-Pero tu destino es que fueras una Reina. Dios así lo quiso.
-Pero ser Reina no significa no poder ver a tus hijos, contestó mi padre. Tampoco significa tener a tu marido a dos pasos de ti y no poder estar con el.
-Creo que has consentido demasiado a tu hija.
-No mujer, le he enseñado lo que es importante en la vida.
-Vale, a lo mejor me equivoqué pero es demasiado tarde. Duncan me dijo que si me volvía a marchar no tendría el por que volver.
-Tanto quería casarse contigo para que ahora renuncie la primera vez que te vas. No lo entiendo hija.
-La segunda vez que se va. Le recordó mi madre.
-Madre, parece que Duncan es tu hijo. Voy a descansar.
Por la mañana desperté y fui a cabalgar un rato. Mis niños estaban en sus clases y no quería molestar.
Tras la conversación con mis padres, estaba muy confundida. Cierto es que mi padre me enseño lo importante que era el amor y ser feliz pero en mi caso esas dos cosas no eran compatibles.
-Alteza, que hace cabalgando sola? preguntó un guardia que se encontraba a mi lado cabalgando también.
-Poner en orden mis pensamientos.
-Viene bien de vez en cuando, si.
-Si, decidí no molestar a mis hijos. Están con sus profesores.
-Lo que no hace una madre por sus hijos, y más con lo que les extraño.
-Tiene hijos?
-Si, tengo una bebé de 1 año. Se llama Carla. -joder, si que estaba de moda el nombre, pensé
-Está con tu mujer en el palacio supongo.
-Mi mujer murió en el parto. Está aquí conmigo.
-Te la has traído?
-Si Alteza, no sabía el tiempo que estaríamos y vino con nosotros.
-Me la podrías presentar? Tiene que ser preciosa.
-Si claro, sigame por favor.
Pasaron tres meses desde aquel paseo. Desde entonces, todas las mañanas, como hoy, paseábamos los dos solos y por las tardes jugábamos con nuestros hijos. Mis padres eran felices viéndome a mi y a sus nietos contentos.
-Alteza, podría confesarle una cosa?
-Javier, me llamo Elizabeth por favor.
-Estoy sintiendo cosas que hace tiempo dejé de sentir.
-Javier, no por favor.
-Elizabeth. Bajó del caballo y me ayudó a bajar. Me da igual lo que me pueda pasar, pero veo en usted una mujer maravillosa que solo quiere querer y ser querida.
Se acercó a mis labios y me besó.. Aquellas mariposas comenzaron a despertar en mi estómago.
Desperté en mi habitación junto a mi padre, mi madre, el médico y Javier.
-Alteza, enhorabuena, un nuevo príncipe o princesa está en camino.
La noticia me dejó en shock. Lágrimas salían de mis ojos y en este caso no eran de felicidad. No por que no quisiera tener otro niño si no por que eso supone renunciar a Javier.
-Vamos, le dijo mi padre a mi madre. Hija escribiremos a Duncan para informarle.
Asentí, mi padre quería dejarnos a Javier y a mi solos.
-No, no lo sabía, te lo juro.
-No te preocupes Elizabeth, no te molestaré más-
-Javier, dije antes de que salga por la puerta. Yo también siento algo por ti, pero debemos mantenerlo en secreto.
Se acercó y me besó. Era feliz.
Era imposible quererlo igual que a Duncan, pero sabía que por lo menos esta vez podría salir bien y volvería a ser feliz. Tenía muy claro lo que quería hacer.