Tomás estaba llegando a la casa de Keidys, ese era el punto de encuentro que las mujeres citaron para dar una noticia. Sabía que recibiría una buena impresión, cuando pedían reunirse era para algo loco.
—Será una sola boda —informó Keidys emocionada de pie frente a sus compañeros, estaban en el patio de la casa, todos hicieron completo silencio.
—Espera, ¿qué? —inquirió Mateo, rodó su mirada a Claudia que se encontraba al lado de Keidys, ella se puso de pie y mordió su labio inferior de la emoción.
—Decidimos hacer una sola boda, nos casaremos juntas —explicó Claudia.
—¿Cuándo planearon eso? —preguntó Josef.
—El día de nuestro compromiso. Chicos, es una buena idea, nosotras prepararemos todo, no se preocupen —dijo Keidys.
—Si planear una boda es difícil, ahora imagínense dos, pero en una sola —chistó Tomás.
—Bueno, pero es lo que ellas quieren. Nosotras le ayudaremos con todo —Alejandra se cruzó de brazos—, además —agregó—, ahorrará tiempo y en parte dinero el hacerlo el mismo día.
—¿Dónde está Gabriel? —preguntó Mateo a Alejandra.
—Se fue de viaje, vuelve la otra semana —informó.
—Pero él debía de estar aquí, lo sabía —regañó el joven.
—Es por su trabajo —excusó Alejandra.
—Deja de defender a ese tipo. Nunca está, tanto que hablaba de Josef —bufó Mateo.
Tomás rodó su mirada hasta donde se encontraba Gera sentada escuchando la conversación. En aquel momento Santiago entró al patio de la casa.
—¡Buenos días familia! —saludó.
—¿Dónde te metiste? —interrogó Keidys.
—Tu asistente no deja de llamarme, la acabo de despedir —soltó una pequeña carcajada.
—¿Qué hiciste qué? ¡Santiago!
—Agradece, ella no estaba haciendo bien su trabajo, le mintió a la prensa diciendo que tú tuviste no sé qué estrés, te conseguiré una mejor asistente —explicó el joven.
—No… Ash… —Keidys se cruzó de brazos.
—Es mentira, te lo creíste —volvió a soltar una carcajada.
—Ese Santiago es un loco —se burló Alejandra, rodó su mirada a Gera que estaba sentada a su lado—. ¿No crees?
—Normal, no me agrada —bufó Gera.
—Ah… Cierto —Alejandra hizo un puchero.
Así fue como empezaron a hablar sobre los planes de la boda, la conversación se veía que duraría bastante tiempo, trajeron una agenda para anotar todo lo que necesitarían, hasta pusieron horarios para todos y a cada uno le asignaron una tarea.
Las miradas de Santiago y Gera varias veces se cruzaban, sabían que no podían seguir así, su grupo lo notaría. Debían hablar.
—Lo que pasó esa noche… —dijo Santiago cuando encontró a la joven sola en la cocina.
—Olvídalo, quiero imaginar que nunca pasó —soltó Gera, empezó a servirse un vaso de limonada.
—Sí… Es lo mejor, si los demás se enteran de lo que pasó… —aceptó Santiago, se notaba aliviado, eso enojó un poco a Gera.
—Tienes razón, además, fue tan malo que lo mejor es no recordarlo —desplegó una sonrisa y empezó a beber la limonada de su vaso.
Hubo un momento de silencio en la cocina.
—¿En serio?, vaya, menos mal que acertamos en una, no me gustó para nada. Tus besos fueron horribles —Santiago dejó salir una pequeña carcajada. Gera lo reparó de pies a cabeza y soltó un resoplido.
—¿Ah sí?, pensaba que era lo contrario, se nota que eres bien novato, además que estabas tan borracho que parecía que te quedabas dormido en medio del acto —Gera se cruzó de brazos.
—Por favor, quien estaba así eras tú, eres una vaca muerta —Santiago soltó una gran carcajada.
—Eso lo dices porque no sabes nada, creo que esa noche perdiste la virginidad, sí… eso fue lo que pasó —Gera iba a salir de la cocina, se notaba que Santiago estaba muy herido por las palabras de la joven—. Bueno, ya podrás morir en tranquilidad.
Santiago le cerró el paso, algo que asustó a Gera.
—¿Qué sucede? —preguntó la joven.
Encerró la cintura de Gera con sus brazos y la arrinconó en la pared, acercó sus labios al oído derecho de la joven:
—¿Estás segura de lo que dices? —susurró. Aquel acto erizó la piel de Gera, después tragó en seco, pudo sentir la respiración de Santiago recorriendo su cuello.
Sus narices se rozaron entre sí, al igual como sus labios, sin saber cómo pasó comenzaron a besarse de una manera bastante apasionada. A Gera le estorbaba el vaso que tenía en su mano, trató de encontrar el mesón y ponerlo sobre él, fue un poco torpe al hacerlo, pero de alguna manera pudo deshacerse del vaso. Así fue como sus manos ya libres comenzaron a acariciarse creando una explosión de adrenalina en sus cuerpos. Aquel beso se desplazó para sus cuellos. A Gera se le escapó un jadeo, trató de hacer silencio, si alguien los encontraba allí estarían en un gran problema.
Sus cuerpos estaban muy pegados, Santiago comenzó a meter una de sus manos debajo del vestido de Gera. Estaban bastante excitados. Pero todo se arruinó cuando se escuchó el sonido de un vaso romperse. Reaccionaron y rodaron su mirada a donde yacían los pedazos del vidrio roto y el charco de limonada.