El dolor era muy intenso,de echo no encontré alivio ni cuando me tumbaron en mi cama, después de despojarme de la ropa, dejándome solo el camisón que en su día fue blanco. Ahora estaba rojo igual que las sábanas
- Beth, todo esto pasará pero debes ayudar cariño, decía la Reina.
Había perdido las fuerzas después de tantas horas de parto. Estaba perdiendo mucha sangre y la matrona quería cortar para sacar al bebé. La Reina se lo prohibió.
Todos sabíamos que si me cortaba, moriría de una infección o desangrada. La matrona me pidió el último empujón y con eso mi bebé decidió aliviar a su madre de esos dolores para salir y enseñarnos su carita.
Era una niña preciosa,se llamará Sofía.
Aquel bulto de carne,hueso y muchas arrugas fue a parar a mis brazos.
Todos me felicitaron y me dejaron descansar.
Pasados dos días la Reina quiso hablar conmigo, haciéndome saber su preocupación:
- Cariño,vamos a rezar para que tú marido salga vivo de esta guerra. Al no haber ningún varón, un familiar de tu marido heredará el título.
- Cree que existe la posibilidad de que pierda la vida?
- Es una guerra, solo Dios podrá salvarlo.
Aquellas palabras suyas no me abandonaron durante mucho tiempo.
9 meses después
La guerra estaba terminando. No sabíamos nada de Connor. Según las cartas que recibía la Reina,nos enterábamos de que muchos pueblos se vieron afectados. En nuestras tierras, debido a la estancia de la Reina o su residencia temporal como a ella le gustaba llamar,no faltó alimento
Mi niña Sofía,empezaba a gatear. Su pelo castaño y aquellos ojos negros,eran la copia perfecta de su padre,aunque el carácter era mío.
Sólo quería vestidos rosas o blancos, con aquellos zapatos que adoraba y solo tenía permitido llevarlos el Domingo para ir a misa.
Respecto al pelo,no le gustaban las coletas de niñas pequeñas o llevarlo suelto, quería trenzas o pequeños moños.
A su nana la traía por el camino de la amargura.
Con tan solo 9 meses y aquellos berrinches intenté domar su carácter ,pero todos nos dimos cuenta de que era imposible. Tenía sus ideas claras.
Respecto a las misas del Domingo,fue una orden dada por la Reina. Ella decidió encomendar el asunto de la guerra a Dios, aunque al principio ni a mi ni al pueblo nos gustó ir a misa,nos acostumbramos al final.
Aquella mañana de Domingo,nos despertamos al amanecer para arreglarnos y acudir a misa. Sofía dormía a mi lado y mientras me preparaba la tina, decidí prepararle aquel vestido blanco con un cordón rosa
Me era imposible bañarme con ella despierta ya que no paraba quieta ni un segundo, y si lo hacía era para pensar en liar alguna.
- Vamos hija, voy a bañarte. Después de terminar de bañarme yo la cogí en brazos, comprobé el agua de su tina y la metí dentro, sujetándole la cabeza con una mano y con la otra lavándola.
Cuando decidí hacerme cargo de mi hija y no dejarla siempre al cuidado de una nana, sorprendí a la Reina misma, pero las dos nos sentimos muy felices con mi decisión.
Ella me comentó de que muchas mujeres de mi rango me criticarían, querían a sus hijos igual que yo, pero su cuidado y su educación de lo encargaban a otra persona.
También me comentó que ella no disfrutó realmente de sus hijos,las obligaciones que debía cumplir la tenían ocupada y cuando se dió cuenta del tiempo que había perdido, Jorge estaba ya encerrado en el despacho con su padre y Duncan en ese momento, me enseñaba a mi a cabalgar.