Elizabeth

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-Lo sabía, lo sabía.

-Que piensas Duncan? No te he engañado, solo hubo un beso.

-Lo voy a matar.

-Duncan no, tiene una niña pequeña. Su mujer murió.

-Quieres que lo deje a tu lado mientras yo no estoy? Si no muere se marcha.

-Yo se lo diré entonces.

-Haz lo que te de la gana, pero recuerda una cosa Elizabeth. Cada paso que das yo lo sé y lo que nunca se te debe olvidar es que eres mi mujer y la Reina. Ahora ve a despedirte de él.

 

No podía hacer nada más que ir a despedirme de el. Estaba en el río junto a su pequeña.

-Javier debo decirte algo.

-Todo se ha terminado no?

-Debes marcharte a la corte si no te matará. No quiero que mueras por mi.

-Seria morir por luchar por la persona amada.

-Carla, asi se llama la persona por la que debes luchar.

 

Recapacitó. Entendió que si se quedaba, su hija quedaría huérfana y no solo de madre. Yo, seguía siendo una mujer casada, con dos niños y el tercero en camino. Amba a Duncan pero también a Javier.

Le dí un beso a Carla y fuí a casa de mis padres. Al entrar en la habitación Duncan estaba tendido en la cama.

-No estés enfadada, a cambio de alejarse de mi mujer le perdono la vida.

-De verdad Duncan, en que te has convertido?

-En un Rey que protege a su familia.

-Alejándonos de ti, no es la mejor protección.

Me senté en el sillón y cogí el libro que estaba leyendo. Pero antes de abrirlo siquiera, llamaron a la puerta.

-Pase, gritó Duncan.

-Sabía que vendrías hijo mio.

-Llevo dias aquí Maria.

-Lo sé, lo sé pero después de la muerte de tu padre me alejé. Sabrás en su momento lo que eso significa.

-Maria, nadie te entiende algunas veces, contesté yo.

-Ay mi niña, que guapa estás. Bueno os dejo descansar que falta os hace.

 

Después de la marcha de María nos quedamos en silencio. En silencio, pasaron días semanas y meses. Duncan se fue a la corte. Volverá en unos días, pero tampoco me preocupa mucho. Nuestra relación se ha enfriado bastante. Solo tenemos en común a Jorge y al pequeño o pequeña que está de camino.

La fecha del parto estaba tan cerca que no me daba cuenta.

-Mami, mami una carta de papá gritó Sofia.

En el papel nos confirmaba de que llegaría al anochecer.

-Muy bien hija, papá estará aquí pronto.

-Que bien, querrá jugar con nosotros?

-Luego veremos Sofía. Luego veremos.

-Sofia, dijo mi padre. Ve a hacer galletas con la abuela.

-Galletitas, voy. Abuelaaaaaaa, gritó y se fue corriendo a la cocina.

-Que te pasa hija?

-Duncan estará aqui al atardecer.

-Eso es lo que te preocupa? Deberías alegrarte.

-Papá, quería un marido, una casita y poco más.

-No tienes una casita, tienes varias y el marido también.

-No es mi marido. Es el Rey.

-Sigue siendo tu marido por mucho que te empeñes. La que lo está viendo como el Rey eres tu solo. Piensa hija, estás tirando a la basura tu matrimonio.

La verdad intenté pensar en ello, pero el parto se me adelantó.



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En el texto hay: highlands, elizabeth, duncan

Editado: 25.09.2018

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