Ella era fea

Capítulo 27: no vas a poderme olvidar

"Recuerdo que la primera vez que observé a Josef, él sostenía una gran sonrisa y sus ojos se achicaron haciendo que su rostro se viera muy tierno. Siempre quise estar con él, estar así, juntos y que el tiempo se detuviera haciendo que este momento fuera infinito. Estar en una cabaña frente al mar, poder escuchar las olas y estar junto a él..." pensaba Keidys mientras observaba el rostro de Josef, el joven le mostró una sonrisa y la hizo acercar más a su cuerpo hasta que la cabeza de la joven se recostó a su pecho.

—Para ser nuestra primera vez no estuvo tan mal... —soltó Josef y los dos soltaron carcajadas.

—Tenemos que practicar más, ¿vemos vídeos porno?

—Keidys sales con unas cosas.

—Ellos hacen varias poses que si intentamos hacerlas sé que vamos a disfrutar más. Así que ponte a ver esos vídeos y espero que para la próxima sea mejor —dijo Keidys. Los dos jóvenes soltaron carcajadas.

—Te digo lo mismo —le dio un beso—, si quieres podemos volverlo a intentar.

—¿Pasar la noche aprendiendo? —inquirió Keidys con un tono algo pícaro.

—Solo si tú quieres.

 

Tomás escuchó aquellas risas cuando pasó por el pasillo que lo llevaría a su cuarto, recordó que ese mismo día había estado soltando risas junto a Alejandra en uno de esos cuartos. Habían recordado anécdotas de cuando estaban niños, aquellas locuras que hicieron sin pensar en consecuencias. Tal vez sí la amaba, tal vez sí quería formalizar algo con ella, pero a veces algunos amores son sentenciados a no surgir, a no ser un "juntos por siempre", solo se reducen a un "infinito" que se vuelve platónico.

Entró al cuarto y se acostó en la cama. No quería jugar con los sentimientos de Alejandra, sentía que sus pensamientos estaban revueltos ¿la amaba porque ella lo correspondía? ¿O solo lo hacía por mera lástima hacia la joven?, cerró por un momento sus ojos y a su mente llegó el recuerdo de cuando estaba hospitalizado.

Se veía arrodillado frente a sus padres mientras estaba ahogado en un gran llanto:

—Mamá, papá, perdónenme, soy un pésimo hijo. Perdón, los he hecho sufrir mucho —se disculpó.

—Ay hijo —soltó su mamá mientras cubría su boca con sus manos.

—Te perdonamos hijo, pero levántate que te vas a lastimar las heridas —pidió su padre.

—Prometo que voy a ser un buen hijo desde ahora —dijo Tomás mientras observaba fijamente a sus padres.

 

—¿No y que querías limonada? —preguntó Mateo mientras veía a su prima tomarse las cervezas como si fuera agua.

—Bueno... por lo menos compraste suficiente para todos —dijo Claudia.

Los jóvenes solo sabían observar a la chica tomar una cerveza tras otra.

—¿Y ustedes cuándo se van a volver novios? Todos aquí tienen pareja y yo sola... es... que yo voy a volverme mala. A... los hombres... les gusta cuando uno se vuelve mala... ¡y sí! Yo... Alejandra... hoy digo que... —decía la joven tirada en el mueble.

—Voy a llevarla a su cuarto —dijo Mateo levantándose del mueble y tomando a su prima en brazos.

—No...  yo... no quiero... dormir... —renegó Alejandra.

—Yo creo que también voy a dormir —dijo Claudia mientras intentaba levantarse del mueble, pero las heridas en sus piernas empezaron a arder.

—Espera a que yo lleve a mi prima a su cuarto, no puedes caminar —dijo Mateo.

—¡Oh... amor mío! —gritó Alejandra y besó a Mateo en la boca— ese beso es para que te conviertas en mi príncipe, mi amor...

—Siempre pasa lo mismo, ya cállate Alejandra —miró a Claudia— ya vengo.  

Mateo recostó a Alejandra en su cama y la chica quedó profundamente dormida. El joven le entristecía que su prima, aquella chiquilla que amaba tanto estuviera tan dolida, pero solo podía resumirse a estar cruzado de brazos.

Bajó las escaleras y vio que Claudia lo recibió con una sonrisa:

—Se quedó dormida —informó Mateo mientras caminaba hasta el mueble, se sentó y en su rostro se podía ver que estaba preocupado.

—¿Sucede algo?

—Es que me preocupa el que mi prima esté enamorada de alguien que no la corresponde. Es horrible ese sentimiento triste de saber que esa persona no siente lo mismo por ti —Mateo tomó de una pequeña mesita que estaba frente a él una cerveza y la acabó de golpe.

Una pequeña música de amor sonaba a su alrededor, Claudia llevó su mirada hasta el mar y un sentimiento cálido invadió su pecho:

—Yo sé lo que se siente no ser correspondido —dijo.

—Es horrible estar al lado de esa persona, verla sonreír y saber que no es por uno, saber que en su mente está la imagen de otra persona,  hay días donde se amanece feliz por un bello sueño que se tuvo con ella y las ganas de contarle son muchas, pero si uno lo hace esa persona descubriría sus sentimientos que se tiene por ella —Mateo se veía muy triste, su mirada se perdía en sus recuerdos y Claudia entendió algo.

—¿Sigues enamorado de Keidys? —inquirió mientras llevaba su mirada hasta él.




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