las unidades pero no llegaran hasta ella. Debemos mantenernos a un kilómetro del lugar. Ya ahí comprobaremos la situación.
—Jefe, la tiene en una ciudad aquí en Escazu llamada Bebedero.
Al llegar al lugar observaron poco movimiento lo que pareció normal. Lograron llegar a la casa sin mayores incidentes. Uno de los aparatos que llevaban era capaz de medir mediante un infrarrojo cuantas personas había dentro. Aparentemente estaba Elisa nada más. Utilizaron otro artefacto para detectar bombas y cuando dio negativo ingresaron a la cabaña. Elisa estaba en el suelo atada de pies y manos, se veía muy delgada y demacrada.
Antonio fue quien la tomó en brazos, no dejó que nadie se acercara a ella.
La trasladaron al hospital esperando que no fuese demasiado tarde.