Ella: a través de mis ojos

UN PLAN

A veces no basta con mirar desde lejos.
A veces tienes que salir de ti y preguntar,
para entender el mapa de alguien más.

Estuve a punto de dejarlo pasar.
De fingir que lo de la flor fue suficiente.
De decirme que no necesitaba hacer nada más.

Pero no podía.

No después de ver cómo abrazó esa hoja con la frase de su papá.

No después de verla caminar con la cabeza un poco más alta ese día.

Y no con el anuncio de que ya no habría actividades conjuntas.
Como si el colegio estuviera empeñado en cerrarme cada puerta por donde podría verla.

Así que decidí hacer algo fuera de mi zona. Muy fuera.

Hablar con su gente.

No quería parecer intenso.
Ni raro.
Ni un acosador.

Solo necesitaba entender más.

La primera persona a la que me acerqué fue Clara.

No sabía mucho de ella. Solo que siempre estaba con Isa, que tenía unos cuadernos decorados con stickers de pandas, y que una vez me cayó mal por hacerme callar en plena clase de sociales. Pero no era momento para orgullo.

La encontré en la fila de la cafetería, sola.

Me acerqué con un vaso de jugo en la mano, fingiendo naturalidad.
Terrible actuación.

-Hey -le dije-. Tú eres amiga de Isa, ¿cierto?

Clara me miró con una ceja alzada.

-Depende para qué lo preguntes.

Perfecto.
Sarcástica.
Defensiva.
Igualita a Isa.

-Solo quería... saber cómo está -solté-. Ha tenido unos días raros, y... bueno, me preocupo un poco.

Clara frunció el ceño, como evaluando si podía confiar.

-¿Te preocupas o te gusta?

No respondí.
Ella soltó una risita breve, no burlona, pero sí curiosa.

-Ella no lo dice, ¿sabes? -dijo-. Pero notó lo de la hoja con la flor.

Se me quedó el aire en los pulmones.

-¿Sí?

-No sabe que fuiste tú. Pero sospecha. O quiere sospechar, no sé. Le dio mucha paz. Y eso... es raro en ella últimamente.

Me atreví a preguntar:

-¿Por lo de su papá?

Clara bajó la mirada.

-Falleció hace 2 años. De cáncer. Isa lo cuidó hasta el final. No muchos lo saben. Pero dejó de sonreír por mucho tiempo. Y ahora que vuelve a hacerlo, da miedo que se le borre otra vez.

Me quedé en silencio.
Clara dio un sorbo a su jugo.

-Si de verdad quieres acercarte, Ian... no lo hagas con comentarios pasivo-agresivos como antes.

Me reí bajo.

-¿Así de obvio era?

-Era irritante. Aunque Isa decía que probablemente era tu forma de no saber cómo hablarle.

Me quedé congelado.
Ella sabía.
Todo este tiempo, ella sabía.

Más tarde, me acerqué a otro chico.
Uno que no era tan cercano a Isa, pero sí coincidía mucho con ella en talleres: Simón.
El del taller de música.

Me lo encontré en el aula mientras guardaba unos cables de audio.

-¿Tú e Isa están en el mismo grupo de composición, cierto? -pregunté como si no lo supiera perfectamente.

Él asintió.

-Sí, ella canta. Y escribe letras. Muy buenas, por cierto.

Me senté en el borde del escritorio.

-¿Crees que le gustaría que alguien le compusiera algo? ¿O es demasiado personal?

Simón alzó las cejas.

-¿Estás planeando escribirle una canción?

-No. Bueno... tal vez. No lo sé.
Solo quiero que entienda que hay alguien que la está mirando de verdad.

Simón se encogió de hombros.

-A ella no le gustan las cosas muy grandes. Le gustan los detalles pensados. Como si le dijeras: "Te observé. Te entendí. Esto es para ti."

Me anoté mentalmente cada palabra.

Me sentía como un idiota preguntando tanto.
Pero un idiota con un propósito.

Porque por primera vez, quería hacer algo bien.

Quería entenderla antes de intentar tenerla cerca.

Esa noche, hice un plan.

No iba a buscarla directamente.

Iba a dejarle pistas.
Pequeñas.
Cálidas.
Casi imperceptibles.

Como su lema:
Sacar una sonrisa puede alegrarle el día a alguien. Y alegrarle el día a alguien puede cambiar el mundo poquito a poquito.

Yo iba a ser esa sonrisa anónima.
Aunque ella no supiera que era mía.

Por ahora.




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