Élla

Capítulo 12

En la juguera la cosa estaba bien movida, había clientes hasta de sobra. Alicia se las estaba apañando bien pero igual se veía algo estresada. De esto se dió cuenta Abram quien pasaba por ahí y decidió hablar con ella

—Ali ¿cómo estás?

—Disculpa Abram, creo que no puedo atenderte. Tengo demasiados clientes hoy— Le decía mientras preparaba un jugo.

—¿Oiga, se va a demorar mucho el jugo?— Le pregunta un señor que estaba esperando.

—¡Oh cierto! El jugo de manzana, Perdón, ahora mismo se lo sirvo.

Abram al ver esto soltó una pequeña risa casi insonora y pidiendo permiso se colocó del otro lado del mostrador.

—¿Pero que haces?

—No deberías estar esforzándote tanto.

—Igual no puedo dejar que...

—No más peros ni excusas...—Dijo mientras se remangaba la camisa— Tú haz los jugos que haya que preparar y yo me encargo de servirlos.

—Muchas gracias—Le sonríe.

Ambos estaban coordinados como un equipo perfecto.Esto agilizó el proceso de venta y la elaboración permitiendo más fluidez. Claro que la presencia de Abram en el mostrador trajo consigo a un buen número de féminas quienes pasaban y les entró "sed" de repente.

Al rededor de las 3 de la tarde ya no quedaban clientes y pudieron darse un tiempo para descansar.

—De verdad que te lo agradezco.

—No tienes nada que agradecer Ali. Ya te dije que iba a ayudar en lo que necesites.

—Lamento que por ayudarme llegues tarde a la construcción.

—Ya casi acabamos. Supongo que en una semana todo estará listo, así que mi ausencia no hace diferencia.

La manera tan despreocupada en la que lo dijo hizo reír a Alicia. Abram, incapaz de apartar su mirada de ella esperó a que terminara para disfrutar de esa vista un poco más.

—Eres incluso más bonita cuando sonríes.— El comentario tomó por sorpresa a Alicia quien se sonrojó un poco.

—¿De que hablas?— Dice nerviosa— No necesitas adularme para caerme bien Abram, eres alguien increíble.

—Lo digo en serio...

—Yo también habló en serio. Susana se merece un buen hombre a su lado y ese eres tú amigo mío— Pensó para sí misma.

—... Algo en tí me es familiar, pero a la vez desconocido. Quisiera conocerte mejor.

—Bueno...ya me conoces ¿ no?— Dice sonriendo con torpeza.

— No ese conocer Ali, quiero saber más de tí, no como la hermana de Rainol, sino como persona.

Alicia estaba algo nerviosa, no podía permitirse que Abram descubriera quien era en realidad. Por suerte fue salvada por un nuevo cliente que llegó. Aunque antes de que se pusiera de pie y lo atendiera fue detenida por la voz de su amigo.

—Te propongo algo —Insinuó— ¿Que tal si vamos a comer un día de estos? Así podemos hablar más.

—Eso es grandioso, así podré hablarle de Susana y agilizar su relación— Pensó— Por mí no hay problema.—Los ojos de Abram parecían iluminarse en ese momento al oír la respuesta— Pero debe ser en otro momento, ahora debo arreglar una situación familiar y no puedo darme ningún lujo.

—Te entiendo— Decía mientras se paraba— Ya Susy me dijo tú situación y no hay problema.Quiero que sepas que te apoyo.

Alicia extrañada asintió con la cabeza. Se supone que fue la propia Susana quien le dijo que mientras menos gente supiera mejor.

—Creo que me mejor me voy, no vaya a ser que el cliente se moleste— Abram se inclinó un poco y le dió un beso en la mejilla a Alicia antes de darse la vuelta he irse.

Confundida y algo avergonzada por esto, Alicia se tocó la mejilla y se le quedó mirando mientras se iba.

—¡Disculpe!...¿Me puede atender?—Su momento inexplicable fue corrompido por el llamado de un joven que quería ser atendido pronto.

Frustrada sin saber la razón, atendió a ese cliente y al resto que vino detrás. Cuando por fin se iba a ir, sintió un peso en su espalda, como si alguien la estuviera observando. Aunque miró por los alrededores, no vio a nadie y sin darle más importancia terminó de cerrar el local.

Una vez en su hogar lo primero que vieron sus ojos al entrar fue a su hija sentada en el sofá, Susana a su lado y a su hermana Margaret conversando con ellas. Está imagen la molestó un poco.

—¿ Se puede saber qué tú haces en la sala y no en el cuarto?— Preguntó con evidente molestia.

— Tía es que...

—Es que nada. La doctora dijo bien claro que debías estar en reposo.

—Vamos Ali, no te pongas así. Estar todo el día encerrada tampoco es bueno para ella.

Alicia miró con seriedad a Margaret y con solo esa acción la invitada notó que su precencia en la casa le era desagradable.

—Lo único que interesa en este momento es su salud— Le dice— Ya tendrá tiempo de sentarse donde quiera luego.

—No estoy de acuerdo contigo Ali — Interviene Susana— Estar todo el tiempo en una cama puede ser perjudicial para ella. Además yo fui quien le dió permiso.

—Susy, no debiste hacer eso, y si...

—Ya me siento bien tía—La menor se veía mejor que el día anterior pero Alicia seguía preocupada.

—Escucha Fany, no te lo digo por mal. Sólo no quiero que te pase nada malo.

—Fany, ya tienes el agua en el baño ¿ Quieres que te ayude?— Se ofreció Susana.

—Gracias Susy pero no, yo puedo sola— Estéfany sabía por el tono de voz  usado por Susana, que quería que se retirara de la sala inmediatamente.

Una vez que Estéfany entró a bañarse, Alicia ajustició a Margaret con la mirada.

—Te dije que no te quería ver por aquí. Ya terminaste el asunto del viejo, bien por tí, ahora largo— Su tono irónico se mezclaba con la ira.

—Rai habla suave— Le pide Susana.

— Está bien Susy, de todas formas ya me iba... Por cierto voy a quedarme un par de semanas más por si necesitan ayuda con la niña o en cualquier otra cosa.

—De ti mi familia no necesita ni el aire que respiras.—Responde tajante.

—Por lo menos puedes firmar estos papeles que traje— Margaret saca de su bolso unos documentos y se los entrega a su hermano.



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En el texto hay: humor, amor paternal, igualdad

Editado: 31.05.2020

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