- Beth, enhorabuena por tu estado de buena esperanza. Debes ser muy feliz
- Gracias. A mi me gustaría alegrarme por tu matrimonio pero no puedo Duncan, perdóname
- Sabes, iba a ir a buscarte después del enlace de Connor, pero no sabía que tu serias la novia. No sabía nada de su prometida,solo que era un ángel caído del cielo
- Yo en cambio pensaba que tu promesa de ir a buscarme fue una mentira. Que no volverías. En fin, ya no hay marcha atrás. No estamos destinados a estar juntos.
- Nunca te olvidaré amor mío. No quiero a Carla,nunca la querré. Te juro que siempre te amaré
Fui corriendo a sus brazos y entre lágrimas y sollozos le dije lo mucho que le amaba y que a lo mejor en otra vida podríamos estar juntos.
- Beth, Duncan. Dijo Connor al entrar en la habitación.
Con las pocas fuerzas que me quedaban me aparté del amor de mi vida y me fui al lado del que era mi marido.
- Duque de Gales, aceptamos encantados su invitación.
Como dolía todo aquello, como dolía decirle eso al hombre que quieres. Me disculpé y me fui a dar un paseo por el jardín.
Pasé las dos semanas siguientes ausente. Connor fue muy comprensivo, me cuido y nunca me dijo nada de mi sufrimiento.
El enlace de Duncan
Llegó el día antes de la boda, así que nos marchamos a casa de Duncan, cuya residencia habitual se encontraba a medio día de distancia.
Esta vez tardaríamos más ya que yo iba a ir en una carroza.
Al llegar, y antes de bajarnos del carruaje Connor me pidió que fuera lo bastante fuerte como para aguantar esto, por nuestro hijo.
En las escaleras de la mansión se encontraban Duncan y una mujer muy ancha,pelo corto y unas narices muy prominentes. Daba a entender que era más fuerte que cualquier hombre.
- Carla, ellos son el Duque y la Duquesa de Belfast. Al decir encantada y hacer una reverencia nos dimos cuenta de que era de un rango inferior.
Antes de entrar en la casa, apareció la mujer que me crió. La Reina.
- Beth, mi niña.
Todos nos inclinamos al verla llegar, menos Duncan que era su hijo menor.
-Ay, se quejó la reina. Ya sé que te enseñé muy buenos modales pero deja el protocolo para otro día hija mía, posó su manos bajo mi barbilla y pidió que me levantara. Me abrazó y yo quería llorar pero detuve esas lágrimas
- Majestad, el es mi marido, el Duque de Belfast.
- Duque, le saludo ella, veo que fuiste más rápido que el estúpido de mi hijo. Te llevaste una joya.
Me llevaré a Beth a dar un paseo, dijo mirando hacia su hijo.