Ella era fea 2

Solo por esta vez

—Es lo mejor para ti Camilo, sabes todo lo que está pasando y el peligro que corres por estar conmigo. Mi mamá ya habló con el director del colegio, podrás terminar allá, lo bueno… es que has subido tus notas y pasarás el año —explicó Alejandra.

—No, harás lo mismo que hacen mis padres, cuando tienen un problema me mandan a otro lado para deshacerse de mí —hizo un minuto de silencio mientras reflexionaba—, entiendo, lo que sucede es que… yo soy el problema.

Alejandra al escuchar estas palabras se impresionó en gran manera. Camilo se levantó del mueble de la sala y comenzó a caminar a la salida del apartamento.

—Eso no es cierto, ¡Camilo! ¡Espera! —comenzó a decir. Pero el joven se hizo de los oídos sordos.

Alejandra se levantó del mueble y corrió a la puerta para alcanzar a su hermano.

—¡Camilo, espera, no salgas, es peligroso! —gritaba.

 

—¡Camilo! —se emocionó Sofía al escuchar la voz del joven desde el celular, miró a su lado donde estaba la señora Tatiana dormida en un sillón de la clínica—. Claro, tengo tiempo, ¿dónde nos vemos?, perfecto, estaré ahí. Claro que no hay ningún peligro, nadie se dará cuenta que estamos por fuera.

 

Alejandra comenzó a marcar el número de Josef, debía contarle lo que estaba pasando, sentía un mal presentimiento, por suerte Josef contestó.

—Hola, Josef, tengo un problema, Camilo salió del apartamento muy enojado, no sé para dónde cogió, pero lo más seguro es que se verá con Sofía. Por favor, ve a la clínica y revisa que los dos estén allí —Alejandra tenía la voz temblorosa, estaba desesperada y su corazón lo sabía, palpitaba con gran fuerza y esto hacía que las piernas y manos de la muchacha comenzaran a temblar. Estaba dentro del ascensor y el tiempo allí le pareció eterno.

—Claro, ahora que termine aquí voy a la clínica —respondió el joven.

—¡No, no, no…! Esto es urgente Josef, es mi hermano, salió y no sé a dónde se dirige, lo más seguro es que si él le dice algo a Sofía, ella es capaz de seguirle los pasos, estarán en gran riesgo si salen los dos solos —explicó Alejandra.

—Tranquila Alejandra, allá está mi mamá cuidándola, no dejará que se vaya a ningún lado, lo más seguro es que Camilo se dirige a la clínica para hablar con ella. No creo que ellos sean tan tontos de salir sin guardaespaldas sabiendo como están las cosas —calmó Josef.

—Si me estoy asustando es porque conozco a mi familia y sé que Camilo sí es tonto de salir sin guardaespaldas. ¡Por favor, ayúdame con esto, son nuestros hermanos, Josef, ¿cómo es posible que no lo comprendas?!

Alejandra colgó la llamada, se sentía muy mortificada, lo podía presentir, iba a pasar algo muy malo con su hermano y todo era por su culpa.

 

Sofía estaba caminando por el pasillo de la clínica con el celular en su mano izquierda, vio a lo lejos a un guardaespaldas, rápidamente corrió a esconderse detrás de una pared. Soltó una pequeña carcajada y después revisó que el lugar estuviera despejado de personas que no la fueran a dejar salir.

Caminó con pasos afanados por el parqueadero, no era la más experta conduciendo, pero, se defendía, el único problema es que la detuviera un policía de tránsito (no tenía licencia de conducir), pero, ya este tipo de cosas las había hecho antes.

Así fue como se aventuró a una locura bastante peligrosa. En momentos como ese es donde la mente se le nubla a la persona, no se entiende el por qué se actúa de esa manera, simplemente se está ahí, haciendo todo mal.

Alejandra llegó a la clínica y comenzó a buscar a Camilo y a Sofía en todas partes. Le preguntó a los guardaespaldas encargados de vigilar a Sofía, ellos llevaron a la joven hasta el cuarto donde se encontraba Keidys durmiendo y a su lado estaba la señora Tatiana en los brazos de Morfeo. Ver aquella situación fue como un balde de agua fría sobre su cabeza. Los hombres detrás de la joven comenzaron a correr en busca de la chica, empezaron a informar sobre la desaparición a la policía y demás escuadrones de vigilancia.

Josef apenas estaba llegando a la clínica, había estado hablando con los detectives sobre la búsqueda del Escurridizo. No creía que las cosas se iban a poner boca abajo nuevamente, no, las cosas ya estaban de esta manera, la desaparición de su hermana solo sería el postre para aquella dulce cena.

—¿Qué? —inquirió Josef palideciendo frente a Alejandra.

—¡Te lo dije, Camilo iba a incitar a tu hermana a escaparse!, ¡pudimos haberlos alcanzado!, ninguno de ellos me responde las llamadas, quién sabe dónde estarán, si corren peligro…  —Alejandra llevó las manos a su cabeza y peinó su cabello de una manera desesperada mientras comenzaba a mirar a todas partes.

Josef se recostó a una pared, no podía más, ¿por qué pasaba esto?, sentía que sus fuerzas lo dejaban. Veía como su amiga lo regañaba mientras comenzaba a llorar.

Sofía llegó a un restaurante frente a la playa, vio a lo lejos a Camilo que le hacía señas con una mano. La joven caminó con una gran sonrisa desplegada en su rostro hacia el muchacho.

—Hola… —lo saludó con un beso en los labios.

—¿No te da miedo estar por fuera? —preguntó Camilo.




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