Ella era fea

Capítulo 22: el llanto de una madre

En aquel lugar no se veía ni una sola persona, nadie que le pudiera ayudar. Pero él quería vivir, quería volver a casa, hacer que su madre dejara de llorar y que sus amigos, su familia, los que lo conocían, dejaran de estar preocupados por él.

Sin saber de dónde había sacado fuerzas pudo levantarse, cada vez que caminaba dejaba las manchas de sangre por la carretera, toda su ropa estaba empapada de sangre, ya no podía respirar, tosía sangre y para él todo su alrededor se movía, se parecía a las alucinaciones que tenía al estar drogado, esas que le gustaban, pero esta vez lo odiaba en gran manera, sabía que era la muerte abrazándolo, diciéndole “ven a mí, pequeño hijo” y lo odiaba, detestaba ver a la muerte burlarse en su cara.

Destellos de su vida pasaron frente a él en cuestión de segundos, desde pequeño, los regaños de su padre, los abrazos de su madre, los tantos consejos de Josef, aquellas veces que hizo llorar a Alejandra, las tantas peleas que tuvo al meterse en problemas. Se dio cuenta que tuvo una vida  perfecta que dañó por su rebeldía. En esos momentos añoró el poder volver a su vida anterior, esa que tanto le gustaba. Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, estaba muy asustado, no sentía ningún tipo de dolor, solo una agonía al no poder respirar. De su garganta salía un chillido, era las ganas de tomar una bocanada de aire, pero era imposible.

 Fueron unos cuantos pasos para quedar arrodillado en una esquina, sus manos se apoyaron en el piso, tenía miedo, el ver como la sangre goteaba en el suelo lo asustaba, temblaba y lloraba.

 

—¡DIOS MÍO! —escuchó el grito de un hombre—, ¡AYUDA! —empezó a gritar una y otra vez.

Tomás no supo más nada, su cuerpo no resistió más, solo cayó al suelo ¿moriría?, tal vez, había perdido mucha sangre. Aunque sí recordó algunos sonidos, algunas voces:

—¡No...! ¡Tomás! —escuchaba la voz de un joven. Reconoció enseguida que era Josef, su mejor amigo. Seguramente estaba destrozado al ver a su amigo del alma tirado en un gran charco de sangre. — ¡Nosotros lo conocemos, es mi amigo! ¡Déjenme pasar!, ¡es mi amigo!

Josef gritó fuerte e intentaba acercarse a él, pero los policías no lo dejaban:

—¡DEJENME MALDITOS, ES MI AMIGO! ¡TOMÁS…! —Josef estaba traumado al ver a Tomás así.

—¡Josef cálmate! —gritaba Keidys, pero también estaba igual. ¿Cómo reaccionarías al ver una persona muy allegada a ti tirada en el piso desangrándose?

Llamaron a la casa de Tomás y la señora contestó el teléfono, enseguida dejó salir un gran grito y tiró el teléfono al suelo mientras empezaba a temblar:

—¡MI HIJO! —se arrodilló en el piso. Su esposo entró rápido a la sala.

—¿Qué sucede? —preguntó el señor Moreño.

—Tomás… Se está muriendo en el hospital —respondió la señora—, lo encontraron tirado en una calle lleno de sangre… —puso sus manos en su pecho mientras soltaba el llanto.

—No puede ser, vamos, vamos al hospital. Cálmate mujer —la abrazó—, todo va a estar bien.

—No quiero que se muera mi hijo… Ay, mi Tomás… —soltaba la señora.

Un vídeo se hizo muy conocido aquella noche, la prensa no se hizo esperar, los noticieros solo hablaban de lo que todos querían escuchar.

—Sé que muchos de ustedes han visto el vídeo del día de ayer, lastimosamente tuve que ver a un gran amigo inconsciente, había sido asaltado y le propinaron tres puñaladas y fuertes golpes. El ver aquella escena me impactó mucho, él está grave en el hospital y pido la mayor prudencia posible a todos, ya que la familia de mi amigo está muy lastimada por esta situación —decía Keidys frente a las muchas cámaras. Debía de aclarar las cosas, los periodistas no dejaban de llamar a su casa, buscarla en todos lados y si se escondía la cosa podía ponerse peor.

"Esperamos que se recupere pronto", leyó Santiago, el hermano de Keidys, era una nota pegada en el portón de su casa. Habían muchas de ellas, lo más lógico es que las pusieran en la casa de Tomás, pero al parecer ellos no sabían la dirección.

Habían pasado tres días desde que todos lo único que sabían hacer era hablar sobre el vídeo que ya no se podía encontrar en las redes sociales, era muy fuerte, la imagen de Tomás lleno de sangre, Keidys y Josef gritando para que los dejaran pasar. Era impactante ver aquel vídeo, los noticieros muy poco hablaban sobre el delicado estado de salud de Tomás, fueron advertidos de no tocar el tema; se podía dañar la imagen de muchas personas por ello y más si se enteraban que no había sido un atraco. Lo mejor era no tocar el tema y así poco a poco apagar el fuego.

Aunque al adentrarse en la vida de aquellas personas que rodeaban a Tomás, aquellas personas que estaban destrozadas por el miedo a perder a aquel joven, la historia era diferente. 

 

 

 

 

 

 




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