Me fui a dar una vuelta por el patio de la casa. Que vergüenza , había aprendido los mejores modales de la Reina para ser tratada hoy igual que una sirvienta.
-Beth
- Dime Connor.
- Está todo resuelto. Tu dormirás donde te corresponde. La muchacha que viste hoy dió la orden, mintiendo.
- Está vez tu amante se encuentra lejos pero gracias.
-No es mi amante. Tengo mujer y esa eres tú
- Connor, podrás hacer lo que te plazca.
Me marché a comprobar si era cierto lo que mi marido dijo. Berta me llevó a mi habitación sin dejar de pedir disculpas.
La habitación era de color blanco y los muebles de madera marrón claro. Esta sí tenía la puerta que comunicaba con la de Connor y decidí entrar
- Pero como tienes tan poca vergüenza. Le grité a la sirvienta que estaba desnuda en la cama de Connor.
-Señora, tenga piedad de mi
- Piedad? Si, tendré en cuenta tu petición.
Acabé tirando su ropa al fuego de la chimenea que estaba encendido.
- Pero que son estos gritos? Preguntó Connor al entrar.
Los nervios podían conmigo. En muchas ocasiones me debilitaban. Esta fue una de ellas.
Sólo escuchaba de fondo la voz de Connor,que estaba gritándole a la muchacha,despidiendola y desterrandola.
- Beth, te encuentras bien? Dijo una vez se había calmado. No sabía nada, te lo juro amor. Nunca fue mi amante.
- Connor, necesito descansar.
2 meses después
Pasaron los dos meses así, en un tira y afloja. Algunas noches al principio me buscaba, pero al final se quedó conmigo todas las noches.
Berta resultó ser un ama de llaves excepcional.
- Señor, el señor la busca. Dice que está en su despacho
- Voy, pero ayúdame con la falda del vestido Berta.
Quería salir a pasear con los perros, así que me puse un vestido sencillo,y como no tardé mucho en estar lista fui al despacho.
- Connor, me buscabas? Dije al entrar sin darme cuenta de que estaba acompañado
- Beth, entra. Duncan ha venido a darnos una buena noticia.
- Duquesa, saludó Duncan. Estoy aquí para invitaros a mi enlace que será dentro de 2 semanas.
Un golpe muy duro. Tan duro que empecé a marearme y por suerte Duncan me había cogido en sus brazos antes de caerme al suelo. No dejé de estar consciente en ningún momento. Sé que Duncan me llevó a mi habitación y que al poco tiempo entró el médico.
- Duquesa, está usted de enhorabuena.
La felicidad de ser madre ahuyentó el malestar causada por aquella noticia. Tenía la esperanza de que alguna vez, algún día Duncan y yo podríamos estar juntos, pero esa esperanza se esfumó. El amor, el único al que quise y quiero se casaba con otra mujer.
A Connor aprendí a quererlo y respetarlo, pero ese sentimiento, ese amor que le tenía a Duncan nada tenía que ver con el cariño que le tenía a mi marido.
- Seremos padres, dijo Connor con alegría.
Sabía que el se alegraba de mi estado. Aunque el próximo enlace de Duncan también le tenía muy contento. Así, sabía que nunca volveríamos a estar juntos.
Al verme tan pensativa Connor decidió hacer algo que me sorprendió.
- Bajaré al despacho Beth. Dejaré que Duncan y tú habléis.
- No hace falta, le contesté.
- Considero que os debéis despedir. Os dejaré hablar con la condición de que nunca más Duncan estará entre nosotros dos.
Acepté
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