Ella era fea

Capítulo 46: Vamos a llamarlo amor

Tomás y Keidys salían  de la casa de Josef ya entrada la noche, algo que vieron al instante les llamó mucho la atención, Alejandra y Gabriel llegaban caminando juntos, se notaba que la conversación que tenían era muy interesante, Alejandra no dejaba de hablar y Gabriel sostenía una gran sonrisa:

—Como se nota que bota la baba por Alejandra —soltó Tomás más como un quejido.

—¿Estás celoso? —inquirió Keidys.

—Claro que no... Ay, por favor, a mí no me gusta Alejandra, la veo más como una amiga de la infancia —explicó Tomás mientras observaba como Gabriel se despedía de Alejandra—. Así nunca va a conseguir que ella se fije en él. Solo mira como ella lo ve como amigo, está muerto ese chico, a Alejandra no la van a poder enamorar si es un chico lindo así, tiene que ser más macho... —Keidys soltó la risa con las palabras de Tomás, parecía un profesor criticando la mala ortografía de un estudiante.

—Bueno, pero si es así entonces ayúdale a Gabriel, díselo... —dijo Keidys, lo tomó del brazo y lo arrastró hasta donde estaban los chicos.

—Keidys... Hola —saludó Gabriel con una gran sonrisa.

—Hola Gabriel... —saludó Keidys, su mirada se volvió un poco maliciosa—, ¿ustedes son novios?

Hubo un gran silencio en el ambiente:

—¿Qué? —inquirió Alejandra casi en blanco.

Tomás sintió que todo el plan se había caído por aquella pregunta "ay, pero esta Keidys si es imprudente y tonta" pensó Tomás.

—No... Solo somos amigos —explicó Gabriel de lo más normal.

—Sí... Gabriel me está ayudando con un libro que estoy escribiendo —explicó Alejandra con un gran entusiasmo en sus palabras.

—Ah... ¿Ese de la chica que todo le sale mal? —preguntó Tomás.

—Eh... Sí —respondió Alejandra un poco incómoda de la pregunta que había dicho Tomás.

—Oye, ese libro se parece mucho a tu vida —se burló Tomás y soltó una pequeña risita—, no puedo creer que le hayas puesto la parte donde te caíste en el barro frente a mí. El título le queda muy bien, la revolución de la fea —se notaba que Alejandra empezaba a sentirse mal por aquella burla.

—Su libro es realmente bueno —dijo Gabriel mientras miraba a Tomás con una mirada bastante seria—, es normal que un escritor ponga cosas que le han pasado en sus libros, por si no lo sabías.

Los ojos de Alejandra estaban brillantes al ver como Gabriel la defendía, le pareció que fue tan lindo. Tomás soltó una carcajada:

—Lo sé, lo sé. No soy tan idiota como para que no supiera eso, aunque leer me aburre —lo último lo masculló—, ¿a ti te gusta leer?

—Claro, es muy bueno leer, así se derrota a la ignorancia —respondió Gabriel.

—Los hombres que leen son realmente atractivos —soltó Keidys mientras se le ruborizaban las mejillas.

—Solo lo dices porque Josef lee —soltó Tomás mientras le daba un pequeño empujón a Keidys, los dos soltaron una gran carcajada, parecían dos bobos en acción mientras que Alejandra y Gabriel solo sabían observarlos.

—Yo creo que me voy —dijo Gabriel interrumpiendo la escena que hacía Keidys y Tomás.

—¿Gera está en tu casa? —inquirió Tomás mientras sostenía una sonrisa.

—¿Eres amigo de mi hermana? —preguntó Gabriel con un tono bastante serio.

"Ay, este tipo si es serio..." pensó Tomás.

—Claro... —respondió Tomás mientras se acercaba a él— Bueno, somos más que amigos —su sonrisa se retorció. Pero vio que Gabriel no le agradó lo que estaba escuchando.

—¿Desde cuándo? —preguntó Keidys con un rostro sorprendido. Tomás le mandó una mirada de "¡cállate, estás dañando todo!"

—Me voy contigo, necesito hablar con ella —dijo Tomás a Gabriel. Los dos se fueron y parecía que el aura que los rodeaba no era tan buena.

Keidys tragó en seco al ver que sus planes no estaban saliendo como ellos querían "allí yacen los restos de Tomás" pensó Keidys mientras veía como su amigo se marchaba con Gabriel.

Cuando ya estuvieron lejos Tomás le dio un pequeño golpe en la cabeza de Gabriel:

—¡Idiota, no te dejas ayudar! —lo regañó. Gabriel se alejó de él bastante confundido.

—¿Por qué me golpeaste?

—¡Te lo mereces! Solo trataba de ayudarte con Alejandra, ¿no te diste cuenta?

—¿Qué?

—Ay, por favor, sabes muy bien que tu hermana y yo no tenemos nada —Tomás se cruzó de brazos.

Una empleada abrió el portón para que los chicos entraran:

—Sé que quieres algo más con Alejandra y Keidys también se dio cuenta, por eso queremos darte una mano —Tomás entró a la casa como si fuera la suya y se sentó en un sillón. A Gabriel no le estaba agradando mucho ese chico.

—No te metas en mis asuntos, por favor, eso no te incumbe —dijo Gabriel frente a él. Tomás se cruzó de piernas y desplegó una sonrisa retorcida.

—Si no te has dado cuenta, pero me imagino que sí, porque veo que eres muy astuto. Yo soy muy cercano a Alejandra, tanto así que muchas veces las personas creyeron que éramos novios, conozco TODO de Alejandra, además, yo puedo hacer que tu relación con ella se dé, así como puedo hacer que tus planes sean misión imposible si lo quiero —los dos cruzaron una mirada nada amistosa.




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