Se levantaron de prisa los agentes, junto con Josef y su abuelo, corrieron a los carros rumbo a la casa donde se estaba viviendo un gran drama. La caravana de policías acordonó el lugar, todo el barrio empezó a murmurar que algo estaba sucediendo, pues los carros de la fiscalía y el CTI comenzaron el plan candado.
Josef llegó a su casa y corrió escaleras arriba buscando a su esposa. Al entrar al cuarto principal encontró a Keidys tomando una aromática de albaca con toronjil para estabilizar su presión.
—¡Amor! ¿Estás bien?, ¿cómo te encuentras? —preguntó mientras caminaba a pasos agigantados hacia ella.
—Sí, estoy bien —contestó Keidys.
—¿Qué fue lo que viste?, ¿qué sucedió? —inquirió Josef.
—Había un carro extraño, también unos hombres. Los vi cuando te alejabas, uno de ellos me quedó viendo mientras fumaba un cigarro, entonces Beatriz salió de la casa y ella también lo vio, me dijo que entráramos a la casa y fue cuando le contamos todo a Luchita, subimos al cuarto para ver mejor y asegurarnos que fuera eso, al mirar por la ventana vimos al segundo hombre que salió de la camioneta y los dos miraron hacia la casa mientras hablaban y después un hombre se asomó por la ventana de atrás del carro y les dijo algo mientras movía su brazo. Fue horrible, cuando se fueron tiraron el cigarro al frente de la casa —contó la joven.
—Tranquila mi amor, todo estará bien —Josef la abrazó.
—Josef, tengo mucho miedo, pensé que nos harían daño —sollozó la joven.
—No nos van a hacer daño amor, tranquila, todo estará bien —consolaba el muchacho.
Keidys notó que en la casa se encontraban muchas personas, ya que, se escuchaban varias voces y pasos por el pasillo.
—¿Llegó la policía? —preguntó la joven.
—Sí, están investigando, pero no te preocupes, ya todo está bajo control —explicó Josef.
En aquel momento entró a la habitación el señor Sandoval junto con el comandante de la policía.
—Mi niña, ¿cómo estás? —preguntó el señor Sandoval mientras se acercaba a Keidys.
—Estoy bien —respondió.
El señor Sandoval rodó su mirada al comandante.
—Él es el comandante de la policía, ya están inspeccionando el lugar —dijo el señor, el comandante acentuó con su cabeza, el señor Sandoval volvió a mirar a Keidys—. Así que puedes estar tranquila, estás a salvo. Si quieres mira por la ventana para que te asegures que todo ya pasó, debes de guardar reposo, estás embarazada y no puedes tomar emociones fuertes.
—¿Y cómo vinieron tan rápido? —preguntó Keidys al comandante.
—Estábamos en un consejo de seguridad, yo llamé a Josef para que estuviera presente ya que él forma parte importante de esta empresa —respondió el señor Sandoval.
—Ah… Ya, así que el comandante estaba con ustedes —dijo Keidys atando los cavos sueltos.
—Usted puede estar completamente relajada, tranquila, porque ya dispusimos un plan candado y donde estén estas peligrosas personas las vamos a capturar sea quien sea —tranquilizó el comandante a la joven.
Viendo que Keidys ya estaba tranquilizada los hombres se dispusieron a bajar y salieron a la terraza de la casa donde se encontraban los detectives los cuales esperaban a Josef y al señor Sandoval para mostrarles el pedazo de cigarro que yacía en el piso de la terraza.
—Josef, mira, esta es la prueba de que El escurridizo no está jugando —explicó el detective Pablo Trejo.
Los dos detectives que habían estado con Josef cuando él solo tenía diecisiete años y fueron los que aquella vez le salvaron la vida cuando estaba siendo impactado por el secretario Henrique en la empresa, eran los mismos que se encontraban allí con él, Pablo Trejo Guevara y su compañero Felipe Trujillo de la Hoz. Ellos habían estado siguiendo el caso del Escurridizo, un peligroso mafioso que acecha al señor Sandoval y a Josef.
—El escurridizo tiene este método para señalar las víctimas de sus atentados, tira medio cigarro en el lugar donde va a cometer sus fechorías. Así que su familia está corriendo un gran peligro, es mejor que esta misma noche lleves a tu esposa a un lugar seguro —explicó el detective Pablo mientras observaba el cigarro, después rodó su rostro hacia Josef quien tenía un rostro bastante preocupado.
—Pero yo no le he contado nada a Keidys, está embaraza y es muy nerviosa, se pondrá muy mal si se entera —explicó el joven.
—Pero si ella no sabe nada sobre la situación va a correr un grave peligro, esto es una bomba de tiempo; ella se enterará tarde o temprano, es mejor que se entere por ti a que lo haga por medio de una situación como esta —explicó Pablo.
—Señor Sandoval y señor Josef, el Escurridizo tiene unas practicas para acorralar a sus víctimas —comenzó a explicar el detective Felipe—, todo el que no se doblegue delante de él lo obliga matando a toda su familia, al igual como a sus trabajadores más cercanos y a sus amigos. Toda persona cercana a ustedes, incluyendo hasta sus socios de la empresa, a cada uno los va a empezar a matar hasta que ustedes le entreguen lo que él quiere. Por lo mismo deberán avisarles a las personas más cercanas a ustedes sobre la situación, lo más seguro es que el Escurridizo ya sabe y tiene la información necesaria de las personas que los rodean. Están corriendo un grave peligro.