Elizabeth

Capítulo 3 (Salvadores)

(M.D.G.D / 6-Agosto-3728 / Jokavelo)

Elizabeth entre abre los ojos y enseguida ve dos sombras delante de ella. Una se le antoja alta y la otra es de tamaño promedio, esta última la toma en brazos. Su mente los identifica como hombres, quizás se trate de un padre y su hijo —piensa ella en su inconsciencia—, pero no está segura de que sea así. La mente de ella se encuentra confusa, aún siente el dolor agudo en el cabeza, provocado por el fuerte golpe al caer. La oscuridad aún trata de arrastrarla a la inconsciencia, ella intenta luchar, pero la arrastra con más fuerza venciéndola en el intento.

Antes de perecer Elizabeth intenta enfocar la vista para saber en dónde se encuentra, quienes son los hombres, adonde la llevan y lo que es más importante que ha sido de Charlotte. Ella no recuerda lo que sucedió después de la caída, pero está segura de que Charlotte descendió con ella.

Pequeños trozos de recuerdo comienzan a filtrarse en la memoria de Elizabeth. De repente comienza a recordar que jugaban en las limitaciones de los pueblos. Recuerda que corrían y las risas procedentes de ambas.

— Vamos, hay que salvarlas— dice uno de las sombras irrumpiendo la ráfaga de recuerdos que intentan entrar en la mente de la chica, como gelatina a través de un embudo. Todos a la vez produciéndome un dolor aun peor.

— ¿Salvarlas? Habla en plural. Se percató de las palabras del hombre. Debe de hablar de mí y de alguien más.

El dolor y la confusión no la dejan pensar con claridad. De repente recuerda a Charlotte.

— ¿Se refiere a ella? — ¿Quiere decir que Charlotte está viva? — ¿Qué está bien?

Intenta luchar nuevamente contra la oscuridad que amenaza con arrastrarla de nuevo a la inconciencia. Ella lucha porque necesita saber antes de ceder que Charlotte se encuentra bien, pero esta vez no tiene fuerza para seguir luchando y es lo que falta para que la oscuridad la engulla nuevamente y vuelva a caer en la inconciencia

 

 

(M.D.G.D / 8-Agosto-3728 / Jokavelo)

Han pasado ya dos días después del terremoto. Y aún Elizabeth se debate entre la inconciencia y la conciencia.

Ella parpadea para finalmente abrir los ojos en un entorno totalmente desconocido, es una habitación pequeña. Dos camas se encuentran en ella, separando las mismas una mesita de noche en la cual se posa una vasija con lo que parece ser agua. Elizabeth al ingresar un dedo nota que el agua esta fría. Al lado de dicha vasija hay varias toalla húmedas que delatan que fueron sumergidas en el agua gélida minutos antes.

Esto me indica que han intentado bajar la fiebre de alguien toda la noche o parte de ella. Los recuerdos bullen en su cabeza. Recuerda haber entrado y salido de la inconsciencia toda la noche. En los momentos de conciencia que tiene recuerda a un hombre y que el mismo colocaba una toalla fría en su frente, recuerda también las palabras de aliento que la acompañaban. Con dichos recuerdos está casi segura de que fue a ella a quien le bajaron la fiebre.

Aún su mente se encuentra difusa y se debate en lo que es real y lo que no. Recorre la habitación con la mirada y se da cuenta que está sola. No hay ningún indicio de Charlotte, pero al no encontrarla y tampoco a nadie que le informe de su paradero es impulsada a salir de donde sea que se encuentra.

Abre la puerta que se encuentra justo enfrente de la cama donde despertó, está dispuesta a encontrar a su amiga a como dé lugar o por lo mínimo alguien que le informe de su paradero. Reuniendo todo el valor que posee Elizabeth toma el picaporte de la puerta y la abre encontrándose a su amiga jugando con un chico desconocido.

Elizabeth siente un alivio instantáneo al saber que Charlotte se encuentra bien. En la lejanía se divisa la figura del hombre alto a quien la chica de cabellos rojizos asume es el padre del chico que juega con Charlotte. El hombre se encuentra revisando las cosechas.

— ¡Elizabeth! — grita Charlotte percatándose de la presencia de la aludida y corriendo a su encuentro—, ¡despertarte! ¡Qué bueno estaba preocupada!— dice abrazándola con fuerza.

La pelirroja le devuelve el abrazo a pesar de que se encuentra algo confundida por el entorno que no reconoce.

— ¿Quiénes son estas personas, Charlotte? —pregunta exteriorizando su confusión.

— El señor que está revisando las cosechas es Antony— dice Charlotte señalándolo—, y el que juega conmigo es Vicent, su hijo.

Ambos las observan tanto Antony como su hijo Vicent.

— Gr... Gracias, por salvarnos— dice Elizabeth tartamudeando un poco.

— No se preocupen, realmente me alegra que estén vivas las dos— dice Antony con una sonrisa en la cara. Su sonrisa refleja bondad.

— ¿Y dónde estamos? —pregunta Charlotte.

Al parecer no soy la única que se encuentra confusa, se dice Elizabeth internamente. Asumiendo que Charlotte debió haberse golpeado al igual que ella.

— Están en la Caracola—informa Vicent al instante—, si desean regresar a su pueblo deben ir por este camino— concluye señalando un punto en el norte.




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