Ella era fea 2

Los recuerdos que dejé guardado en un cajón

Tomás tocó varias veces el timbre de la casa de Josef, en vista de que nadie habría, empezó a hacerlo desesperadamente. Sofía, la hermana de Josef (quien ya era toda una señorita), abrió el portón bastante fastidiada.

—¿Qué tienes, por qué tocas así? Mis amigos están en la casa, no vayas a hacer ninguna locura con Josef —dijo la muchacha.

—¿Dónde está Josef? —preguntó Tomás entrando a la casa.

—Acabó de llegar, dijo que no quiere que lo molesten, pero sé que vas a entrar, ¿verdad? —la muchacha lo siguió cuando él subía las escaleras.

Tomás entró al cuarto con un paso bastante enfadado.

—¡Josef! —gritó.

El muchacho se levantó de la cama de un golpe, sabía lo que se avecinaba. Tomás entró a la habitación y se abalanzó a su amigo dándole un puñetazo en la cara. Sofía al ver aquella escena empezó a gritar.

Tomás tomó del cuello de la camisa a Josef y lo tiró al piso, volvió a darle otro puñetazo:

—¡¿Cómo se te ocurre tratar a Keidys así?! ¡Debí dejar que Santiago te partiera la cara para que dejes de ser idiota! —gritaba mientras lo estremecía.

—¡Ayuda, Tomás va a matar a Josef! —gritaba Sofía mientras corría por el pasillo.

—¡Déjame, no me interesa nada que tenga que ver con ella! —dijo Josef mientras forcejeaba con Tomás, la sangre ya empezaba a salir de su nariz y tenía el labio superior con una pequeña cortada.

—¡Deja de ser tan idiota! —volvió a darle otro puñetazo.

—¡Mátame, sigue golpeándome! —soltó Josef. Su boca empezó a llenarse de sangre y Tomás se detuvo.

—No, no lo voy a hacer, no te dejaré el camino tan fácil. Debes hacerte responsable de tus malditas acciones —refutó Tomás mientras se levantaba del piso.

Josef quedó tendido mientras trataba de tomar aire. Al cuarto entró corriendo Mateo asustado, más atrás estaba Sofía temblando del miedo junto con dos amigos.

—¿Ya se calmaron? —inquirió la muchacha.

—Tranquila, solo estaban platicando —contestó Mateo.

—¿Qué? Pero si estaba encima de mi hermano dándole golpes en la cara —replicó la muchacha.

—Sí, lo sé. Nosotros hablamos así —Mateo volteó a ver a los jóvenes que miraban petrificados—. Bueno, ya se acabó el espectáculo —cerró la puerta.

Mateo observó cuando Josef empezaba a levantarse del piso mientras escupía la sangre que tenía en su boca. Después, con un poco de dolor, intentó caminar para sentarse en la cama.

—Keidys está embarazada —soltó Mateo de golpe.

 

En el cuarto solo se escuchaba el sonido de las manecillas del reloj, Santiago acariciaba el cabello de Keidys para que la joven pudiera fundirse en el profundo sueño. Él estaba muy preocupado por lo que sucedía en ese momento, Alejandra le había dicho que ella resolvería aquel problema, pero no sabía qué tan bueno serían los frutos de aquella conversación.

—Ella no lo sabía, nunca imaginó que esto sucedería, pero ya que está aquí Keidys… lo va a tener. Entiendo que ustedes no están de acuerdo y mucho menos con lo que acabó de suceder con el padre del bebé, yo también quedé muy sorprendida, no conocía esa faceta de Josef, pero deben entender que si ustedes se sienten impotentes con esto… Keidys está peor, ella fue la que pasó seis años de su vida al lado de él, lo ama y sin embargo, él en una noche dañó todo con su trato. Pero aun así Keidys no quiere matar la vida que lleva en su vientre, es su primer hijo y ella decidió tenerlo, se hará cargo de él sola, eso ya es un peso muy grande que debe de tener, ustedes como padres traten de ponerse en su lugar ¿qué harían si se enteran que tendrán un hijo, pero no es el momento indicado y tienen un problema con su pareja?, porque así es como está Keidys ahora, lo menos que necesita es que ustedes no la apoyen, al contrario, es cuando más deben de estar a su lado —explicó Alejandra a los señores Gonzales.

La madre de Keidys tenía los ojos inundados, llevó su mirada a señor quien se veía bastante serio y dejó salir un resoplido.

—Ese Josef… —soltó.

—Keidys decidió no contarle nada a él, dice que Josef no merece estar cerca del bebé. Ella antes de dormirse dijo que se iría a vivir con su tía, Santiago decidió acompañarla, ustedes ahora deben decidir si irse con ellos o no —informó Alejandra.

—Cla-claro que yo me iré con ellos —dijo la señora, tragó en seco—. Nunca me imaginé que mi primer nieto vendría con todos estos problemas, pero ya que mi hija tomó esta decisión yo la voy a apoyar —miró a su esposo—. Me imagino que también harás lo mismo, no creo que tengas el corazón tan frío como para no reconocer a tu primer nieto.

—¿Qué dices mujer?, claro que voy a reconocer a mi nieto. Mi hija tomó la mejor decisión, que ese tipejo no se entere que tiene un hijo, ese poco hombre, venir y maltratar a mi niña, no lo quiero volver a ver más en mi vida. Nos mudaremos, Keidys puede comenzar a trabajar en la empresa y dedicarse a cuidar a su hijo, nosotros la ayudaremos a estabilizarse.

Alejandra dejó salir un suspiro, todo salió muy bien, al menos para Keidys. En esos momentos imaginó el rostro de Josef si se enterara de todo lo que estaba pasando. Él nunca llegaría a conocer a su primogénito.




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