-¿Ya te cansaste de correr?
- Para que te des por enterado, no me sorprendes.
El olor de la ensalada de atún ya era insoportable, comerlo todos los días había llegado a hartarme.
-Verona, tienes la mala costumbre de intentar huir a sitios muy predecibles.
- El que esté probando no significa que no vaya a lograrlo.
No podía soportar ya más el olor, ni siquiera el café me sentaba bien. La depresión por perder a Jackes me había dejado vacía, supongo que por eso no había intentado realmente escapar, sentía la obligación de al menos hacer el intento.
No tenía fuerzas, quería dormir todo el tiempo, imposible de hacer sin un sustento fijo, la única ayuda que me daba mi poder era la oportunidad de enviar reportes del tiempo a vario periódicos y que me dieran una comisión, el único otro trabajo que ejercía era en una cafetería como la de Gala de mi amiga Amanda.
-Deberías comer algo- Dijo Dóminic sin mucha convicción, sabía que no lo haría porque me dijera. Había quitado el plato que me había preparado de mi vista para dejar una bolsa con bizcochos, eran más tentadores que lo que pensaba comer ya, sin embargo no iba a darle el placer de tomar nada de él.
Desestime su comentario con un gesto de la mano y estaba lista de salir de la cocina cuando un repentino mareo casi me derrumbaba. Dóminic corrió a mi lado para atraparme en medio de la caída.
-Estás demasiado delgada- comentó con sorpresa sintiendo los huesos de mi espalda.
-No te permito tocarme ¿No te lo había dicho antes?- Golpee su mano lejos de mí y salí con indiferencia a su preocupación.
Había aceptado la compañía de Dóminic con resignación, al inicio había sido una total molestia. La única razón por la que lo había permitido a mi lado era porque había logrado ver la ventaja de tenerlo cerca. Él era quien pagaba las cuentas de donde vivíamos, incluso con cada vez que decidía cambiar de lugar, sin embargo en todo ese tiempo ni una ocasión lo había dejado tocarme, no podía evitar hablarle, era demasiado insoportable cuando no le respondía y solo lo hacía verbalmente, jamás usaba su don para comunicarme con él. Todo era expresado con palabras indiferentes. Mi corazón se había cerrado completamente a cualquier atención que tuviera para conmigo. Me había demostrado lo rastrero que podría ser, no me provocaba ningún remordimiento usarlo por el momento, su vida era lo último que me quedaba de Jackes, y en esos momentos pensaba que hubiera dado cualquier cosa para devolvérsela.
Mis sueños me decían lo que mi consciente no quería escuchar. Cada noche tenía el mismo sueño, como cuando perdería a Dóminic, en cambio con estos sabía que no eran verdad, sabía que solo eran más sueños y mi trauma por haberlo perdido.
En mi sueño Jackes siempre me veía con pena y mucha tristeza, acercaba su frente a la mía y me miraba fijamente a los ojos, no sabía dónde estaba, parecían los campos dónde en mi inconsciencia había soñado, un lago infinito, una pequeña isla, sólo él y yo. Me acariciaba las mejillas, cada noche mis lágrimas caían y el solo dejaba que se escurriera por sus palmas. Cada noche anhelaba que fuera real, pedía no despertar y quedarme a su lado. Pedía que el sueño fuera real y cada noche despertaba con la voz de Dóminc llamándome, aun cuando había huído de él, aun esas ocasiones en las que no tenía ninguna idea de donde podría estar, cada día su voz me llevaba de vuelta a la realidad y cada noche me lo arrebataba nuevamente de los brazos. Ese amor que había conocido, tenido y nunca pude haber atesorado correctamente como se lo debía.
Los sueños no ayudaban a la causa de Dóminic, si acaso provocaba un rencor más profundo.
Nunca le contaba realmente lo que pensaba hacer, ni a qué me dedicaría. Tenía una idea fuertemente rondando mi cabeza, idea que protegía celosamente de Dóminic de una forma ya hasta inconsciente. Tenía que encontrar respuestas, quería conocer más mi don y hasta donde pudiera llegar, qué era y la causa por la cual lo tenía.
No podía regresar a la guardería, no confiaba más en ellos aunque tampoco podía estar completamente segura de que Dóminic no estaría en contacto y manteniéndolos informados de nuestras actividades, por una parte lo dudaba.
Estaba resignada a que Dóminic me siguiera pero no los demás, aunque los extrañara aún me dolían. Me dolía profundamente Rose, le había contado mis secretos, me había acercado a ella y había escondido la fotografía, me dolía Luna pues aunque conocía que había sido de Amanda no me hubiera informado, Yeral era indiferente así que al menos a él lo podía perdonar más fácilmente que a su hermano, siempre estaba jugando pero lo serio nunca se atrevió a decírmelo, había insinuado algo cuando me contó su historia, sabía entonces que quienes los habían salvado habían sido mis padres, mis padres verdaderos, a Dimitri si lo extrañaba, aun le guardaba afecto pues era el único que al menos lo había intentado, pero quien me dolía más era Cristol.