Pasaron años, muchos años y yo ahí seguía, viendo a todos desde arriba.
Mis padres eran muy mayores. Sabían que les quedaba poco tiempo para reunirse conmigo.
Mis hijos se hicieron mayores.
Sofía era la esposa de un futuro Rey. Al principio tenía mucho miedo, pensaba que volvería a pasar por lo que Duncan y yo pasamos pero no. No cometieron nuestros errores.
Jorge estaba aprendiendo para ser el futuro Rey. Estaba comprometido con una princesa de unas tierras lejanas.
Elizabeth, mi pequeña Elizabeth estaba enamorada. No era ningún principe, ningún noble. Era el hijo de Javier.
Javier, se casó poco tiempo después de mi muerte. Necesitaba una madre para Carla. El, al igual que todos alzaba la vista al cielo esperando verme.
Duncan, mi Duncan. Siguió pensándome cada momento. Muchas veces le escuchaba rezar en nuestra habitación y pedirme perdón. No rehízo su vida, se dedicó a ser un Rey justo y bueno. Dedicó su vida al pueblo y a nuestros hijos.
Yo aquí arriba cuidando de todos. Viendo las locuras de mis hijos pero sin poder regañarles y sin poder decirles nada.
Hoy me marcho a prepararme. Me quedo tranquila de que todo irá muy bien, de que todos harán sus vidas tal y como han aprendido y siempre tendrán en cuenta de que pueden luchar y conseguir todo aquello que se proponen.
Con lo único que no pueden luchar es con la muerte.
Se acordarán de mi, hablarán de mi, de aquella chica que solo quería estar con el amor de su vida. Lo consiguió aunque por poco tiempo.
Lo que os quiero decir es que luchéis por todo, que lloréis, que riáis y que seáis felices. Que miréis hacia el cielo ya que en algún lugar habrá alguien mirando por vosotros.
En algún lugar estará alguien esperando por un abrazo vuestro cuando os llegue la hora.
Hoy, yo iba a recibir el abrazo de mi padre.
FIN