Mis padres se juntaban con la realeza. Prácticamente me crié en la corte junto a los reyes y sus hijos.
Soy Elizabeth y siempre recuerdo un hecho, aquella vez que aprendí a monté a caballo. Tenia 10 años y el que me enseñó fue Duncan, el hijo más pequeño de los reyes.
- Beth no tengas miedo
- Duncan, tienes tu más miedo que yo.
Siempre recuerdo a Duncan como aquel niño despreocupado que podía disfrutar siempre que no estaba encerrado en el despacho como su hermano mayor Jorge,el heredero al trono.
Con 16 años me marché de la corte. Sería mi presentación en sociedad y debía volver a casa junto a mis padres.
Ellos me dejaron en la corte para aprender de la reina los modales y el comportamiento que una dama debía tener en sociedad. Se marcharon cuando yo tenía 12 años, cuando mi abuelo murió y mi padre tuvo que ocupar su lugar y encargarse de todo.
Me despedí de Duncan con lágrimas en los ojos y una promesa.
- Iré a buscarte, te lo juro Beth. Serás mi mujer.
Después de aquella promesa me dediqué a buscar con la mirada noche y día hacia el horizonte esperando verlo. Esperando que fuera a por mi, y deseando que aquella noche que pasamos juntos no diera su fruto todavía.
Seguí buscándolo muchas noches, muchos años y rechazando a todos mis pretendientes, hasta que mi padre decidió por mi.