Capítulo 2:
Termino de bajar el último escalón y me acercó a mi hermano; quien está distraído -y bastante serio- respondiendo mensajes. ¿Nicholas serio? Creí que jamás vería esa faceta suya, ¿será que al fin encontró pareja? Pues sí, mi hermoso hermano de veintiséis años aún no conseguía pareja y menos pensaba en el matrimonio. Es un tío guapísimo, de verdad. Con su cabello rubio y esos ojos verdes que heredó de nuestro padre. En cambio de mí, que era parecida a Eloise. Castaña, delgada, tez blanca y ojos castaños. Estupendo. Ya deseaba yo ser igual a William o al menos heredar algo de él. Pero mi hermano no negaba ser hijo de mi padre, tenía una altura envidiable y sí, de vez en cuando le gustaba pasar tiempo en el gimnasio y así ejercitar su cuerpo. Creo que quiere ser todo un Adonis, ya sabéis a lo que me refiero.
—¿Aún no llegan? —quise saber, una vez que salí de mi ensimismamiento.
Negó.
—Todavía no y Eloise está que hecha humo por sus orejas —comenta con diversión y yo no puedo evitar sonreír.
Sí, podía ser bastante infantil si se lo proponía. ¿Quién dijo que a su edad se podía dejar de serlo?
—Típico de nuestra madre —digo, era una mujer que no poseía nada de paciencia y siempre quería que todo se hiciera a su antojo.
—¿Seguirás aceptando este ridículo matrimonio? —su pregunta me descoloca.
Solté un suspiro cargado de frustración, ya no había vuelta atrás y tampoco podía negarme a estas alturas. Sólo me quedaba conocer a Ian y quien sabe; quizá terminaría enamorada de él.
» O acabarás condenandote a un matrimonio sin amor. «
Quizá, quien sabe. Nunca estás seguro que te depara el destino o el futuro.
—Ya no puedo dar marcha atrás —me sincero—. Además, está en juego mi carrera Nick y de verdad no quiero que también me quite eso —masculle.
Sus manos me toman por los hombros y mientras me observa con seriedad.
—Aún no es tarde, pase lo que pase; la decisión que tomes, yo estaré para ti —deposita un pequeño beso en mi frente—. Sólo no cometas una locura, piensa antes de dar un paso adelante —me aconseja y asiento a modo de respuesta, no sabía que responder a ello.
Claro que sí, él tenía toda la razón. ¿Pero que podía hacer? Corría riesgo de que no me dejasen seguir estudiando, porque Eloise era capaz de eso y más. También estaba la posibilidad que buscará alguna manera de seguir obligándome a ello o un chantaje más eficiente. Joder. ¿Qué clase de madre tenía?
» Un monstruo, eso era Eloise. «
Sí, tienes razón. Solté un sonoro suspiro, la situación me frustraba de sobremanera y no podía hacer nada para que no fuera de ese modo.
» Jodido matrimonio. «
Sé que os preguntaréis como es posible que no conozca a mi prometido, yo me hago la misma pregunta. Pues es fácil, mis padres siempre tuvieron un trato cordial con los Weasley, claro está. Pero no tengo un solo recuerdo en donde sus hijos asistieran a las cenas o reuniones que habían en mi casa. Conocía perfectamente a Helena y a Robert; pero no a sus hijos. Esto era como una cita a ciegas, pero con un matrimonio a ciegas más bien. Maldición. Debería dejar de pensar tanto en esto, sólo debía importarme el que me dejasen seguir estudiando y cuando acabará; podía decidir poner fin al bendito matrimonio y sin temor a que mi madre me manejase a su antojo.
El timbre de la mansión sonó y esa fue nuestra señal para comprender que habían llegado; estupendo. Nótese mi entusiasmo por verles y conocer a Ian.
Margareth camino hacia la puerta, mientras mi madre aparecía en el recibidor con su mejor sonrisa. Perra.
Respire con profundidad e intenté calmar mis nervios; mi hermano me rodeó con su brazo dándome su apoyo. Nick era el mejor hermano del mundo, no había caso. Sabía cuanto aborrecía que me obligasen a este matrimonio y claro que había discutido con Eloise por ello; casi le echa y sin ningún remordimiento.
Los Weasley entraron, saludando cordialmente a mi nana. Luego se dirigieron a mi madre, quien los esperaba con los brazos abiertos. Pero mi atención fue captada por él y no; no me refiero quien suponía era Ian, sino al tío a su lado. ¡Era con quien choque mientras iba distraída! ¿Acaso al destino o al universo; les gustaba conspirar en mi contra? Pues eso parecía, los preciosos ojos de aquel desconocido se posaron en mí; pero no había rastro de sorpresa en ellos al verme, claro que no. ¿Porque no estaba igual que yo? ¿Porqué?
—Me alegra tenerles aquí —habló mi madre, mientras besaba y abrazaba a quien suponía era Ian. ¿Y si el desconocido era mi prometido? No, no podía ser posible; por supuesto que no.
—Elizabeth estas preciosa —me halago Helena, mientras depositaba un beso en cada mejilla; yo seguía estática sin saber cómo reaccionar—. Ian, acercate. —pidió a su hijo, el alivio me recorrió entera al percatarme que el tío tatuado era Ian y no aquel desconocido.
—Es un gusto conocerte al fin —dice y asiento como respuesta, sus ojos se posaron un momento en mi hermano; quien le ignoraba olímpicamente. Entendía el porqué, no le agradaba que él también aceptase sin más un matrimonio de esta magnitud. ¿Pero ignorarle así? No era normal en Nick o eso creía.