Ella era fea

Capítulo 43: Amor, amargo amor

Keidys estaba mirando por la ventana del auto, allí estaba Mateo, atento al momento en que ella bajara. En aquel instante Keidys se sintió muy mal por todo. Por no haberse dado cuenta que aquel chico la había seguido amando y ahora estaba con un gran remordimiento.  Ella esperaba a Josef, faltaban unos cuántos días para que regresara. Pero Mateo esperaba por ella y parecía que no le importaba el tiempo que pasara,  él la seguiría esperando.  

Bajó del auto y saludó a Mateo. En aquel momento llegó Claudia y un gran momento incómodo se formó, pero la joven hizo que aquel estado incómodo desapareciera con una gran sonrisa que mostró a Mateo y Keidys.

—Hoy tengo un examen a primera hora y no he repasado nada —dijo Claudia con el mismo tono animado que utilizaba en sus palabras.

—Eso es como tan normal en ti —soltó Keidys con una gran sonrisa. Empezaron a caminar por el pasillo dejando a Mateo con Tomás que venía detrás de ellas.

—Lo que pasó con Mateo ya quedará en el pasado —dijo Claudia a Keidys cuando estaban solas.

—¿Desde cuándo te gusta Mateo? —inquirió Keidys. 

—Mateo me empezó a gustar desde hace tiempo ya... Él siempre estaba con ustedes y las trataba muy lindo, me gustaba verlos de lejos. Me imaginaba teniendo a un amigo, así como él, después pude tratar con Mateo y aunque discutíamos mucho me parecía divertido.  Después llegaron los buenos tratos y él me veía como la buena amiga que siempre quise ser, pero yo ya no lo veía así y ayer me di cuenta de eso —llevó su mirada a Keidys y le mostró una sonrisa—, pero estoy bien. A veces el amor no es correspondido porque no nos conviene. 

—¿Estarás bien?

—Claro que sí. Tengo un hermano que me cuida mucho y me hace sonreír bastante.

—Yo también tengo un hermano. Son muy útiles para estos momentos —dijo Keidys. 

Toda esa tarde Keidys estuvo muy pensativa con ese tema tan complicado que era el amor. Veía a Mateo tratando de hacer reír a Claudia mientras la perseguía por el pasillo. Ella lo amaba, él la consideraba una amiga que no podía dejar ir, mientras que su corazón sufría por un amor imposible.  Era extraño,  las personas nos gusta sufrir por algo que no podemos tener, mientras que a nuestro lado permanece el verdadero amor que nos hará feliz,  pero que poco a poco muere por el duro golpe que nos da el hombre del tiempo. 

—No Tomás, debemos hacerlo después —decía Alejandra junto a Tomás, estaban sentados en una mesa mientras discutían sobre un trabajo. 

Keidys observaba todo aquello, esa joven que tanto había esperado y sufrido por un amor que nunca se dio, esa misma que nunca pudo odiar a aquel chico ahora había encontrado el verdadero amor, o al menos eso creía Keidys.  La había visto junto a Gabriel y le encantaba la linda pareja que hacían los dos, quería lo mejor para su amiga y con él se veía muy feliz.

—Porque tengo la tarde ocupada, así que lo haré mañana, además, tengo toda la semana —se levantó de la banca y se marchó.

—Pero... —Tomás quedó con la boca entreabierta. Llevó su mirada a Keidys y después fue a sentarse junto a ella.

—Creo que Alejandra ha cambiado mucho contigo —dijo la joven con una pequeña sonrisa. 

—Demasiado —confesó Tomás mientras se cruzaba de brazos— pero por un lado me tranquiliza. Creo que se verá con ese chico que vive cerca de nuestra casa, como se nota que él está muy interesado en ella, —dejó salir un suspiro— hasta me da celos. Ella ahora pone todo su tiempo sobre él, con eso de que están haciendo algo juntos. Ella escribe y tiene un libro, él toma fotos y sabe hacer portadas, hacen buena pareja.

 

 




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