Ella era fea

Capítulo 49: Es eso

Todos hicieron que no escucharon, Alejandra se dio cuenta que habían planeado algo, estaban actuando extraño:

—¿Te molesta que sea amigo de Tomás? —preguntó Gabriel.

—¿Molestarme? —inquirió Alejandra, dejó salir una risa muy fingida.

"Esa lengua mía me mete en unos problemas" pensó Alejandra.

—El que sea amigo de Tomás no tiene nada de malo Alejandra, no voy a olvidarme de ti. Por eso no cambies conmigo, eres muy especial para mí, no dejaré que nos alejemos —dijo Gabriel.

—¿Especial para ti? —preguntó mientras sentía que su corazón latía con mucha fuerza.

Gabriel tomó una servilleta y limpió un sucio que Alejandra tenía en el rostro, le mostró una sonrisa:

—Claro, si no lo fueras no estaría tan al pendiente tuyo —respondió.

Todos escucharon eso, empezaron a mirarse las caras, trataban de hacer que no escuchaban nada, pero era sorprendente lo directo que era Gabriel.

Las miradas de Keidys y Tomás se cruzaban una y otra vez, estaban que saltaban de la emoción al ver que todo iba de acuerdo a lo planeado.

 

Gera llegó a la sala ya con el pijama puesto, un tanto corto y provocativo, todos la quedaron viendo:

—Gera... —regañó Gabriel saliendo de la cocina con un plato hondo de cristal lleno de palomitas de maíz.

—Es la que siempre uso —dijo sin darle importancia al regaño de su hermano.

Todos estaban sentados en la sala, Tomás estaba frente a todos con un micrófono, la música empezó a sonar y él empezó a cantar, pero era realmente malo. Se escuchó el aullido del perro de Gabriel.

—¡Ay, cállate! —Mateo le quitó el micrófono— hasta el perro está aullando de lo malo que eres.

Gera soltó la carcajada:

—Ni que fueras tan buena —dijo Tomás mirando a Gera.

—¿Qué dijiste? —preguntó ella levantándose del mueble. De un empujón tiró a Tomás a un mueble, le dio una patada a Mateo quien cayó en el suelo, más bárbara no podía ser esa chica. Pero pareció que no le dio importancia, miró a su público y pasó una mano por su cabello, algo que se vio realmente bien.

—A tú hermana le falta un tornillo —le dijo Claudia a Gabriel.

—Lo sé —aceptó el muchacho.

—Rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho... —cantó Gera. Todos soltaron la carcajada.

—Dame eso —Mateo le quitó el micrófono—, si te fueron infiel no lo divulgues —soltó mientras cambiaba la música. Gera le dio una patada en el trasero.

—Nadie me fue infiel —se sentó.

—No... Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia —Mateo miró la pantalla del televisor, de repente empezó a sonar la canción favorita de Alejandra—. Ven canta.

Ella se levantó y tomó el micrófono:

—Veo mi ventana y el cielo está gris, pasan las horas y no estás aquí, me llora el cielo, como deseo que estés junto a mí, como quisiera en tus brazos vivir, me llora el cielo, que con tu calor me das color, secando mis tristezas alejas el dolor de un corazón que te ama con certeza...  —empezó a cantar.

La noche pasó de la forma más divertida, aquellos chicos formaron un gran desorden con una gran guerra de almohadas y de comida, vieron películas de miedo donde Keidys, Alejandra y Claudia no dejaban de gritar. Muchas veces Gera les lanzó cojines para que dejaran de gritar:

—¡Solo es una película! —les decía.

Al final inventaron beber alcohol para cerrar la noche de la mejor forma, pero no fue buena idea, Keidys se fue en vómito:

—¿Te sientes bien? —preguntó Gabriel.

—Lo siento —corrió al baño para terminar de vomitar.

—Dije que era mala idea —regañó Tomás.

—Solo lo dices porque no puedes tomar —se burló Gera.

—Tú tampoco —soltó Tomás.

—¿Quién te dijo que no? —preguntó.

—Yo —dijo Gabriel a su lado.

Escucharon una gran risotada, era Claudia y Alejandra quienes no dejaban de brincar sobre una cama, la música estaba alta en el cuarto y ellas estaban completamente borrachas, Gera corrió a donde estaban y empezó a brincar en la cama.

—No fue bueno darles alcohol —soltó Tomás al lado de Gabriel.

—Sí... Ahora quien se las soporta —dijo Gabriel saliendo del cuarto, quería ver como seguía Keidys.

La joven se sentó en el patio de la casa, la noche era muy calmada y algo fría, de la nada sintió que la arroparon con una manta, era Mateo:

—¿Te sientes mejor? —preguntó sentándose a su lado.

—Sí... Comí mucho y el alcohol... No, no es buena combinación cuando el estómago está repleto —dijo la joven con un rostro de desagrado.

—La noche está muy brillante ¿no te parece? —Mateo desplegó una sonrisa mientras observaba las estrellas.




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