Ella era fea

Capítulo 10: lo que nunca te conté

Josef se veía que estaba desesperado por aquella chica que solo quería verlo hecho trizas. No sabía cómo aclararle las cosas y demostrarle que nunca quiso el mal  para ella, además, eran niños cuando eso y solo había sido un impulso de rabia en un momento dado. Aunque en realidad aquellos días fueron muy traumatizantes parar Keidys, había niñas que le lanzaban restos de comida diciendo “rechazada” y Keidys empezaba a llorar y nadie la ayudaba. Él siempre quiso defenderla, pero le daba miedo que todos se burlaran por hacerlo.

—¡Vete de aquí, gorda rechazada! —gritaban los grupos de niñas y la arrojaban al suelo—, das asco.

Obviamente que Keidys se iba a sentir muy mal y tomaría rencor por él, aquel último año fue el más solitario para ella, no tenía amigas y era la burla de todos.

—¡Se va a caer el mundo! —gritaba Tomás cuando estaban en educación física y ella saltaba la cuerda. Todos soltaron la carcajada y Keidys empezó a llorar—, ¡gorda rechazada! —soltó Tomás y siguió soltando grandes carcajadas.

Josef observó cómo Keidys explicaba en una exposición, su gran porte y la forma de atrapar el público hacía que se viera perfecta para cualquier hombre. El profesor estaba anonado por lo buena estudiante que era. Al terminar todos le aplaudieron y el profesor la felicitó diciéndole que tenía la nota máxima.

—Josef, ¿por qué no entregaste el trabajo? —preguntó el profesor revisando unas carpetas que estaban en el escritorio.

—¿Qué? —preguntó bastante asustado. Se había acostado a la una de la mañana haciendo aquel trabajo. 

—Yo le dije que me entregara el trabajo, profesor, pero me informó que lo había dejado en casa por equivocación —explicó Keidys al lado del muchacho como si nada.

—¿Cómo es eso posible, Josef? Si tú eres el estudiante más responsable que tengo —dijo el profesor sorprendido.

—Es que… se me había hecho tarde profesor, lo siento —obviamente que había sido Keidys quien le extravió su trabajo. Se propuso hacerle la vida imposible y lo estaba logrando.

—Entonces, ya sabes la nota que tienes Josef, por favor, no bajes tu rendimiento académico. Quiero que te gradúes con honores —el profesor se veía que estaba muy sorprendido por las bajas notas que estaba teniendo Josef, era muy raro en él.

Josef estaba saliendo del salón y Keidys lo hizo tropezar con su pie.

—Disculpa, fue un accidente —soltó ella con una sonrisa irónica.

—Tranquila —Josef se levantó del suelo y recogió algunos libros que llevaba en sus brazos.

—Libros de medicina, así que quieres ser doctor. Es una carrera difícil, ¿si serás capaz de ganarte una beca?

—Claro que sí —la observó fijamente.

—Eso es raro, antes eras famoso porque tus padres te compraban todo lo que querías y siempre presumías por lo mismo. ¿Qué sucedió? ¿Cayeron en la quiebra?

—No creo que deba responder esas preguntas —soltó e iba a irse, pero ella volvió a tropezarlo con su pie, el joven cayó al suelo maltratándose la palma derecha de su mano. Josef volvió a tomar sus libros y se reincorporó.

—Lástima, quería seguir platicando contigo —Keidys soltó una pequeña risa burlona—, nerd.

No lo vas a lograr Keidys —dijo Josef. La observó fijamente—, me parece que tu forma de fastidiarme es tan infantil. Además, solo demuestra que estás desesperada, ¿es por nuestro beso?

—Ese beso no significó nada. No tiene importancia —soltó Keidys mientras lo miraba fijamente con rostro muy serio.

—O sea que, si este nerd te besa aquí, frente a todos, ¿no significará nada?

Keidys respiró profundo y después se marchó, aunque pareció más que escapaba de una situación que no podría controlar.

Josef sentía que no soportaría aquella situación, no dejaba que pensara con tranquilidad. Lo único que sabía hacer era buscar los puntos débiles de Keidys para que pudiera dejarlo en paz, aunque si ella seguía dañando sus notas, eso le traería grandes problemas en su vida. Se sentó en una banca para meditar sobre lo que debía hacer con Keidys, no quería que las cosas siguieran de esa manera.

—¿Por qué tan solo? —preguntó Alejandra sentándose a su lado.

—¿Qué? —volteó a verle.

—¿Qué te sucede? —inquirió mostrándole una sonrisa.

—No es nada, es solo que…

—¿Por qué estás sacando tan malas notas?

—Es que, bueno. Sabes que mi madre está enferma y como mi padre murió… Todo se me está acumulando y creo que eso hace que baje mi rendimiento académico —explicó Josef.

—Pero tus abuelos les están ayudando económicamente ¿no? Ellos quieren mucho a tu madre y le están pagando los medicamentos y te pagan tus estudios, me habías dicho que por eso querías recompensarles todo su esfuerzo con una beca para medicina. ¿Qué está sucediendo realmente? Sé que no es eso, bueno, tal vez te incomode un poco aquella situación, pero no creo que sea para tanto.

—Es… Que… No es nada.

—¿Qué sucede, Josef?

—No es nada, es el estrés por todo. Es eso.




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