—Así que ustedes también van a salir —le dijo Keidys a Josef cuando lo vio empacar una maleta emocionado.
—Sí, prácticamente lo hicimos por Tomás, nos preocupaba mucho —explicó Josef.
—¿Y a dónde irán? —interrogó Keidys curiosa.
—Es un secreto de grupo —dijo Josef, Keidys hizo mala cara, eran las mismas palabras que ella había utilizado cuando él le preguntó sobre el plan de las chicas.
—Perfecto, yo también me voy —Keidys soltó una pequeña carcajada y tomó su maleta.
—Oye. Solo no vayan a hacer tantas locuras —pidió Josef.
—No, al contrario, cuando te cuente lo que hicimos te vas a emocionar y me vas a amar más de lo que lo haces ahora —dijo la joven y Josef quedó muy curioso.
—Los planes de ustedes me asustan, la verdad, siempre les salen mal —chistó Josef.
—Bobo —Keidys le dio un puño en el pecho del joven quien soltó una carcajada y después abrazó a su esposa.
—Te quiero —le susurró muy cerca del rostro.
—Yo te quiero más —respondió Keidys.
Así fue como Keidys y su grupo salió primero que el grupo de Josef, todos inocentes de que se dirigían al mismo lugar.
—La idea era esa, no contarles en dónde vamos a estar, después se nos iban a meter allá y no, la idea es estar solo mujeres —le dijo Keidys a Marisol.
—Oye, ¿desde cuándo te pintaste el cabello de ese color? —preguntó Alejandra a Marisol.
—Hace ya unos meses —respondió.
—Te queda muy bien, te ves muy hermosa, la verdad —elogió Marcela.
—Gracias.
Iban en una camioneta blanca escuchando música y comiendo papitas, para ellas la fiesta ya había comenzado.
Mientras, los chicos estaban terminando de comprar algunas cosas que iban a llevar a la cabaña. Ellos casi se llevan todo el licor que encontraron, querían quedar totalmente inconscientes. Trataron de hacer una buena lista para que no les faltara nada, pero a cada momento se detenían en el camino porque se acordaban de cosas que no habían comprado, así que se les hacía eterno el camino.
Keidys y las chicas llegaron a la cabaña. Se emocionaron a desempacar todo mientras limpiaban el polvo, pusieron algo de música mientras que Claudia preparaba algunas picadas. Gera y Alejandra llevaron a Marisol a conocer el lugar.
—Lo recuerdo, Keidys se casó aquí, pero no recorrí el lugar, todo estaba muy enredado —dijo Marisol.
—Sí, ese día fue una locura. Nos gusta mucho este lugar por lo grande que es y la hermosa vista que tiene —explicó Alejandra mientras caminaban por los pasillos de los dormitorios.
—Hay cinco cuatros, todos tienen balcón, puedes elegir el cuarto que quieras y dejar tus cosas ahí, bueno, vi que no trajiste muchas —dijo Gera.
—Sí, mañana en la mañana me voy —explicó Marisol.
—Bueno, no te preocupes. Escoge el dormitorio que quieras, en el baño lo más seguro es que ya tiene algunas cosas como jabones, crema dental y otras cosas que trajimos en meses anteriores, las dejamos porque sabemos que estamos viniendo aquí constantemente. Pero si necesitas algo solo nos dices, compramos todo siempre —explicó Alejandra con tono muy amable.
Marisol entró a un cuarto y al entrar se impresionó por la hermosa vista que había del atardecer en la playa, se veía muy hermoso, aquel sonido de las olas y el viento salado la llenaron de mucha tranquilidad.
—Ella se va a quedar todo el fin de semana, ya verás —dijo Gera con los brazos cruzados recostada en el marco de la puerta.
—Lo sé, mi plan es que se quede en la ciudad, no puede irse sin antes ver a Tomás —soltó Alejandra con una sonrisa desplegada.
—Sí, pero por ahora enfoquémonos en que se haga amiga nuestra. No mencionemos a Tomás por ahora, ese nombre es prohibido este fin de semana.
Bajaron al comedor donde Claudia con un poco de ayuda de Keidys (solo miró y pasó recipientes) preparó la cena. Todas comenzaron a comer y planear lo que harían esa noche.
—Veamos películas, o no, mejor, vamos a hacer una fogata en la playa, comemos malvaviscos —sugirió Gera.
—Sí, muy buena idea, hagamos eso. Compitamos en quién se demora más en irse a dormir, ¿recuerdan? —aceptó Keidys.
—Oh… Sí, ese juego que siempre hacíamos cuando estábamos en el colegio. Como siempre, yo siempre ganaba —se emocionó Claudia.
—¿Vas a embriagarte con nosotras? —preguntó Alejandra a Marisol.
—Oh… No, mañana debo de adelantar algunas cosas —explicó la joven.
—Está bien, no te preocupes —aceptó Keidys.
En aquel momento escucharon un ruido en la entrada. Josef y los demás quedaron confundidos al ver la camioneta blanca en la entrada.
—Qué idiotas, ¡obviamente ellas iban a coger para acá! —soltó Josef bastante aburrido.
—Bueno, vámonos a otro lado, la idea es estar solos —le dijo Tomás a Josef quien estaba a su lado.