Ella: a través de mis ojos

LA FLOR AZUL

A veces haces algo pequeño.
Algo tan mínimo que ni lo piensas.

Y sin darte cuenta, ese gesto es justo lo que alguien necesitaba.

Esa semana todo fue un caos.

Las clases se acortaron, los profesores estaban tensos, y hubo rumores de que suspenderían las actividades entre cursos por problemas logísticos.
Yo solo pensaba en una cosa: si cancelaban eso, me quedaría sin excusas para verla más seguido.

Porque sí, ya estaba en ese punto.
En el de buscar excusas.
En el de quedarme más tiempo en pasillos donde sé que ella pasa.
En el de memorizar sus horarios como quien aprende una canción nueva.

No era amor todavía.
Pero tampoco era nada.

Y justo cuando pensaba que ya no me iba a salir nada esta semana... pasó.

Estábamos saliendo de clase, y ella caminaba con Clara hacia las escaleras.

Yo iba detrás, sin querer seguirlas exactamente... pero tampoco queriendo alejarme.

Y ahí fue cuando ella tropezó.
No se cayó, ni hizo un escándalo.
Solo... frenó en seco y se agachó.

-¡Ay no...! -murmuró Isa, con un hilo de voz.

Algo se había salido de su carpeta.

Era una flor azul.
Prensada.
Vieja.

Casi marchita.

Cayó al piso como si no pesara nada, sin saber bien que en la mente de isa esa flor pesaba más de lo que aparentaba.

Antes de que isa pudiera reaccionar alguien subió rápido las escaleras -un idiota mocoso de sexto era la más probable- y piso un poco la flor, logrando así que está se rompiera un poco por lo frágil que estaba.

-¿Estás bien? -preguntó Clara.

Isa asintió, pero se le notaban los ojos vidriosos.
Guardó la flor rápido entre dos hojas, como si quisiera esconderla del mundo.

Y entonces vi lo que nadie más vio:
se le resbaló una lágrima.

Solo una.
Sola.
Rápida.
Silenciosa.

Y ahí supe que esa flor no era una tontería.

Que no era una decoración.

Era su adoración.

Horas después, me crucé con ella otra vez en la biblioteca.

Estaba buscando entre libros de poesía.
Con la cara más seria de lo normal.

Yo no tenía idea qué estaba haciendo ahí.
Solo me senté cerca, sin decir nada.

Y entonces, sin querer, vi cómo se le resbalaban dos marcadores de la carpeta.
Uno era de esos viejitos, de los que ya casi no pintan.

Y el otro...
tenía escrita una fecha.

"22/12/22"

No sé por qué me la memoricé al instante.

Al día siguiente, el profesor de lengua pidió que preparáramos una frase para decorar los pasillos con reflexiones personales.
"Algo que los inspire. Puede ser algo que hayan escuchado de pequeños, una frase de un familiar o algo que los represente."

Isa estaba en otro salón.
Yo no tenía cómo saber qué frase pondría ella.

Pero algo me empujó a buscar.

En uno de los carteles del pasillo 3, ahí estaba:

"Las flores no gritan, florecen. - Papá"

Y otra vez... la misma fecha.

22/12/22.

Y me cayó como un rayo.

Esa flor que se le cayó.
Esa lágrima.
Esa frase.

Su papá.

No sabía si había muerto.
Pero sí sabía que esa flor... era suya.
O que se la había dado él.
O que representaba algo más grande.

Y entonces, lo hice.

Fui a la biblioteca al salir del almuerzo.
Pedí papel mantequilla.

Compré una flor azúl pequeña en la tienda escolar, de esas artificiales que vienen en lápices.

Y con mucho cuidado, copié a mano la frase en un pequeño trozo de papel, con la flor pegada en una esquina:

"Las flores no gritan, florecen."

22/12

No firmé.

Solo la deslicé dentro de su casillero, sin que nadie me viera.

No esperaba que lo notara.

Ni que adivinara que fui yo.

Solo... quería que no se sintiera sola con esa flor rota.

Al día siguiente, pasé por su salón como quien no quiere la cosa.

Ella estaba hablando con Clara.
Se veía tranquila.
Pero algo era distinto.

Llevaba en su carpeta el pequeño papel que yo había hecho.
No la flor original.
La nueva.

Y su sonrisa era más ligera.

Como si algo invisible se hubiera arreglado dentro.

Pero justo cuando pensé que las cosas estaban mejorando... llegó el anuncio.

El coordinador habló por el altavoz:

-"Por motivos administrativos, las actividades conjuntas entre cursos se suspenderán temporalmente. Esto incluye proyectos entre grados, convivencias y talleres mixtos. Agradecemos la comprensión."

Y yo sentí que me arrancaban la única cuerda que me estaba ayudando a acercarme a ella.

Porque sin esas actividades...
ya no había pretextos.

Ya no iba a verla en proyectos.
Ni en los ensayos.
Ni en las clases compartidas.

Nada.

Y de nuevo, me sentí fuera de lugar.

Como si estuviera a punto de perder algo que apenas estaba empezando a entender.

No sé cuánto me va a durar esta sensación.

Pero si hay algo que tengo claro...

es que no puedo quedarme esperando otra oportunidad.

Tengo que crearla.




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