Ella era fea 2

¡Ups! Esto no lo vi venir

Tomás no dejaba de bailar con todas las solteras de la fiesta, su gran discurso hizo que más de una se enamorara perdidamente de él. Él llegó a gozarse la boda, era el alma de la fiesta. Se había acordado que los novios se quedarían toda la noche, en la mañana se irían a sus lunas de miel, así que ellas se quitaron los vestidos y se vistieron con una ropa cómoda, pero elegante, no se querían perder la fiesta; aunque, Keidys y Claudia se fueron a dormir pronto, sus embarazos las tenían muy dormilonas.

Tomás se sentó al lado de Marisol para poder descansar, había muchas chicas que querían bailar con él esa noche, así que no lo querían soltar, pero él no daba más. Contrario a él, Marisol nadie la había sacado a bailar, estaba desde hace horas sentada allí, comiendo cuanta cosa le brindaban los meseros.

—Entonces sirvienta, como ya se hizo la boda te olvidaron —se burló Tomás, tomó una copa de vino de un solo golpe—. Te lo dije, solo te estaban explotando, mira, tu amor platónico, digo, mejor amigo —soltó una risa llena de humor negro—, te tienen más sola que un hongo. Bueno, por lo menos hay comida en la mesa, es la mejor compañía que puede haber. Estar solo, pero con plata para comprar mucha comida.

—Vaya, mira quien lo dice, el que aparenta ser el más feliz, pero está igual o peor que yo —dijo Marisol.

—¿De dónde sacas eso? Si todas aquí matarían por estar aquí, hablando conmigo —Tomás tomó un bocadillo de la mesa y lo comió mientras miraba fijamente a Marisol, así que la chica lo vio masticar por unos segundos, eso le fastidió a la muchacha.

—Entonces no estoy tan mal, estoy hablando con el alma de la fiesta.

—Exactamente. Bueno, solo porque estoy cansando —volvió a burlarse Tomás.

 

Gera tomó una botella de vino a escondidas y se escapó con Santiago de la fiesta. Se fueron hasta la parte de atrás de la cabaña donde había una piscina, ese lugar estaba solo y un poco apartado de la fiesta. La pareja comenzó a besarse mientras soltaban risitas traviesas. Había unas sillas especiales para tomar el sol donde Santiago se acostó y ella se sentó encima de él, tomaban vino y se besaban. Santiago sumergía sus manos por debajo del vestido de la joven y así poco a poco desorganizaban sus vestimentas.

Las olas y la música que se escuchaba a lo lejos eran sus únicos acompañantes:

—La noche está fría —susurró Santiago.

—Sí, pero no importa, nosotros la calentamos —chistó Gera.

—Siento que me estoy enamorando de ti —confesó Santiago con una enorme sonrisa. Gera apartó su rostro del joven.

—¿Qué? —quedó estupefacta.

—Sí, todo lo que he vivido contigo es una gran locura que nunca creí vivir. Este tiempo que he estado contigo ha sido mágico. ¿No te sucede igual?

—Bueno… Sí, contigo he pasado muchas cosas, eres distinto a los hombres que he conocido y me haces muy feliz, pero… creo que llamarlo amor es muy apresurado –explicó Gera.

—Bueno, yo soy un romántico empedernido y sé que tú eres mi princesa —Santiago llevó sus manos a las mejillas de Gera quien en aquel momento tenía los ojos brillantes, se fundieron en un gran beso apasionado.

 

Marisol había acabado de salir del baño cuando encontró a Alejandra besándose con Gabriel en un rincón, se veían muy enamorados hablando entre susurros mientras se daban besitos cortos:

—Claro que yo quiero casarme contigo —fue una de las cosas que les alcanzó a escuchar a Alejandra decir.

¿Qué estaba pensando para seguir enamorada de Gabriel? Era obvio que nunca tendría una oportunidad con él, nunca, jamás en la existencia. Alejandra era muy buena persona con ella y se veía que estaba totalmente enamorada de Gabriel, vivían juntos y al parecer comenzaban a surgir planes entre ellos de una futura boda donde seguramente Marisol sería una dama de honor, otra vez, planear una boda que no era la suya.

Volvió a sentarse en aquella mesa arrinconada en la fiesta, miró la mucha comida que tenía para comer, en aquel momento un mesero le dejó una copa llena de vino en la mesa, la bebió de un solo golpe, eso le sorprendió al mesero:

—¿Le traigo una botella de vino? —preguntó el hombre.

—Sería lo mejor —aceptó Marisol. El mesero se apartó de la mesa—. Soy una boba, las personas solo saben utilizarme para su beneficio. Así será siempre mi vida.

Frente a ella, a unos metros de distancia, estaba Tomás bailando muy pegado a una chica, pudo ver que la joven llevó sus manos hasta el trasero del muchacho y comenzó a manosearlo.

—Anda… Pero qué atrevida —bufó Marisol. El mesero puso la botella de vino en la mesa, la joven notó que ya estaba abierta la botella, volteó a ver al hombre.

—Buen provecho —dijo el mesero.

—Gracias —Marisol llenó su copa por completo y comenzó a beberla como si fuese agua.

Por media hora así estuvo la situación, Marisol ya estaba que lloraba por aquel momento. Tomás se acercó a la mesa para tomar un trago, notó a la joven bastante decaída, bueno, más de lo normal.

—¿Quieres bailar? —le preguntó. Ella alzó la mirada hasta que se observaron fijamente.




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