Ella era fea

Capítulo 39: Me equivoqué

—¿De qué estás hablando? — preguntó Claudia tratando de resolver lo que había dicho.

—O sea que todo esto es por Keidys, ¿es en serio Claudia?

—No sé de qué estás hablando. Ya déjame ir... —Claudia se fue, esta vez Mateo no le dijo nada, al joven le pareció que aquellos celos eran absurdos, tan infantil.

¿Acaso eran algo para que ella se pusiera en aquella posición?, pero lo que él no comprendía era que Claudia se había enamorado, no entendía que ella estaba sufriendo igual que él, Claudia por él y Mateo sufría por Keidys.

Claudia llegó al baño y trataba de hacer que sus lágrimas no salieran, pero el nudo que tenía en su garganta era tan fuerte, le maltrataba tanto su garganta que no lo soportaba.

—Pero que tonta soy, estoy llorando por algo tan insignificante —dijo Claudia mientras limpiaba sus lágrimas— soy estúpida, lloro por un chico al cual ni le importo —se recostó a una pared del rincón del baño, poco a poco se fue agachando hasta quedar sentada en el piso—. Lloro por un chico que no le importa si sus palabras me van a herir.

—O sea que todo esto es por Keidys, ¿es en serio Claudia? —recordó.

El rostro de Mateo en aquel momento se había visto como si observara a alguien sumamente idiota, o al menos ella lo vio así. Eso fue lo que a Claudia más le lastimó.

"Esto es absurdo, Mateo se había llenado de cólera porque Keidys había llorado, si él se enterara que yo estoy llorando seguramente soltaría la carcajada y me llamaría tonta" pensó Claudia.

Soltó más el llanto, sentía que no podía parar, si alguien la veía en aquel momento pensaría que estaba loca, se echaba fresco en el rostro, se levantó del piso y empezó a dar vueltas por el baño. Por fin se pudo calmar y salió del baño:

—Keidys —llamó Mateo a Keidys, ella dio media vuelta y lo observó.

—Mateo... —se acercó al muchacho.

—Por fin podemos hablar, oye lo que viste… Por favor, perdóname —dijo Mateo.

—Mateo...

—Lo siento, no te había sido claro con mis sentimientos. Pero es que yo podía ver que estabas enamorada de él y no quería ser un estorbo para que ustedes dos estuvieran juntos —explicó Mateo.

—Así que cuando terminamos lo hiciste por eso.

—Sí, Keidys, tú siempre has estado enamorada de Josef y estando a su lado es que tú puedes estar feliz. Yo siempre te he dicho que me gusta verte sonreír, nuestra relación no te iba a hacer feliz.

—Mateo... —Keidys lo abrazó. Se sentía tan mal por aquel chico.

—Keidys, yo siempre te voy a querer y voy a hacer todo lo posible para que sigas sonriendo, siempre —susurró Mateo al oído de Keidys.

—Mateo yo quiero que tú también seas feliz, yo te quiero tanto... Eres una persona maravillosa y no quiero volver a verte triste, no quiero que sufras por mi culpa...

Claudia no sabía lo que hacía viendo a aquella pareja, pero cuando se iba a ir Keidys y Mateo se percataron que tenían a una tercera persona en el pasillo:

—Ay, lo siento, ya me voy —dijo y salió del pasillo.

Keidys volvió a mirar a Mateo:

—¿Y Josef cómo está? —preguntó Mateo.

—Él está bien, solo estará por fuera una semana y pues yo... Me iba a ir con mi tía esta semana —contó la chica mostrando una sonrisa.

—¿Te vas a ir?

—No... Ya no, lo iba a hacer, pero mi tía se quedará para mi graduación y después me iré como estaba planeado desde un principio —dijo la chica.

—Entiendo, tienes que volver —soltó Mateo algo triste.

—Oye, pero voy a estar viniendo, recuerda que Josef vive aquí. Él tiene que dirigir las empresas de su familia, es un cargo que demanda mucha responsabilidad y tiempo, será difícil tener una relación si los dos no tendremos tiempo, pero espero que todo salga bien —en aquel momento Keidys recordó los sentimientos de Mateo—, dime Mateo ¿cómo vas con Claudia? —quería que el chico no se sintiera mal. 

—¿Con Claudia? —inquirió el muchacho extrañado.

—¿Ustedes no estaban teniendo algo?

—¿Qué?

—Oh... Veo que no era así. Pero es que siempre están juntos y hacen tan linda pareja, los dos son divertidos, se tienen mucha confianza, parecen mejores amigos y esa chica es una ternura. Cada vez que hablo con ella puedo reírme mucho y Claudia se nota que te ama mucho —en aquel momento Keidys se detuvo por completo y su corazón empezó a latir con gran fuerza.

—¿Que ella me ama mucho? Pero... ¿Keidys qué cosas dices? —Mateo soltó una carcajada—, ella no me gusta para nada. ¿Puedes creer que me hizo un show de celos sin ser mi novia? Eso fue sumamente ridículo, si ella gusta de mí no tiene que creer que ya es mi novia por estar a mi lado, aunque no creo que en realidad sienta algo por mí, está loca por Tomás, es tan bipolar e infantil. ¿Cómo puedes decir que hago buena pareja con alguien como ella? No sé cómo quitármela de encima, es tan fastidiosa...

—Claudia... Oye... —soltó Keidys muy preocupada, su rostro se veía asustado.




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