Alejandra estaba con Noelia y Gera en el restaurante de Claudia comiendo de lo más alegres.
—Ay sí, vamos a ver esa película, digámosle a Keidys, ama esa saga —dijo animada Alejandra.
—Compramos los vestidos para la fiesta de Tomás y después nos vemos la película, ¿qué les parece? —sugirió Noelia alegre.
—Sí, pero Keidys nos va a matar si hacemos ese plan hoy. Si quieres la llamo —dijo Gera.
—Voy a llamarla para que nos espere en el centro comercial —Alejandra sacó el celular de su cartera y comenzó a llamar a su amiga.
En aquel momento Noelia pudo ver que en el restaurante estaba Marisol comprando algo, rápidamente se acercó a ella para saludarla.
—¡Marisol! —se alegró.
—Hola, ¿cómo estás? —saludó Marisol.
—Muy bien ¿y tú?, estás hermosa, se nota la buena vida. ¿Sigues con Tomás? Tuve que viajar y no sé cómo quedó la historia.
—Bueno… Es una larga historia —trató de explicar Marisol algo incómoda.
—Oye, estoy con las chicas, ven, hablemos un rato, ¿o estás ocupada?, bueno, no importa, ven, no nos vamos a demorar mucho.
—Es que tengo que ir a comprar algunas cosas aquí cerca, voy a viajar y antes quiero ir al centro comercial —explicó Marisol.
—¡Fabuloso! Nosotras también, vamos juntas, de hecho, ya nos íbamos a ir —explicó Noelia emocionada.
Hizo que Marisol se acercara a la mesa donde estaban las muchachas, Alejandra sintió que todo su interior se revolviera al ver aquel rostro.
—Chicas, Marisol nos va a acompañar, debe de comprar unas cosas y pues, como tengo rato que no hablo con ella, quiero que me eche los últimos chismes —explicó Noelia y después soltó una sonrisa.
—Claro, que venga con nosotras, ¿por qué no? —aceptó Alejandra. Gera rodó el rostro para ver a su amiga, ¿qué pensaba hacer?
Así fue como todas se dirigieron al centro comercial, al llegar Noelia no dejaba de contarle sobre su vida a Marisol y le insistía para que se tomaran una foto antes que la muchacha se mudara del todo del país.
Al entrar se encontraron con Keidys y Tomás que estaban esperando a las muchachas.
—¡Mi Tomi…! —gritó Noelia mientras corría a abrazar al muchacho.
—Ya estás como loca comprando ropa —chistó el joven mientras la abrazaba.
—Sí, vine a acompañar a Marisol, ¿por qué no me contaste que ella se iba a mudar? —le preguntó. En aquel momento la joven procesó la situación, sintió que fue una gran imprudente.
—Vamos a comprar los vestidos para tu cumpleaños —dijo Alejandra al joven.
—Pero con tanta ropa que ustedes tienen —soltó Tomás.
—Pero es tu cumpleaños, es algo muy especial —explicó Keidys. Miró a Alejandra para ver el por qué dejó que trajeran a Marisol.
—Marisol, ¿qué es lo que vas a comprar? —preguntó Alejandra y todos se enfocaron en ella.
—Ah… unos artículos de aseo personal —rodó la mirada a Noelia—, lo de la foto, lo hacemos después. Me llamas.
—Espera, no te vayas. Ya vinimos todas hasta aquí, compramos lo tuyo y nos acompañas a comprar los vestidos, quiero el consejo de una fotógrafa, necesito verme bien para las fotos —pidió Alejandra.
—Ella necesita irse, déjala —habló Tomás bastante serio.
—Pues sí, no estás invitada al cumpleaños, de hecho, no creo que estuvieras enterada de que el fin de semana es el cumpleaños de Tomás. Así que te sentirás incómoda —soltó Alejandra.
—Pues sí, tienes razón. Bueno, espero que encuentren sus vestidos. Fue un placer hablar otra vez contigo Noelia —se despidió Marisol como si aquellas palabras no la hubieran afectado.
—Igualmente —se despidió Noelia.
Marisol se marchó, todos rodaron la mirada a Alejandra.
—Se lo merece ¿no? —comenzó a caminar como si nada.
—Pero fuiste muy grosera —replicó Gera.
—Lo que ella hizo no se compara con esto —discutió Alejandra—. Esa me cae super mal, no quiero verla ni en pintura.
Las chicas se quedaron midiéndose los vestidos. Mientras, Tomás comenzó a buscar a Marisol por el centro comercial para hablar con ella de lo que acababa de suceder. Sabía bien donde estaba, así que fue fácil encontrarla. Ella quedó confundida al ver que él se dirigía a ella.
—Lo que sucedió hace un momento, disculpa a Alejandra, está enojada por lo que sucedió entre los dos —explicó Tomás—. No me gustaría que te fueras con un mal concepto de mi grupo, bueno, uno peor del que ya tienes.
—Tranquilo, lo entiendo francamente, lo que yo hice estuvo muy mal visto —dijo ella desplegando una sonrisa.
—¿Cómo que mal visto? Fue tu decisión, los demás deben de respetarla —replicó Tomás.
Marisol apretujó la bolsa de compra con fuerza, quería decirle a Tomás lo que pensaba, sobre todo el que quería darse una oportunidad con él, pero sentía que era mejor el quedarse en silencio.